Lerma

En el siglo XVII Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, duque de Lerma y valido de Felipe III ordenó construir una villa Lerma a su capricho, en el que incluyó la construcción de una palacio. Y esta villa, ejemplo de su poder, se convirtió en otra corta alternativa a Madrid, para el recreo y el disfrute de los cortesanos.  Fruto de ello, es la villa de Lerma, a apenas 30 kilómetros de Burgos capital, un lugar de gran belleza con una de las plazas más bonitas de España.

Dicha Plaza Mayor está formada por dos lados porticados con el impresionante Palacio Ducal cerrándola. El Palacio Ducal ocupa todo el frente de la plaza. Su diseño corresponde a los arquitectos  Francisco de Mora y fray Alberto de la Madre de Dios, considerados los mejores de la época. Durante la Guerra Civil Española se utilizó el edificio como cárcel. En la actualidad es un Parador.

El palacio posee cuatro torres, una por cada esquina. Sin embargo, en aquella época a los palacios de este tipo se les permitía dos torres. El duque de Lerma, impulsor de la obra, preguntó al rey si podía poner dos torres en su palacio, omitiendo que el palacio ya poseía dos torres. El rey le concedió el permiso, razón por la cual el Palacio posee cuatro torres.

El Palacio Ducal se convirtió en el símbolo del poder del duque de Lerma, valido del rey y, por ello, el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Y aunque vivía en Madrid, en Lerma disponía de un palacio, y de una villa, propia. Pero como los personajes poderosos, el duque de Lerma tenía tanto poder como enemigos y, finalmente, fue víctima de conspiraciones que le obligaron a abandonar la corte y marchar a Lerma, a su palacio. El Palacio está compuesto por 210 balcones de hierro y 135 ventanas. En su interior destaca su patio central rodeado de galerías con columnas, alternando dos cuerpos: el primero, de 20 columnas de orden toscano con arcos de medio punto, y el segundo, de 20 columnas de orden jónico. Sin nada que envidiar, pues, a palacios reales. A su lado se encuentra el otro monumento importante: el convento de San Blas, que en realidad se encuentra en la plaza anexa, la plaza de San Blas. Comenzó a construirse en 1613 bajo el diseño de fray Alberto de la Madre de Dios, para albergar a las monjas dominicas. Hasta el siglo xix estuvo unido al palacio por un pasadizo volado de tres arcos.

Junto a estos monumentos, la plaza contiene todos los elementos comunes en las plazas mayores, especialmente tiendas de artesanía y recuerdos y, como no, restaurantes donde degustar otro monumento, en este caso gastronómico: el cordero asado.