30. PRIMERA REPÚBLICA (1873)

La marcha de Amadeo I convertía a España en un Estado republicano. En una República de monárquicos. Aunque la gran concentración de personas que se encontraban a lo largo del día 11 de febrero ante las Cortes diera la impresión de que la nueva República contaba con combustible suficiente para convertirse en la solución de todos los españoles. Pero, al contrario, el combustible apenas duraría un año, concretamente diez meses.

Tras dos años de reinado de Amadeo I, el nuevo rey se ve obligado a abdicar. Es la gran oportunidad de los republicanos españoles. Juan Prim había evitado la república cuando Isabel II abandonó el trono en 1870. Pero la muerte de este dejaba en un clima de gran inestabilidad el reinado del nuevo rey. La marcha del Rey daba por fin la oportunidad la solución republicana. España se convertía, por primera vez en su historia, en una república. Una república sin republicanos. Pero, al fin y al cabo, una república. La Primera.

Bandera de la Primera República
Bandera de la Primera República

Aquel lunes 10 de febrero de 1872, el diario conservador La Correspondencia de España despertaba a sus lectores con la noticia de la abdicación de Amadeo I. De inmediato, las calles de Madrid empezaron a llenarse de gente pidiendo la proclamación de la República. El presidente Ruiz Zorrilla acude a las Cortes y se reúne con los diputados de su partido. Había intentado convencer al rey en los días anteriores de que no dimitiera, pero no lo había conseguido. Ahora intenta convencer a los diputados progresistas que no se tome medida alguna hasta que no sea oficial la renuncia del Rey, momento en el que el gobierno prepararía una Ley de Abdicación. Pero su ministro Cristino Martos le contestó que había llegado la hora de la República.

Proclamación de la República
Proclamación de la República

El martes, 11 de febrero, las Cortes aceptaban la renuncia del rey. Los diputados radicales progresistas exigieron que si antes de las 3 de la tarde no se proclamaba la República se iniciaría una revolución. Entonces los ministros demócratas encabezados por Martos, junto con los presidentes del Congreso y del Senado, Rivero y Figueroa, decidieron que se reunieran ambas Cámaras, ante las cuales se leyó la renuncia al trono de Amadeo I, tras lo cual el ministro de Estado Martos planteaba que el gobierno devolviera sus poderes a las Cortes para que estas se convirtieran en Convención y asumiera todos los poderes del Estado. Ruíz Zorrilla se mostró contrario a ello, pero el diputado republicano Emilio Castelar, dirigiéndose a los presentes, respondió que, tras la muerte de la monarquía tradicional de Fernando VII, de la monarquía parlamentaria de Isabel II y de la monarquía democrática de Amadeo I, las circunstancias históricas traían la República, a la que había que saludar “como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria”. Entonces, varios diputados republicanos y radicales presentaron una moción para que las dos cámaras, constituidas en Asamblea Nacional, aprobaran como forma de gobierno la República y eligieran un Gobierno. La votación no dejaba lugar a dudas: 258 votos contra 32. Eran las 3 de la tarde.

Estanislao Figueras proclama la República en el exterior de las Cortes
Estanislao Figueras proclama la República en el exterior de las Cortes

Tres horas más tarde, las Cortes proclamaban al republicano federal Estanislao Figueras como Presidente del Poder Ejecutivo es decir, Jefe de Estado y el Gobierno, ya que mientras no se aprobara una Constitución republicana no podría ser nombrado presidente. Figueras pactaba un gobierno formado entre los radicales y los republicanos federales: Emilio Castelar, Francisco Pi y Margall y Nicolás Salmerón, por parte republicana; y José Echegaray, Manuel Becerra, Cea Bermúdez, Francisco Salmerón, el general Fernando Fernández de Córdoba y el almirante José María Beránger, por parte radical, mientras Cristino Martos era elegido presidente de la autoproclamada Asamblea Nacional.

Estanislao Figueras
Estanislao Figueras

El paisaje no era nada mejor que el que se habían encontrado Isabel y Amadeo: una situación económica, social y política más que difícil. Con una guerra civil, la Tercera Guerra Carlista y la guerra contra los independentistas cubanos, para las que no había suficientes soldados, armamento ni dinero. En España existían unos índices de paro imposibles de sostener, lo que provocaba continuas huelgas, manifestaciones y ocupación de tierras abandonadas. Pero además, la proclamación republicana pusieron en marcha las llamadas «juntas revolucionarias» que no reconocían al nuevo gobierno porque en el mismo existían miembros monárquicos. Luego estaba la cuestión republicana. Unos la querían federal; otros, unitaria; y otros, radical. La cuestión es que aquel puzzle, aquella experiencia duró once meses. Ni uno más, ni uno menos. Un corto tiempo, pero intenso, como podemos imaginar. Hasta cuatro presidentes de la incipiente república, cuatro modelos distintos. Todos ellos fracasados.

El primero de ellos fue Estanislao Figueras, que ocupó la presidencia desde febrero hasta junio de 1873, que intentó la disolución de las órdenes militares y la supresión de los títulos nobiliarios. Fue la etapa más moderada de la república. Cuatro de sus ministros habían formado parte del gabinete de Amadeo de Saboya lo eran ahora de Figueras, lo que describe la inestabilidad del mismo. Y es que muchos antiguos monárquicos se habían convertido, de la noche a la mañana, en republicanos movidos por ese ideal de la defensa de sus intereses personales. Figueras se encontró así con constantes escisiones dentro de su partido, lo que finalmente le obligó a abandonar el gobierno, huyendo, literalmente a Francia. Sobre su abandono del gobierno se cuenta una anécdota que describe, muy literalmente, la situación. El día anterior a su marcha, el 9 de junio de 1873, durante el Consejo de Ministros, Figueras, harto ya de la situación, se dirigió a sus ministros y les espetó una lapidaria frase: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones”. Dicho lo cual don Estanislao se marchó. En efecto, esa misma noche, un tren lo trasladaba hasta Francia

Y así llegó el segundo presidente de la República. Sin traspaso de poderes y sin ceremonia alguna. Cuando fueron a buscar a su casa a Figueras los ministros Castelar y Pi y Margall, los sirvientes les dijeron que la noche anterior su señor había hecho las maletas y había salido apresuradamente con la intención, según les habían dicho, de marcharse a Francia.

Pi y Margall
Pi y Margall

Así, el 11 de junio era nombrado por las Cortes nuevo Presidente de la República Francisco Pi y Margall. Este era un republicano federalista y, de inmediato, comenzó a redactarse  una Constitución de carácter federal, que no dio tiempo a aprobarse. Esta Constitución dividía a España en 17 Estados federales, cada uno de los cuales con un gobierno y una asamblea legislativa independiente, dejando al gobierno central la gestión de la política exterior, el ejército, y los servicios públicos centrales. El resultado fue la declaración de independencia de muchas ciudades, pueblos, municipios, o regiones: Sevilla, de la que se independizó Utrera, Granada, Jaén e incluso Cartagena, que se independizó de Murcia, y se autoproclamó República independiente. La tercera guerra carlista y la guerra de la independencia fueron otros clavos más en el ataúd del segundo gobierno de la República, Treinta y siete días después, el 18 de julio de 1873, Pi y Maragall se veía obligado a dimitir.

El tercer intento republicano tuvo como Presidente a Nicolás Salmerón, quien hizo lo que no se había atrevido su antecesor por su carácter federalista, y envió al ejército contra las repúblicas independientes y contra los carlistas, consiguiendo acabar con unas y contener a los otros, a excepción de Cartagena. Pese a su carácter dialogante y pacificador, Salmerón se vio obligado por las circunstancias, entre las que se incluyen varias sentencias de muerte contra los militares sublevados. Por motivos de conciencia, presentó su dimisión el 7 de septiembre de 1873, sin que aún llevara dos meses como Presidente.

Nicolás Salmerón
Nicolás Salmerón

El cuarto Presidente republicano tampoco recibía una fácil herencia de su antecesor debido, principalmente a los tres problemas descritos anteriormente. Consiguió terminar con la rebeldía de Cartagena y controlar la guerra carlista. Restauró la disciplina del ejército y estableció el servicio militar obligatorio y reforzó el poder del Estado Central. Sin embargo, su determinación le llevó a ser acusado de militarista y dictatorial. Salmerón y Pi y Maragall de derechista le acusaron también de traicionar los principios revolucionarios de la república, por todo lo cual fue sometido a una moción de confianza de la que salió derrotado, lo que le obligó a dimitir el 3 de enero de 1874 a las cinco de la mañana. La hora es importante.

Emilio Castelar
Emilio Castelar

La votación del nuevo Presidente se iniciaba a las siete menos cinco de la mañana. En aquella sesión, sin embargo, iba a participar muy activamente un personaje no invitado. El genera Pavía se fue con sus tropas a las Cortes desde el Paseo del Prado y colocó un par de cañones, sin carga, en las calles que daban a la Puerta del Sol, y envió a dos ayudantes suyos para que ordenaran a Salmerón que desalojaran el edificio en cinco minutos. Ante la falta de respuesta, los soldados entraron en el hemiciclo. Siendo los soldados jóvenes de reemplazo, los diputados hicieron caso omiso de ellos. Entonces, la Guardia Civil entró y disparó en los pasillos del Congreso. Los diputados fueron saliendo poco a poco  casi todos, a excepción de Salmerón y Castelar. Una leyenda urbana asegura que fue el propio general Pavía el que entró en las Cortes subido en un caballo, lo que no es cierto. Pavía permaneció en el exterior vigilando todo lo que ocurría.

Golpe de Estado de Pavía
Golpe de Estado de Pavía

Lo que si es cierto es que, en ese momento, el régimen parlamentario republicano había llegado a su fin. Pavía convocó a todos los partidos políticos, a excepción de los federalistas y carlistas, para formar un gobierno de concentración nacional, que estaría presidido por el general Serrano, comenzando así una dictadura republicana que culminaría con la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII. Al general Pavía se le responsabiliza del fin de la Primera República, algo que, según los acontecimientos que se produjeron durante aquel tiempo, es muy exagerado.

Por encima de todo, la experiencia republicana fue, en realidad, un experimento. España era un país de monárquicos, pero además, se confundió la ausencia de un rey con la anarquía y, ni siquiera los propios republicanos se pusieron de acuerdo sobre el tipo de república que deseaban. El enfrentamiento entre ellos, las declaraciones de independencia locales y la guerra carlista de fondo, eran un pesado lastre para un país que, además, era víctima de una profunda crisis.

Alfonso XII
Alfonso XII

Mientras tanto, Antonio Cánovas del Castillo, líder del partido Alfonsino, estaba ya preparando la vuelta de los Borbones de una forma pacífica, aunque sería el general Martínez Campos se dirigió a Sagunto el 29 de diciembre de 1874 y ante sus soldados proclamó Alfonso XII de Borbón, hijo de Isabel II, rey de España. El gobierno, aún republicano, con el general Serrano al frente, aceptó la proclama del nuevo rey. España volvía a ser una Monarquía.

 

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