San Vicente de la Barquera

Foto: J.A. Padilla

No estamos en otro puerto pesquero de la cornisa cantábrica. No estamos en otra villa con aire marinero que caracteriza a Cantabria y Asturias. Estamos en San Vicente de la Barquera. El puerto más importante de la región. La antigua Portus Vereasueca romana empezó a convertirse en villa cuando, a mediados del siglo VIII el rey Alfonso I levantó el castillo.

Ría de San Vicente. Foto: J.A. Padilla

San Vicente está situada en un punto estratégico, en un cruce caminos, siendo actualmente paso obligado entre Cantabria y Asturias, habiéndolo sido desde el medievo al pasar el Camino de Santiago. Su ubicación y entorno natural junto a las playas de Oyambre, los arenales de Merón o Gerra y, por supuesto su ría, la ría de San Vicente, la han convertido en un enclave turístico de obligada visita.

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Si venimos desde Cantabria, nos saluda una importante obra de ingeniería, como es el Puente dela Maza. Si venimos desde Asturias, el puente nos despide hasta nuestra próxima visita. Este puente comenzó a construirse en piedra en el siglo XV sobre otro anterior de madera que ya existía en el siglo VI y llegó a tener 32 arcos, y medio kilómetro de longitud sobre la ría de San Vicente. Los lugareños también lo conocen como Puente de los Deseos, porque cuenta la tradición que si pides un deseo y cruzas el puente aguantando la respiración, éste se cumplirá. Un ejercicio difícil, pero que merece hacerse si ello nos ayuda a regresar.

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Ya en la villa, nos encontramos con una Plaza Mayor completamente abierta al mar en uno de sus lados. Si llegamos a la hora de comer, este es un buen punto de partida. A la derecha, siguiendo la antigua carretera que atraviesa la villa, encontramos un buen número de restaurantes que nos ofrecen las delicias y manjares propios de una villa marinera. Si no es la hora de comer podemos subir hacia el punto más alto para despertar nuestro apetito. Empecemos, pues, por despertar nuestras emociones.

Torre del Preboste. Foto: J.A. Padilla

No nos asusten las cuestas y empecemos nuestro recorrido por la Puebla Vieja, el barrio correspondiente al centro monumental. Casi al principio, nos encontramos con la Torre del Preboste, un torreón levantado en el siglo XIII, adosado a la antigua muralla junto a la que fue construído. Su función fue la defensa de una de las puertas de entrada a la antigua villa y cobrar el diezmo a los que accedían a ella. Posteriormente sirvió como Cárcel Pública y en la actualidad es una sala de exposiciones.

Ayuntamiento. Foto: J.A.Padilla

Siguiendo nuestro camino, frente al Torreón, encontramos el edificio del Ayuntamiento, el Palacio de la Familia Corro, un palacio renacentista del siglo XVI mandado construir por el inquisidor Antonio del Corro del Inquisidor como hospital para acoger a los enfermos pobres y peregrinos de la villa que venían del Camino de Santiago. Destaca su fachada plateresca, donde podemos ver los escudos de la familia.

Hospital de la Concepción. Foto: J.A. Padilla

Y seguimos subiendo por la calle Alta. Al final de la cuesta ya se observa la Iglesia de Santa María de los Ángeles, pero antes nos detendremos en las ruinas del antiguo Hospital de la Concepción, situado a la izquierda. Este hospital en el siglo XVI fue refugio de los numerosos peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela y que atravesaban la muralla por la Puerta del Peregrino, junto al hospital, en su camino hacia occidente. Apenas quedan en pie algunos fragmentos de sus muros.

Iglesia Santa María de los Ángeles. Foto: J.A. Padilla

Terminamos de subir la calle y llegamos a la extraordinaria Iglesia de Santa María de los Ángeles, que culmina nuestro camino. La iglesia está ubicada en la zona más alta de la villa. Su construcción iniciada en el siglo XIII se demoró hasta el siglo XVI En ella se aprecian el gótico, siendo uno de sus ejemplos más destacados de este tipo de arquitectura. En una de sus capillas se encuentra la estatua funeraria del Inquisidor Corro, una de las mejores obras del renacimiento español.

Iglesia. Foto: J.A. Padilla

Lo que más llama la atención de esta iglesia es que su torre puede verse desde cualquier punto de San Vicente. Está rodeada por un mirador que nos permite ver la villa, la ría y la simpar vista de los Picos de Europa al fondo. Ha merecido la pena la subida.

Castillo. Foto: J.A. Padilla

Volvemos nuestros pasos y comenzamos el camino de bajada a la villa. Pronto divisamos la inconfundible silueta del castillo, llamado Castillo del Rey, uno de los mejores ejemplos de arquitectura defensiva de la región. Fue construido en el año 1210 por Alfonso VIII. Tras su reciente rehabilitación, el castillo se ha convertido en una sala de exposiciones sobre la historia de San Vicente con documentos y piezas históricas de la villa, además de disfrutar de las hermosas vistas.

Puebla Vieja. Foto: J.A. Padilla

San Vicente constituye una de las más conocidas y bellas estampas de toda la cornisa cantábrica y posee unas magníficas playas, como son Fuentes, Primera de San Vicente, El Rosal, El Tostadero, Merón y Gerra, además de su hermosa ría salpicada de innumerables barcas que proporcionan un intenso colorido que contrasta con el azul del agua.

Brazo Mayor. Foto: J.A. Padilla

Un azul que se manifiesta más profundo y colorista cuando atravesamos el llamado Brazo Mayor por el otro puente de acceso a la villa, situado al oeste, más pequeño que el otro. Este brazo forma la Marisma de Pombo. Desde el puente se observa una maravillosa vista de San Vicente, con el castillo en primer plano.

Mirador de la Iglesia. Foto: J.A. Padilla

Son muchas las razones para visitar San Vicente de la Barquera. Tantas, que hoy se ha convertido en una de los enclaves turísticos más importantes del norte de España.

Arco junto a la Torre del Preboste. Foto: J.A. Padilla