LOS 12 DÍAS DE GODOY EN PINTO

Manuel Godoy. Cuadro de Francisco de Goya
Manuel Godoy. Cuadro de Francisco de Goya

 

La llegada de Godoy a Pinto tuvo como preludio el famoso Motín de Aranjuez, un acontecimiento histórico que, sin embargo, estaba originado por la crisis institucional y política española y la entrada de las tropas francesas de Napoleón Bonaparte a España. Por aquel tiempo, la rumorología popular había convertido en amantes a la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, y al primer ministro y favorito del monarca, Manuel Godoy, duque de Alcudia y Príncipe de la Paz. Una rumorología alimentada por el carácter casquivano y moralmente distraído de la reina, a la que se le conocían varios amantes. No olvidemos que, en su lecho de muerte, María Luisa entregó a su confesor un documento firmado de su puño y letra en la que aseguraba que ninguno de los hijos de Carlos IV eran de él. La realidad es que aquella situación contribuyó al desprestigio de la Corona y dio ocasión al heredero, el Príncipe de Asturias y futuro Fernando VII, de intrigar para obligar a su padre a abdicar en su favor. El príncipe Felipe era un declarado enemigo de Manuel Godoy y temía que los manejos de este pusieran en peligro su futuro reinado. Este enfrentamiento en la Corte se sumaba a la grave crisis económica que azotaba a España tras la derrota de Trafalgar frente a Gran Bretaña. El clero temía que esa crisis obligara a desamortizar sus bienes, como había ocurrido otras veces, y expropiara y subastar los bienes de la Iglesia. Una crisis de la que las clases altas y la iglesia responsabilizaban a Godoy, el personaje público más odiado en aquel momento. Todos estos factores provocaron el levantamiento del 17 de marzo de 1808, conocido como Motín de Aranjuez. El detonante fue el viaje de los Reyes a Aranjuez, decidido por Godoy para poner a salvo a la familia Real. Tras la firma del Tratado de Fontainebleau, firmado en 1807 entre Francia y España, los franceses estaban autorizados para atravesar nuestro país con dirección a Portugal, por aquel entonces aliada de Inglaterra, enemiga a su vez de Francia. Pero aquel Tratado sirvió, en realidad, para que casi 65.000 soldados franceses penetraran en España, lo que llevó a Godoy a sospechar lo evidente: el comienzo de la invasión napoleónica de nuestro país. Para proteger la vida de Carlos IV y de su esposa, ordenó su traslado a Aranjuez, con la idea de que si Napoleón tomaba Madrid, viajasen de allí a Sevilla, y de aquí embarcar hacia América, como había hecho el monarca portugués Joao VI, cuando escapó a Brasil, donde creo la nueva Corte.  Aquel día 17 de marzo fue un día largo, demasiado largo en Aranjuez. Pronto corre la noticia, divulgada por el propio príncipe Felipe, de los motivos del viaje real. Durante todo el día empezarán a llegar a la ciudad del Tajo forasteros que no viajaban a hacer turismo precisamente. Su aspecto y formas revelan que sus intenciones que revelan su naturaleza y objetivo. Aquellas personas han sido reclutadas por aristócratas y partidarios del príncipe Fernando que, a una señal de este, provocarán el posterior motín. Entre aquellos forasteros se encuentran algunos condes y marqueses que utilizan alias tales, como el Tío Pedro, el Tío Coleto, el Aragonés y otros similares  intentando parecer personas anónimas, gente del pueblo harta de los abusos de Carlos IV y, sobre todo, de Godoy. Mientras, en Madrid,  otras hordas de idéntico carácter y naturaleza asalta el Palacio Real de Madrid para evitar la salida hacia Aranjuez de los Infantes.   Con el transcurso de las horas, en Aranjuez iba creciendo el rumor de que algo iba a ocurrir, y al propio Godoy le avisaron del peligro que corría. A las primeras horas de la noche del día 17, Godoy, siguiendo su habitual costumbre, fue a Palacio a acompañar a los Reyes, transmitiendo su preocupación al Rey. A las diez y media de la noche regresó a su palacio “sólo en mi coche como vine, y sin más armas que mi espada”, como él mismo escribe en sus memorias. Aranjuez estaba en total calma. En su casa le esperaban para cenar su hermano, Diego Godoy, Coronel de la Guardia Española, y el Brigadier Jorge Tanyols, Comandante de los húsares.

Caída y prisión del Príncipe de la Paz en Aranjuez
Caída y prisión del Príncipe de la Paz en Aranjuez

No había acabado aún la noche del 17, cuando el príncipe Fernando hizo la señal convenida. Con los reyes dormidos, desde la habitación del Príncipe de Asturias, apareció una luz encendida junto a uno de sus balcones. A continuación, un sonoro disparo rompió el silencio de la noche.  Inmediatamente, los soldados que habían de tomar parte en el tumulto salieron de sus cuarteles. Junto a ellos se vio al Conde del Montijo, el Tío Pedro, junto con otros conocidos aristócratas, como el Infante Antonio de Borbón, primo de Fernando.

Iba a acostarse ya Godoy, una vez despedidos sus invitados a cenar, cuando oyó el disparo y, a continuación, ruido de caballos que parecían aproximarse hacia su palacio. Inmediatamente saltó de la cama y se dirigió al ático desde donde poder ver lo que ocurría. Los gritos de: “¡Muera el traidor Godoy! ¡Viva el Rey!” se mezclaba con el ruido de los cascos de los caballos y llegaban hasta su misma casa, intentando entrar en ella. La confusión de su familia y sus criados se mezclaban con sus gritos de espanto, al ser sorprendido ya acostados e intentaban salir de sus cuartos y huir de allí. Godoy se escondió en un cuarto, esperando que los asaltantes creyeran que no estaba y se marcharan.

 La turba rompió la puerta y  los cristales penetrando en la casa, donde destrozaron los muebles y los enseres, haciendo una hoguera con ellos. Finalmente, encontraron a la esposa de Godoy, la nieta de Carlos III, que estrechaba entre sus brazos a su hija, junto a una de sus camareras, lo cual detuvo a los alborotadores, al tiempo que llegaba  el Capellán del Príncipe, y se las llevaba al Palacio Real.  Mientras, el Tío Pedro y otros líderes de aquella turba iban en busca del hermano de Godoy para evitar que llegara a Palacio e informara al Rey, lo que pondría en peligro el motín. Diego Godoy llegó hasta la entrada del palacio, cuando se interpuso ante él un Guardia de Corps y, amenazándole con la punta de la espada,  le ordenó a seguirle al cuartel.

Godoy permaneció toda la noche y el día siguiente escondido en el cuarto de su casa-palacio. Su único alimento en ese tiempo fue un jarro con agua y pan y algunas pasas que había en el cajón de una alacena. Encerrado en aquel refugio animábale la idea de que el Rey acudiría en su ayuda cuando conociese lo ocurrido. Pero las horas pasaban y lo único que se escuchaba era las voces de los soldados que custodiaban su casa. Pensó Godoy en entregarse a aquellos soldados y dar fin a su escondite pero, según escribe en sus memorias: “me retenía el temor a la infamia del que muere calumniado a manos de las plebes, sin poder volver al mundo a justificarse ni dejar tras sí amigos que le defienda”. Pero finalmente, Godoy no puedo resistir por más tiempo y decidió escapar aprovechando que solo un soldado había quedado de guardia. Su intento fue inútil. El soldado le vio y al instante gritó llamando a sus compañeros.  Inmediatamente, aquel lugar se llenó de voces y ruido de armas. Godoy se entregó a ellos sin resistencia alguna. El hambre, el dolor, el insomnio de aquellas treinta y seis horas no le permitía otra cosa. Tan solo pedía a aquellos soldados que le llevaran ante el rey.

La noticia de su detención corrió como la pólvora y pronto el lugar fue invadido por una multitud que intentaba agredirle en medio de una lluvia de insultos. Los soldados habían rodeado a Godoy intentando protegerle de las agresiones y lo consiguieron gracias a la llegada de un grupo de Guardias reales que envío el Rey.  Pero la escolta no pudo evitar las agresiones de la turba enfurecida y cuando llegaron al cuartel de Guardias,  a donde fue conducido, Godoy llevaba una profunda  herida en la cabeza y un ojo malherido. Godoy había podido reconocer a algunos de sus agresores, como el Infante don Antonio.

En Aranjuez, los acontecimientos se sucedían a la velocidad de vértigo. Detenido y anulado Godoy, los conjurados continuaron con su objetivo: la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando, intentando que pareciera libre y voluntaria. Carlos IV, que había cesado a Godoy de todos sus cargos para apaciguar los ánimos y salvarse a sí mismo, asumiendo él mismo la jefatura de los ejércitos, vio que aquello no era suficiente.

 Los amotinados seguían en las calles y el Rey se vio obligado a prometer que su valido sería castigado y juzgado por sus delitos, llegando a dictar un Bando: Por Real Orden comunicada en la tarde de este día por el Excmo. Sr. Marqués Caballero al limo. Sr. Gobernador interino del Consejo, se participa a éste que el Rey nuestro señor se ha servido autorizar al Príncipe de Asturias, nuestro señor, para que forme y sustancie, conforme a derecho, causa a D. Manuel Godoy, ya preso. Y el Consejo, enterado de ello en la persona de S. I., ha acordado se anuncie al público esta orden de S. M., con otra en que manifiesta que los bienes y efectos existentes en las casas que habitó en esta corte dicho don Manuel Godoy pertenecen a S. M.; para que confiado en su justicia y la del Consejo, este pueblo se tranquilice, como lo espera de su lealtad; y que todos se retiren a sus casas inmediatamente, para que con ningún motivo ni pretexto se pueda poner en duda la notoria fidelidad y sumisión de este vecindario, ni precisar a este supremo Tribunal a tomar otras providencias. Madrid 19 de Marzo de 1808. Es copia de su original, de que certifico yo D. Bartolomé Muñoz de Torres, del Consejo de S. M., su Secretario, Escribano de Cámara más antiguo y del Gobierno del Consejo. Madrid dicho día”.

 

Carlos IV, de Francisco de Goya
Carlos IV, de Francisco de Goya

La tarde misma del 19 de Marzo, cesados ya los disturbios, el Rey fue aconsejado para que abdicara y la situación se calmara completamente. Carlos IV, abandonado por todos, convocó a las siete de la tarde a todos sus ministros, y también a su hijo. Ante todos, se quitó la corona  y la colocó sobre la cabeza del Príncipe heredero, llevando firmado el decreto siguiente: “Como los achaques de que adolezco no me permiten soportar por más tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos y me sea preciso para reparar mi salud gozar de un clima más templado, de la tranquilidad de la vida privada, he determinado, después de la más seria deliberación, abdicar mi corona en mi heredero y muy caro hijo el Príncipe de Asturias. Por tanto, es mi Real voluntad que sea reconocido y obedecido como Rey y señor natural de todos mis reinos y dominios. Y para que este mi Real decreto, de libre. y espontánea abdicación, tenga un exacto y debido cumplimiento, lo comunico al Consejo y demás a quienes corresponda. Dado en Aranjuez a 19 de Marzo de 1808. Yo el Rey a D. Pedro Cevallos”.

Fernando VII, de Vicente López
Fernando VII, de Vicente López

Tras la abdicación, el Príncipe de Asturias besó la mano de su padre y, tras ser saludado como rey por todos los Ministros, Grandes y Jefes de Palacio y del Ejército, difundiéndose la noticia con rapidez por Aranjuez. De inmediato,  el pueblo acudió a la plaza de Palacio ansioso de ver y vitorear al nuevo Rey, que salió al balcón a saludar a los que le aclamaban.  Dos días después de la abdicación de Carlos IV  y la proclamación de su hijo como nuevo rey, y cuando este se disponía a entrar triunfalmente en Madrid, Carlos IV dirigió a Napoleón la siguiente carta, en que dejaba sin efecto su renuncia: “Señor, mi hermano: V. M. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultados: y no verá con indiferencia a un Rey que forzado a renunciar la corona acude a ponerse en los brazos de un grande Monarca aliado suyo, subordinándose totalmente a la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos. Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte, pues esta última hubiera sido seguida de la de la Reina. Yo fui forzado a renunciar; pero asegurado ahora con plena confianza en la magnanimidad y el genio del grande hombre que siempre ha mostrado ser amigo mío, he tomado la resolución de conformarme con todo lo que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros, y de mi suerte, la de la Reina y la del Príncipe de la Paz. Dirijo a V. M. I. y R. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y contra mi abdicación. Me entrego y enteramente confío en el corazón y amistad de V. M., con lo cual ruego a Dios que os conserve en su santa y digna guarda. De V. M. I. y R su más afecto hermano y amigo, Carlos. Aranjuez 23 de Marzo de 1808”.

Apenas fue proclamado Rey el Príncipe Fernando, se apresuró este a publicar el siguiente Decreto y Real Orden: “El Rey. Aunque D. Pedro Cevallos, mi primer Secretario de Estado y del Despacho, ha hecho en mis manos renuncia de este encargo por varias razones que me ha expuesto, no he venido en admitírsela, pues me consta muy bien, que sin embargo de estar casado con una prima hermana del Príncipe de la Paz don Manuel Godoy, nunca ha entrado en las ideas y designios injustos que se suponen en este hombre, y sobre los que he mandado se tome conocimiento; lo que acredita tener un corazón noble y fiel a su Soberano, y del cual no debo desprenderme; siendo mi voluntad que así se publique y llegue a noticia de todos mis vasallos. Tenéis  entendido para su cumplimiento. Yo el Rey. En Aranjuez a 21 de Marzo de 1808. Al Marqués Caballero”.

 “Por varias Reales órdenes al ilustrísimo señor Decano Gobernador interino del Consejo, se ha servido S. M. participar a este Supremo Tribunal, que ha resuelto confiscar todos los bienes, efectos, acciones y derechos del Sr. D. Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, preso en el cuartel de Reales Guardias de Corps del Real Sitio de Aranjuez; que está pensando muy seriamente en desagraviar a todos sus amados vasallos que hayan padecido por su causa, y que velará continuamente y no cesará de tomar cuantas providencias sean oportunas para su felicidad; que ha nombrado por Coronel de sus Reales Guardias Españolas al señor Duque del Infantado, confiriéndole la presidencia de Castilla; y que mientras hace S. M. la declaración conveniente en la causa de El Escorial, ha resuelto que todos los confinados por ella vuelvan al lado de su Real persona. En vista de estas Reales órdenes, ha acordado el Consejo las comunique a usted, como lo ejecuto, para que haciendo se publiquen en esa capital, y circulándolas al propio fin a las justicias de los pueblos de su partido, lleguen a noticia de todos los vasallos, y sepan cuánto se desvela el Rey nuestro señor por su felicidad y satisfacciones, y del recibo me dará usted un aviso. Dios guarde a usted muchos años. Madrid 22 de Marzo de 1908. D. Bartolomé Muñoz”.

 

Joaquín Murat, cuadro de Francois Gérard
Joaquín Murat, cuadro de Francois Gérard

El 22 de Marzo de 1808 entra el general Joaquín Murat, Gran Conde de Berg, en Madrid y un día más tarde lo hace el Príncipe de Asturias, ya con el nombre de Fernando VII. Para entonces, Napoleón ya ha ordenado a Fernando VII y a su padre Carlos IV a que viajen a Bayona para entrevistarse con él. En la mañana del 23 llega la noticia de la orden del rey de trasladar a Godoy desde Aranjuez a la cárcel de Madrid. Cuando Joaquín Murat se entera de ello pregunta al Capitán General de Madrid, Francisco Javier Negrete, si es cierta esa noticia. Negrete escribe entonces al Marqués Caballero una carta, en la que dice:  “Excmo. Sr.: Habiendo ido esta mañana al cuartel general del Príncipe Murat a cumplimentarle, me preguntó si era cierto que debía llegar en este día a Madrid D. Manuel Godoy en calidad de preso, contestándole yo en la afirmativa; se encendió en cólera, diciendo no era justo que en el día que él entraba en la corte hubiese escenas de insultos que turbasen el orden público y le obligasen a tirar de la espada y hacer la guerra; y a pesar de mis reflexiones, me entregó el adjunto papel, haciéndome verbalmente, con más energía, responsable de la entrada del arrestado. Como los momentos urgen, he despachado dos Oficiales matando caballos, a la escolta para hacerla retroceder a algún Jugar a esperar las órdenes de S. M. y este correo de gabinete, pues el gran Duque de Berg me anunció que en caso necesario usaría de la fuerza que tiene a su disposición. Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 23 de Marzo de 1808. Francisco Javier Negrete. Excmo. Sr. Marqués Caballero”. Esa misma mañana, Godoy es sacado de Aranjuez, escoltado por una sección de guardias de Corps bajo las órdenes del Marqués de Castelar, D, Ramón Patino, capitán de alabarderos, a quien se le encomienda la custodia del preso. A mitad de camino entre Aranjuez y Madrid llegan a una localidad situada a medio camino, la antigua Punctum de los romanos, Pinto.

Torre de Pinto
Torre de Pinto

El marqués de Castelar ha recibido la orden del Capitán general de Madrid para detenerse en esa villa: “pues  el tono en que se me ha hecho esta intimidación me convence de que el ejército francés tomaría fuertes medidas si no se accediese a esta pretensión”. Tras conocer Murat el traslado de Goody ordena mantener al preso alejado de Madrid y evitar todo tipo de disturbios. El duque de Berg frustra así el intento de Fernando VII y los suyos de hacer coincidir la entrada de los tres en Madrid: Fernando, Godoy y el propio Murat en la Corte al mismo tiempo y se puedan producir incidentes que le vean obligado a reprimirlos. Napoleón no quiere que la llegada a Madrid de las tropas francesas se produzca en medio de algaradas. Fernando VII pretendía encerrarlo en la cárcel de Madrid para juzgarlo inmediatamente queriendo unir los vítores a su persona con las manifestaciones contra Godoy. La intención de Murat es retener a Godoy en Pinto y esperar el tiempo necesario para trasladarlo al palacio de Villaviciosa de Odón para, desde aquí, esperar las órdenes de Napoleón de que para trasladarlo a Bayona. Napoleón quiere que el valido llegue a Bayona cuando ya haya conseguido las abdicaciones de ambos Borbones. Temía que si llegaba antes pudiera advertir a Carlos IV de sus intenciones y se frustrara su plan. El Emperador tenía un concepto elevado de la inteligencia de Godoy, mientras que su opinión sobre los reyes españoles era todo lo contrario. La historia demostrará que Bonaparte no estaba equivocado.

Como es de suponer, de todo esto era ignorante Manuel Godoy, que se encontraba en el cuartel de Guardia de Corps recuperándose de sus heridas y en precario estado de salud. Así, salió de Aranjuez aquella mañana del día 23 acompañado de un cirujano y de una numerosa escolta a las órdenes del Marqués de Castelar. Siguiendo, pues órdenes de Negrete, Castelar detiene la comitiva en Pinto, encerrando al prisionero en el Torreón medieval de esa villa utilizado en otro tiempo como prisión de la Princesa de Éboli y Antonio Pérez. En aquella torre permanecerá Godoy hasta el 2 de abril, hasta su traslado, siempre bajo la custodia del Marqués de Castelar, al palacio-castillo de Villaviciosa de Odón. Desde aquel día, Castelar irá enviando y recibiendo oficios escritos relativos a las incidencias diarias que se van produciendo en Pinto con el preso. En las mismas, como si de un diario se tratara, se ponen de manifiesto el efecto que esta prisión causó en Godoy y los trastornos mentales que le produjeron la rigurosa vigilancia de que fue objeto:

23 de Marzo de 1808:  “Hallándome a la altura de Pinto, sobre el Camino Real, sin haber ocurrido accidente alguno en la conducción del reo don Manuel Godoy, me hallé con un Ayudante de la plaza de Madrid, que de orden del Capitán general me mandó volver atrás con el motivo de haber entrado el gran Duque de Berg en Madrid y hallarse una imposibilidad muy política y digna de la mayor atención con respecto a mi objeto para no proseguir el camino y conformarme con la advertencia del Capitán general, por lo que he resuelto quedarme en Pinto y aguardar aquí las órdenes que S. M. tenga a bien comunicarme.  Lo que noticio á V. E. para que lo eleve A L. R. P. de S. M. Pinto, 23 Marzo 1808”.

A última hora de día, Castelar enviará un oficio al Ministro de la Guerra: “Ahora que son las diez y media de la noche, me dice por un oficial el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Negrete, que el gran Duque de Berg le acaba de enviar un recado por el General Goonchy, advirtiéndome que, conforme a lo que me dijo esta mañana, no puede, en manera alguna, consentir que entre en Madrid D. Manuel Godoy hasta que S. A. haya resuelto sobre una nota que en este asunto ha pasado hoy al señor Embajador de Francia; por consiguiente, es preciso que V. E. se detenga donde se halla o retroceda hasta nuevo aviso, pues el tono en que se me ha hecho esta intimación, me convence de que el Ejército francés tomaría fuertes medidas si no se accediese a esta pretensión; por tanto, puede V . E. dar cuenta al Rey y esperar sus últimas resoluciones. Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid, 23 de Marzo de 1808. Xavier de Negrete. Lo traslado a V. E. para que, enterando a S. M. de lo ocurrido, se digne comunicarme sus soberanas resoluciones. Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años. Pinto 23 de Marzo de 1808. E. S. El Marqués de Castelar”.

24 de Marzo de 1808: “Que el facultativo que asiste a Godoy ha notado algún calor, acompañado de una cortísima aceleración de pulso, que lo atribuye al movimiento del camino y al efecto de alguna causa moral propia de una imaginación agitada.» Lo participo a V. E. para que lo eleve a noticia de S. M., cuyas soberanas resoluciones espero, relativas a lo que por V. E. le tengo representado para el mejor éxito de la comisión que S. M. se ha dignado fiarme”.

25 de Marzo de 1808: “La novedad que ayer tarde avisé a V E. se advertía en la salud de D. Manuel Godoy, se ha desvanecido enteramente y hoy se halla sin otra que la de sus heridas, que siguen con notable alivio. Las patrullas de observación me avisaron a las cinco de esta tarde que a la altura de Villaverde se descubrían algunos escuadrones de caballería francesa que, aunque ningún cuidado debía ofrecerme por ser tropa. No obstante, la novedad que pudiera causar a los habitantes de este pueblo, sin otro objeto que el que aquélla ofrece en todo pueblo pequeño, juntándose, y una vez reunido, podría, tal vez, intentar alguna violencia contra D. Manuel, hacia quien dirige todo su encono, y para evitar cualquiera consecuencias contrarias al mejor desempeño de la comisión que S. M. se ha dignado conferirme, convendría que V. E. mandase al Capitán general de la provincia me avisase con anticipación de semejantes ocurrencias, por cuyo modo podría yo tomar las debidas precauciones relativas a la seguridad del reo. Lo que comunico á V. E para que lo eleve a noticia de S. M”.

26 de Marzo de 1808: El marqués de Castelar recibe el siguiente oficio:  “Enterado el Rey de lo que V. E. acaba de escribir al Capitán de Reales Guardias de Corps, Conde de Villariezo, sobre el estado de la prisión del Príncipe de la Paz y de la tropa que le custodia, así como de la entrada de tropas francesas en esa villa y sus inmediaciones, me manda S, M. decir a V. E. que este último suceso es efecto de una nota pasada por el señor Embajador de Francia, diciendo tenía necesidad de que algunas tropas saliesen de Madrid para aliviar algo  a este pueblo, ya acampándose en El Pardo, y ya colocándose otras en Pinto y otros pueblos para estar expeditas a seguir su ruta a Cádiz; por lo que no duda S. M. de que estas tropas procederán con armonía con V. E. y a un mismo fin; y por lo tocante al estado de la tropa que tiene V. E. a sus órdenes, me manda S. M. decirle que pidan cuanto necesiten y conduzca a su bienestar, sea en ración o sea en preces extraordinario, a fin de que tengan este alivio en su fatiga, y que V. E., para que también tenga alguno, puede nombrar al segundo de su satisfacción que gustase y esté a sus órdenes. Y de la de S. M. lo comunico a V. E. para su gobierno y en contestación también a su oficio de ayer”.

26 de Marzo de 1808: Oficio de Castelar a D. Antonio Olaguer: “Excelentísimo Sr.: Por el oficio de V. S. , que recibo a la una del día de hoy, veo que enterado S. M. de cuanto en el mío de igual fecha le exponía, ha tenido a bien resolver que el escuadrón de Dragones de Lusitania, que se hallaba en esta villa continúe bajo mis órdenes, como igualmente las demás tropas de mi mando; y que además pida todos los auxilios que juzgue necesarios a la seguridad de mi comisión; asegurándole V. E al mismo tiempo que si el celo, amor y respeto infatigable que todos estos Cuerpos muestran al buen servicio de S. M. no fuera tan excesivo, sería impracticable la custodia de D. Manuel Godoy, atendiendo a la ninguna seguridad que ofrece la casa de su arresto y odio general que le profesa el pueblo, razón por la que he resuelto se haga el servicio de rigurosa campaña, en cuyo caso miro como indispensable contribuir a estas tropas con algún plus, exceptuando el Cuerpo de Reales Guardias de Corps, pues este sólo desea repetir pruebas de su amor y lealtad, efectos muy propios de la cuna de sus individuos. Por lo respectivo a mi descanso, tendrá V E. la bondad de hacerle presente soy un soldado lleno de patriotismo, deseoso de sacrificarme en servicio de S. M., y que, por tanto, encuentro el mayor reposo en medio de las fatigas, sólo al considerar son en obsequio de S. M., pero que sus insinuaciones son para mí preceptos, y por lo mismo, y en obsequio de la obediencia, nombro para mi segundo, si S. M. se digna aprobarlo, a D. José Palafox, de cuyo celo y actividad tengo las más repetidas pruebas con una entera confianza de su suficiencia y amor al Real servicio. El preso D. Manuel Godoy continúa sin novedad particular; sírvase V. E. elevarlo a noticia de su majestad”.

27 de Marzo de 1808: Antonio Olaguer a Castelar: “El Rey aprueba el nombramiento de segundo a favor del Brigadier D. José Palafox, y se ordena se abone la gratificación extraordinaria de sobre el que le corresponda a las clases de Sargento, Cabo y Tambor o Soldado de los Cuerpos de Infantería y Caballería que se hallan en la villa de Pinto a las órdenes del Marqués de Castelar, en consideración a la mayor fatiga que experimenta en tan importante servicio”.

28 de Marzo de 1808: Se comunica al Marqués de Castelar la orden reservada diciéndole que el Rey ha autorizado  que un médico francés vaya a Pinto, con objeto de ver el estado de salud de Godoy, advirtiéndole que cuando el Médico se presente se le permita entrar en !a habitación y reconocer al enfermo, pero teniendo particular cuidado  que durante la visita se halle con él alguna persona de confianza que  entienda perfectamente el idioma francés, y cuide que no hablen de otros asuntos que de los relativos a la enfermedad. El mismo día contesta el Marqués de Castelar quedar enterado de lo anterior e informa que él y su ayudante Palafox vigilarán la visita, junto con dos guardias más, “por ser los únicos que nos hallamos con algún conocimiento en el idioma francés”. También comunica que: “Consiguiente a lo que en mi oficio de ayer dijera V. E. en orden al Regimiento Suizo de Reding, que se halla en la villa de Getafe, debo añadir se han presentado a la inmediación de esta villa unos cuantos soldados del expresado Regimiento, y reconocidos que fueron por las patrullas a mi mando, dijeron venían con el objeto de comprar vino y que tenían licencia de su Coronel para separarse a distancia de una legua de su destino, cuya franqueza convendría que V. E. restringiese”. También informa sobre el estado de salud de Godoy: “ D. Manuel Godoy continúa hoy bastante despejado, haciendo preguntas impertinentes  a las que procuro evadirme por ignorar qué debo contestarle; dice desea saber si en este pueblo se halla preso de orden de S M., de que no puede persuadirse por ser íntimo amigo suyo, o si sólo se halla detenido por defenderle de la furia del pueblo; que quiere afeitarse, cortarse las uñas y saber de su mujer e hijos; todo lo que comunico a V. E. para que elevándolo a noticia de S. M., se digne advertirme lo que debo ejecutar en estos puntos, pues hasta el presente le he dejado en sus dudas y deseos”.

29 de Marzo de 1808: En esta fecha se comunica al Marqués de Castelar que queda suspendida la visita del médico francés. Sobre las novedades del día anterior se le comunica que: “Enterado el Rey del papel de V. E. de ayer, ha mandado, que el Regimiento Suizo de Reding, que se halla en Getafe, pase a Toledo; no halla S. M. reparo en que se permita afeitarse y cortar las uñas de D. Manuel de Godoy, ni en que se le dé un cubierto para comer, pero con precauciones y cuidado convenientes para impedir todo suceso contrario a su conservación y existencia; quiere que V. E. procure evadir sus impertinentes preguntas, como lo ha hecho hasta aquí, valiéndose de los medios que le dicte la prudencia, y no contestándole en los casos apurados a que no alcancen aquellos; y finalmente, es su Real voluntad, que tome V. E. todas las medidas necesarias para la seguridad de dicho D. Manuel Godoy, según las ocurrencias y circunstancias que se presenten”.

En ese mismo día, se envía un oficio a Pedro Ceballos  por orden del Rey: “Excmo. Sr.: Habiendo llegado a entender el Rey que en la villa de Pinto se ha presentado un comisionado francés con el objeto de formar alojamiento para algunas tropas de su nación; y no siendo capaz la expresada villa por su reducido vecindario de admitir otro alojamiento que el que ya tiene de Guardias de Corps v tropa que custodia la persona del Príncipe de la Paz, además de los inconvenientes que podrían resultar de llevarse a efecto aquella providencia, me manda su majestad expresarlo a V. E. para que lo haga presente al señor Embajador de Francia, y le manifieste que las citadas tropas francesas podrían alojarse en cualesquiera otros pueblos de las inmediaciones de esta corte; pero que si es absolutamente indispensable para el arreglo e instrucción de su tropa que se aloje a acantone alguna en Pinto, se lo avise á V. E. para disponer la traslación del Príncipe de la Paz al destino que S. M. tenga por conveniente. Lo que de su Real orden comunico á V. E. para su cumplimiento, esperando su contestación”.

Ese mismo día, el  Marqués de Castelar envía el acostumbrado oficio a Antonio Olaguer y  Feliú: “Por el oficio de hoy que acabo de recibir, quedo enterado de cómo S, M. no tiene inconveniente en que D. Manuel de Godoy se le permita afeitarse, cortarse las uñas y que se le dé un cubierto para comer; todo usando de la mayor precaución para impedir todo suceso contrario a su existencia; asegurándole V. E. procuraré eludir toda contestación como me ordena S. M. A las tres de la tarde de hoy día a la fecha, se han alojado en esta villa dos Regimientos de Dragones franceses mandados por un General, a quien inmediatamente hice que mi segundo pasase a cumplimentar acompañado de des oficiales más, por no permitirme mi comisión separarme de ella un punto, encargándole se le hiciese así presente, y ofreciese en mi nombre cuantos auxilios pudiera suministrarle; aun cuando fuese necesario que las tropas a mi mando careciesen de éstos; poco después vino dicho General con sus edecanes a visitarme, y con este motivo unánimes y conformes acordamos el sistema que debería observar para evitar la reunión de unas trepas con otras, formando una línea de división, por medio a la cual y una gran guardia, quedase enteramente cortada la comunicación de entrambas tropas, pidiéndome además cuatro hombres para que éstos acompañen sus patrullas, los que le franqueé con sumo gusto: al breve rato volvió dicho General a hacerme segunda visita, y presentarme toda su oficialidad. El preso D. Manuel Godoy continúa sin la menor novedad, progresando cada vez más en la curación de sus heridas, y encargándome diga a S. M. cómo el día siguiente a la noche del alboroto en al Real Sitio de Aranjuez, oyó que el Ballestero Iparraguirre, D. N. Tratieso y D.  Manuel Moratilla, Administrador de aquel Cortijo, a quienes juzgaba encargados de recoger todos sus efectos, trataban de llevárselos a casa de Moratilla, y como entre todos se hallasen una cómoda amarilla  y en ella la correspondencia del Rey con Napoleón, y la mía con el dicho, y con Murat en que trataba, de varios asuntos de la mayor importancia, lo advierte para que en el particular se tomen las medidas que parezcan más oportunas”.

30 de Marzo de 1808: Se comunica al Marqués de Castelar que se aprueban sus medidas, y que en cuanto al alojamiento de tropa francesa en Pinto, se ha pasado nota al Embajador de Francia para que se las dé otro destino. También da cuenta el Marqués de Castelar de haber recibido un oficio del Intendente de la Corte, D. Pedro de Mora y Lomas, en que se le avisa que “en el día de hoy deberán alojarse en Pinto, Leganés y Getafe 900 caballos del Ejército francés, cuya imposibilidad hace presente por estar todo ya ocupado y además escasear los víveres hasta tal punto, que ha reducido a media ración a su tropa para que a la francesa no les falte lo que les está asignado”. Castelar informa que Godoy se encuentra en mejor estado porque el ojo herido se ha restablecido y las heridas se le cicatrizan perfectamente.

31 de Marzo de 1808: Castelar informa del movimiento que observa en las tropas francesas y la colocación de su artillería en lugares estratégicos, lo que preocupa a los habitantes de la villa,  y del peligro de su misión.  También informa de estado de sus tropas, bastante exhaustas de recursos “que hasta el Cuerpo de Guardias de Corps está sin más alojamiento que el simple cubierto, ni otra cama que la capa, por haber cedido todo a las tropas francesas”. En cuando a Godoy manifiesta que  ”debo advertir a V, E. que esta tarde llamó para decir que era indispensable repetir con energía y nervio al Rey, o sea a la Junta Revolucionaria que gobierna esto, que sus fuerzas se iban acabando cada vez más, y aumentándose la debilidad de su cabeza con la sangre que pierde por la nariz, y que teme le produzca tal vez algún derrame al cerebro, que hace doce días se halla postrado en una cama y custodiado cual si fuera un delincuente, sin que hasta ahora se le hayan hecho cargos acerca de sus delitos; que él se juzga inocente, y que si así no fuera, no se hubiera entregado, usando para su defensa otros recursos de que no carecía; y por último  asegura que nada le importa su existencia; que, su espíritu padece con la incertidumbre que aflige su amor propio; que se le haga presente a S. M. o a la Junta lo dicho, en los mismos términos que él lo dice, para que se trate de aclarar estas confusiones; que aunque el facultativo que le asiste se esmera en la curación y asistencia hasta lo sumo que permite la caridad, y está seguro de que continúa perfectamente en su curación por indicarlo así todos los síntomas exteriores que manifiesta  su mal, sin embargo, su exterior conoce se va por momentos debilitando, y que sintiéndose hoy más postrado que ningún otro día, se le diga al Rey; y en ausencia mía  quejándose de lo mismo con insinuaciones de amenaza,  yo pondré enmienda en todo esto, de que han dado parte los centinelas”.

1 de Abril de 1808. Se contesta a Castelar que se han dado órdenes para que se socorra con rapidez a la tropa de Pinto. Castelar da cuenta del movimiento de las tropas francesas alojadas allí.  También da cuenta de haberse presentado en Pinto  Sebastián Aso Trabieso, Catedrático del Colegio de San Carlos, con un oficio del Rey que  le manda que inmediatamente vaya a esta villa para que, junto con el cirujano de Reales los Reales Guardias de Corps, José de Capdevila, asista a la curación de Godoy: “más como no tengo orden de esta comunicación por V. E. no me ha parecido prudente franquearle la entrada ínterin V. E. no me lo ordene”. En este mismo oficio da cuenta Castelar de lo observado en las tropas francesas por la mañana. Ese mismo día llega a Castelar un nuevo oficio: “Habiendo determinado el Rey que se traslade a Villaviciosa al Príncipe de la Paz, quiere Su Majestad que V. E. me diga el día, hora y modo que le parezca más conveniente para verificarlo con seguridad y sin consecuencias”.

2 de Abril de 1808: Castelar acusa recibo de la orden del Rey  y contesta que partirá de Pinto con destino a Villaviciosa por la noche, entre las tres y las cuatro de la mañana. En efecto, a la hora y día señalado la comitiva parte de Pinto con destino a la nueva prisión en la que permanecerá Godoy, y en la que será encerrado también su hermano Diego, hasta que Napoleón ordene su salida para acompañar al Rey Carlos IV a Bayona, donde tendrá lugar el encuentro entre ambos reyes de España y el Emperrados, con las conocidas Abdicaciones de Bayona, donde ambos Borbones ceden la Corona española a Napoleón y este, a su vez, se la entrega a su hermano José Bonaparte.

Tras la abdicación de los reyes españoles, estos se trasladarán a vivir a Francia, Fernando VII a Valençay, donde permanecerá hasta su regreso a España en  marzo de 1814, y Carlos IV a Roma, donde le acompañará su familia y si fiel valido Godoy, también con su familia. Godoy terminará su días en París, solo, enfermo y sin medios para vivir. Manuel Godoy, el hombre más poderoso de España en los finales del siglo XVIII y principios del XIX, hasta el Motín de Aranjuez, fue acusado de todo, pero jamás fue juzgado por delito alguno.  La hija de Fernando VII, Isabel II, tras las Guerras Carlistas devolvió a Godoy sus posesiones y, de alguna manera, su honor. Pero era demasiado parte de para él….

Como contó más tarde en sus memorias: «para mover los pueblos, es un medio probado en todos tiempos esforzar las mentiras más allá de lo atroz y lo creíble, porque entonces se cree todo«.

 

Fuentes: Memorias de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz

Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, Cándido Pardo González

Memorias de Godoy, Enrique Rúspuli

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