Virgen de la Antigua

Foto: J.A. Padilla

El templo que vamos a visitar en esta página es un ejemplo de la, demasiadas veces, desidia y abandono de nuestro patrimonio urbanístico y cultural. La ermita, antes iglesia, de Santa María la Antigua, situada en el madrileño barrio de Carabanchel, no invita demasiado a su visita. Junto al cementerio de Carabanchel, adosada a su tapia, la ermita está situada en un lugar sucio y abandonado, a merced del tiempo, pero también del vandalismo. Afortunadamente, y pese a las críticas, la iglesia se ha limpiado en su exterior y se ha rehabilitado su interior, acabando con esas sucias pintadas. Pero se hace necesario un cuidado mayor, Del templo y del entorno.

Foto: J.A. Padilla

La ermita de Santa María la Antigua, ubicada al final de la Calle Monseñor Oscar Romero. Fue construida en el siglo XIII en honor de Santa María Magdalena y es, nada más y nada menos, que el templo mudéjar más antiguo de toda la Comunidad de Madrid, y también es la única ermita románica-mudéjar completa de la Comunidad y un ejemplo de arquitectura de ladrillo mudéjar. Originalmente fue la iglesia del pueblo de Carabanchel pero en el siglo XV pasó a ser ermita. Exteriormente, se trata de un templo de estilo románico-mudéjar de planta rectangular, en cuya cabecera se observa un ábside semicircular de mampostería unido a la nave, una característica de la arquitectura románica, y el presbiterio. La ventana del ábside es de ladrillo con forma ojival.  La ermita, además, está edificada sobre una antigua villa romana datada entre los siglos II y III.

Foto: J.A. Padilla

La portada es de ladrillo con tres arcos. Sobre el tercer arco vemos una decoración horizontal, formada por una fila de ladrillos en esquinilla y otra en sardinel. Junto a la portada del templo hay un gran contrafuerte.

Foto: J.A. Padilla

Cuenta con una torre de planta rectangular realizada en mampostería y ladrillo que acaba en un cuerpo donde se alojan dos campanas. Dicha torre mide 5,70 m de largo, 2,25 de ancho y 20 de alto.

Foto: J.A. Padilla

En su interior se conserva el techo de madera original con pinturas al temple de esa época, figuras geométricas y pinturas que cuentan los milagros de San Isidro, porque esta iglesia también fue ligar de oración del santo, ya que los terrenos donde está ubicada pertenecieron a Iván de Vargas. Aunque aún no existía la ermita actual.

Foto: J.A. Padilla

El retablo es de estilo barroco, del siglo XVI, y en la hornacina central hay una copia de la imagen medieval de Nuestra Señora de la Antigua, cuyo original desapareció en 1936.

Foto: J.A. Padilla

Junto a ella, a los lados había dos cuadros que representan a San Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza, hoy desaparecidos,  mientras en la parte superior vemos una pintura de Santa María Magdalena, a cuya advocación estuvo dedicada la iglesia original, hoy también desaparecida. Todas las pinturas son del siglo XVII.

Foto: J.A. Padilla

Al fondo de la ermita se encuentra el coro apoyado en vigas de madera decoradas con pinturas fechadas en el siglo XIII y las que se aprecian episodios de San Isidro.

Foto: j.A. Padilla

En cuanto a la decoración iconográfica que se encuentran en la ermita, podemos contemplar dos tallas de factura moderna: una dedicada a San isidro y otra al Corazón de María, así como restos de alguna pintura románica dedicada a Santa Magdalena.

Foto: J.A. Padilla

No cabe duda es uno de los elementos singulares de esta ermita es su torre, de planta rectangular, poco frecuente en el mudéjar, que acostumbraba a construirlas con planta cuadrada. Posee dos campanas: una dedicada a Nuestra Señora del Rosario; y la otra, al Sagrado Corazón de Jesús, ambas de mediados del siglo XX.

Foto: J.A. Padilla

Bajo la escalera que conduce al coro se encuentra un pozo del que cuenta la tradición que San Isidro llevaba a abrevar allí los bueyes de su patrón, aunque no tiene nada que ver con el milagro del pozo. Como San isidro murió en el año 1172, es de suponer que la ermita fue construida posteriormente respetando la existencia del pozo. En torno a este lugar existe la leyenda del lobo, según la cual San Isidro entró un día en la antigua iglesia de Santa María Magdalena para rezar. Unos niños le advirtieron de que fuera había un lobo estaba merodeando con intención de matar a su burro. San Isidro les contestó: «Id en paz, hágase la voluntad de Dios». Concluida la oración, el santo salió de la iglesia y encontró muerto al lobo e ileso al burro. San Isidro regresó al interior a dar gracias a Dios.

Como casi hay que da las gracias a Dios porque este templo se haya mantenido en pie a lo largo de estos siglos. Esperemos que la reciente rehabilitación sea el comienzo de la recuperación total del entorno, tal y como los vecinos vienen solicitando desde hace años y los madrileños puedan conocer uno de sus templos más importante, hoy un perfecto desconocido. Un cuadro del artista Juan Mieg muestra una pintura de esta ermita y de su entorno, más acorde con el actual.