Teguise

Foto: J.A. Padilla
Teguise. Al fondo, el castillo de Santa Bárbara. Foto: J.A. Padilla

Al nordeste de la isla de Lanzarote se encuentra una de las primeras poblaciones fundadas en las Islas Canarias: la villa de Teguise, que llegó a ser capital de la isla hasta 1847, cuando se traslada a Arrecife. La importancia de la villa se demuestra en su importante conjunto histórico-artístico, entre el que se encuentra el castillo de Santa Bárbara, situado a 1 kilómetro de distancia del casco urbano, sobre la cima del cráter del volcán Guanapay, ahora convertido en Museo de la Piratería; el Palacio Spínola, ubicado en una casona señorial del siglo XVIII; la iglesia de Guadalupe, y el convento de San Francisco.

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Desde cualquier punto de la villa se observa la imponente torre-campanario de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Situada en la plaza de San Miguel, se levanta esta iglesia construida en la primera mitad del siglo XVI. Una iglesia perseguida por la mala suerte, víctima de saqueos de piratas e incendios.

Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Foto: J.A. Padilla

El último de ellos fue en el año 1909 y casi la destruyó por completo. Serían los propios vecinos de Teguise quienes con sus limosnas la reconstruyeron por completo. De un blanco níveo, destaca su torre de piedra roja y negra, cuyo campanario blanco fue añadido en 1914.

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No es el único templo existente en Teguise También encontramos el Convento de San Francisco. Situado en la plaza de su nombre y fundado en 1698 por el capitán Rodríguez Carrasco, vecino de Teguise. El Convento y la Iglesia  constituyen  el Ayuntamiento de Teguise y la Iglesia de Santo Domingo. El conjunto presenta una fachada de doble composición, una espadaña lateral a su izquierda, dos puertas de gran tamaño y un óculo acristalado. Sobre la puerta de la derecha, en canto rojo, los símbolos de la orden dominicana.
La cubierta es de techos de dos aguas cubiertas de tejas rojas.

Convento de Santo Domingo. Foto: J.A. Padilla

Pero además, el paseo por las blancas calles de la villa se aprecia el antiguo esplendor y nos permite hacernos una idea de cómo era la vida en Lanzarote durante los primeros tiempos de la etapa colonial.

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Teguise mantiene ese aire noble y señorial que nació con la dinastía Bethencourt y posteriormente con los Herrera, su etapa de mayor esplendor, y cuyo patrimonio se halla repartido entre sus angostas y empedradas calles, destacando sus tradicionales casas nobles, señoriales y aristocráticas. Pero además, se observan detalles decorativos en muchas de las casas que llaman la atención.

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Teguise es el municipio más extenso de la isla, ya que además la villa se extiende hasta la costa, llamada Costa Teguise, una de los mejores centros turísticos de las Islas Canarias, gracias al gran nivel y calidad en sus servicios.

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La villa es un museo al aire libre. Da la sensación que paseamos por un escenario de alguna película de la saga de “La Guerra de las Galaxias”, formando todas las casas un conjunto de gran armonía y belleza. La luz, el espacio y las formas cobran un sentido especial en Teguise.

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La artesanía también es importante en este municipio, sobre todo la cerámica. Destacan en este sentido unas características figurillas conocidas como «Los Novios del Mojón«. En los últimos lustros se ha consolidado un colorista mercadillo que se celebra en las calles de la Villa de Teguise cada domingo.

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