Trujillo

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Trujillo es una capital del Nuevo Mundo. Por ella han pasado muchas civilizaciones. Desde la prehistoria, pasando por los romanos, visigodos y árabes. Pero fue durante el descubrimiento de América cuando se convierte cuna de conquistadores y alcanza sus mejores años de esplendor. Gracias a esos conquistadores podemos encontrar la ciudad de Trujillo en Perú, en Colombia, en Venezuela, etc. Y es que los hijos de la Trujillo española, como Francisco Pizarro, conquistador del Perú; Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas; y Diego García de Paredes, quisieron dejar el recuerdo de su patria más allá del océano. Y agradecieron a su tierra natal volviendo a España con sus fortunas y llenando Trujillo está repleto de palacios y casonas.

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

El centro neurálgico de Trujillo es su espectacular y monumental Plaza Mayor, que durante siglos ha sido lugar de reunión, mercados, fiesta y espectáculos. En el siglo XVI, tras el Descubrimiento de América, los conquistadores y las familias de la nobleza construyeron en ella sus imponentes casas y palacios. Hoy, en el centro se encuentra una estatua ecuestre de bronce de Francisco Pizarro. Las iglesias de San Francisco, Santa Clara y San Martín, construidas entre los siglos XIV y XVI, también se levantan alrededor de la plaza.

Castillo. Foto: J.A.Padilla

Abajo la Plaza Mayor. Y, en lo más alto, su castillo. Ubicado en el Cerro Cabeza del Zorro, el fue construido en el año 900 sobre una alcazaba árabe de la que todavía se conservan dos aljibes árabes con bóveda de cañón. Las murallas que lo rodean se terminaron en el siglo XI, durante la época de mayor esplendor del Califato de Córdoba. Dentro de su perímetro se encuentra la ermita de San Pablo, edificada en el siglo XVI, que dispone de una sola nave dividida en tres tramos por arcos apuntados y cabecera poligonal.

Castillo y murallas. Foto: J.A. Padilla

Las murallas, de cuyo origen musulmán apenas quedan restos, conforman un recinto rectangular de mampostería y sillería jalonado por diecisiete torres dispuestas a intervalos irregulares. La muralla dispuso de siete puertas, de las cuales se conservan cuatro: la de la Coria, la del llamado Arco del Triunfo, la de San Andrés y la de Santiago. También intramuros se conservan dos ejemplos del sistema de almacenamiento de agua de origen árabe: la Alberca, depósito abierto destinado a diversos usos, situado en las proximidades de la iglesia de San Andrés, y a los Aljibes de la plazuela de Altamirano.Desde él se contemplan las extraordinarias vistas de Trujillo y de la llanura extremeña.

Puerta de San Andrés. Foto: J.A. Padilla

Entre la plaza y el castillo tendremos la oportunidad de admirar el extraordinario catálogo de palacios, edificios e iglesias de extraordinario valor arquitectónico.

Palacio del Marqués de la Conquista. Foto: J.A. Padilla

Ya en la Plaza Mayor nos sorprende el palacio de los Marqueses de la Conquista, un palacio de estilo renacentista construido en el siglo XVI por orden de Hernando Pizarro y su mujer para cumplir con la voluntad de Francisco Pizarro. Su nombre se debe al título que se le otorgó al conquistador por su intervención en Perú. Es balcón de la esquina, extraordinariamente decorado, es su característica más destacada.

Palacio de San Carlos. Foto: J.A. Padilla

Junto a la Iglesia de San Martín, también en la Plaza Mayor se encuentra el Palacio de San Carlos, también conocido como palacio de los Vargas-Carvajal, construido entre los siglos XVI y XVII sobre una antigua fortaleza visigoda. Está construido en sillería y es el edificio civil de mayor tamaño. También destaca su balcón esquinado y hoy en día está habilitado para albergar el Convento de las Jerónimas. Se comienza a construir en el Siglo XV, y su construcción dura más de 100 años, siendo acabada con bastantes modificaciones en el año 1564, aprovechando la estructura de un edificio anterior del siglo XIV afectado por los enfrentamientos durante la guerra de Sucesión de la corona de Castilla. De aquel edificio solo se conserva la actual torre campanario.

Iglesia de San Martín. Foto: J.A. Padilla

La Iglesia de  San Martín, aunque situado a un lado de la plaza, preside la misma. Su forma se debe ala necesidad de adaptarse al terreno con sillería de piedra. En la fachada principal en su lado derecho se levanta un chapitel de reloj con una campana encima y en el izquierdo la torre de la campana. Se comienza a construir en el Siglo XV, y su construcción dura más de 100 años, siendo acabada en el año 1564. Tiene elementos arquitectónicos del gótico, propio de su comienzo, así como renacentistas en su etapa final de construcción. Del tiempo de los Reyes Católicos es la llamada puerta de las Limas, de estilo gótico. Frente a ella se levanta la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. La estatua es obra del escultor estadounidense  Charles C. Raumsey  y formó parte de las obras exhibidas en una exposición en el Grand Palais de París en 1929, en homenaje al entonces recientemente fallecido Rumsey. En el mismo año, 1929, la estatua viajó hasta España para ocupar su ubicación actual en Trujillo.

Iglesia de Santa María la Mayor. Foto: J.A. Padilla

La Iglesia de Santa María la Mayor es el templo más importante de Trujillo y el mejor ejemplo del románico del lugar. Se comenzó a levantar tras la Reconquista sobre una antigua mezquita árabe, y su construcción abarcó del siglo XIII al XVI. Contiene dos torres: la llamada Julia es la más antigua, mientras que una segunda se añadió en el siglo XVI. Por dentro destaca la belleza de las pinturas del retablo gótico y las espectaculares bóvedas de crucería. 

Alcázar de Luís de Chaves el Viejo. Foto: J.A. Padilla

Dentro de la arquitectura de la villa, es necesario mencionar las grandes casonas que formaban parte de la fortificación de la ciudad antigua, como el Alcázar de Luis de Chaves el Viejo, del siglo XIV, una de cuyas torres custodia la puerta de Santiago. En este edificio se hospedaron los Reyes Católicos en sus visitas a Trujillo en 1477 y 1479. Fue asilo de ancianos y después perteneció a los Hermanos del Sagrado Corazón de Jesús.

Alcázar de los Bejarano. Foto: J.A. Padilla

La Casa de los Altamirano, conocida como el «Alcazarejo». El Alcázar de los Bejarano, casona que custodia el llamado Arco del Triunfo. La casa de Francisco Pizarro de Vargas, donde nació Gonzalo Pizarro, padre del conquistador.

Casa de los Pizarro. Foto: J.A. Padilla

En la calle de Palomas se encuentra la casa de Francisco de Orellana, singular obra de mampostería construida en el siglo XV. En la misma calle y haciendo esquina con la de Naranjos se encuentra la casa de los Chaves-Calderón, de la que destaca la portada y el balcón de esquina de la segunda mitad del siglo XVI.

Casa de los Chaves Calderón. Foto: J.A.. Padilla

Defendiendo la puerta de San Andrés se halla la casa fuerte de los Escobar, de finales del siglo XV. La casa de los Rol Zárate y Zúñiga, del siglo XV, conocida como la «casa de las Palomas» al estar presentes tórtolas en el escudo de los Rol.

Iglesia y Puerta de Santiago. Foto: J.A. Padilla

Bajando desde el Castillo en dirección hacia la Plaza Mayor, nos encontramos con la Iglesia de Santiago, obra románica en sus orígenes. Debe destacarse del interior el retablo mayor del siglo XVII y el popular Cristo de las Aguas, denominado así ya que es la imagen que la ciudad de Trujillo saca en procesión en épocas de sequias, obra del siglo XIV. Por su parte, el Arco de Santiago es de medio punto, sobre el cual hay una hornacina gótica decorada con bolas. A su derecha, el escudo de los Reyes Católicos y en la parte interior podemos observar el escudo más antiguo de Trujillo. 

Puerta de Santiago. Foto: J.A. Padilla

Hasta el siglo XIX existió una imagen de Santiago Apóstol en la hornacina superior de la puerta. El arco de Santiago y la Plazuela del mismo nombre mantiene en pie respectivamente la casa de Luis de Chaves, la de recuerdos protocolarios de documentos reales que fueron origen del “Tanto Monta”, materializados en un edificio que es una verdadera fortaleza, baluarte de la puerta de Santiago.

Casa de la Cadena, a la izquierda. Foto: J.A. Padilla

En el portal alto de la Plaza y junto a otras casas nobles sobresale la llamada Casa de la Cadena, por la que cuelga sobre la puerta como símbolo de la estancia de Felipe II en 1583 de paso a Portugal.

Casa de Juan de Orellana. Foto: J.A. Padilla

Un poco antes del final de la Cuesta de la Sangre en la Plaza se halla la casa de los Orellana, obra de sillería del siglo XVI. La casa de los Chaves Cárdenas, conocida popularmente como casa del Peso Real está situada en el frente oeste de la Plaza, de principios del siglo XVI. Pero estas casas y palacios mencionados son unos pocos ejemplos de la monumentalidad de Trujillo, convertida en un ejemplo de la obra del hombre, y del dinero, para moldear una ciudad de acuerdo a su abolengo.

Casa Fuerte de los Escobar. Foto: J.A. Padilla

La nómina de edificios, palacios y casonas es interminable y no es posible abarcar todas. Pero no podemos abandonar Trujillo sin mencionar la Casa Fuerte de los Escobar, situada junto a la Puerta de San Andrés. Llama la atención por su gran robustez y trazos arquitectónicos. Fue construida durante los siglos XV y XVI, por lo que se observa dos partes claramente diferenciadas: la del XV es la que tiene torre cuadrada defensiva, que sobresale del conjunto y está desmochada desde el tiempo de los Reyes Católicos, tiempo en el que también desaparecieron sus almenas. 

Aljibe árabe. Foto: J.A. Padilla

Según bajamos hacia la plaza nos encontramos con otro elemento singular: el Aljibe árabe, junto a la Plaza de los Altamirano. Hoy, aunque no funciona, está  se sigue almacenando el agua de la lluvia que cae por sus tres brocales que asoman en el pavimento de la calle. Hay que tener en cuenta que para los árabes el agua tiene una gran importancia y acostumbraban almacenar el agua en depósitos subterráneos y en aljibes. Muchos edificios de Trujillo conservan todavía aljibes y pozos en su interior. Este aljibe  mide 10 metros de profundidad, 13 de largo y 12 de ancho.

Foto: J.A. Padilla

Pero además Trujillo es una ciudad abierta, confortable y que sabe proporcional a todo aquel que la visita lo necesario. Y no solo en cuanto al arte se refiere. Los productos de la tierra como espárragos, cardillos y un largo etcétera, junto con los manjares relacionados con el cerdo encuentran aquí su mejor oferta. Una tierra de conquistadores que sabe conquistar a los que la visitan.

Foto: J.A. Padilla