El puente de San Martín

El puente de San Martín, una de las antiguas entradas a la ciudad imperial de Toledo fue levantado en el siglo XIII para sustituir al antiguo puente que fue arrastrado por una crecida del río Tajo y cuyos restos son visibles aún desde el nuevo puente.

Este nuevo puente había sufrido muchos daños en su estructura desde su construcción, lo que obligó un siglo después al arzobispo Tenorio a acometer una completa reforma del mismo, llamando al mejor arquitecto de aquel tiempo. Las obras se fueron realizando sin problema alguno y el final de las obras llegaba a su fin.

Sin embargo, algo parecía preocupar al arquitecto. En silencio, al llegar la noche salió de su casa y se dirigió al puente. Regresó a casa con gesto de preocupación y comenzó a llorar desconsoladamente. Su esposa le preguntó la razón de todo ello y él contestó que había cometido un error en sus cálculos y que, cuando se quitara el andamiaje, el puente se vendría abajo. Explicó a su mujer que no podía decirle nada al arzobispo porque el escándalo haría que nadie se atreviera a darle trabajo jamás.

La mujer no dijo nada. Salió de su casa y al llegar al puente, prendió fuego a los andamios de madera. Una vez que comprobó que el puente estaba ardiendo, la mujer regresó a casa. La noche era tormentosa y la caída del puente hizo pensar a los toledanos que eran truenos y relámpagos de la tormenta. Al día siguiente, todos  vieron que el puente se había derrumbado sobre el río y que los andamios de madera habían ardido y pensaron que todo había sido producido por la tormenta.  Ante el triste acontecimiento, el arzobispo volvió a encargar al arquitecto la reparación del puente.

Esta vez, las obras se hicieron con los cálculos correctos y el arquitecto quedó orgulloso de su obra. El puente se inauguró sin problemas. Pero la mujer del arquitecto no tenía la conciencia tranquila. Tras contar lo sucedido a su marido, pidió audiencia al arzobispo para contarle lo sucedido. Este, tras escucharla, le felicitó por su valor y nobleza y no solo guardó el secreto sobre todo lo sucedido, sino que hizo colocar una figura de la mujer del arquitecto en la clave del arco puente como homenaje a ella, figura que puede verse hoy en día. La leyenda es posible que pueda ser cierta, pero la realidad es que la figura que existe en el puente está muy erosionada por el tiempo corresponde al arzobispo Tenorio.

Hoy, este puente es un orgullo de los toledanos, hasta el punto de que es famosa una copla popular: “Tres cosas tiene Toledo, que no las tiene Madrid, la catedral, el alcázar y el puente de S. Martín”.

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