Casa de las Conchas

Dos son las leyendas en torno a este monumento salmantino. Una de ellas, sobre el origen del apellido del dueño de este palacio: Maldonado. Según esta leyenda, un caballero de apellido Aldana  tuvo un incidente con un desconocido, al parecer un simple pisotón. Ante la negativa a disculparse el desconocido por este hecho, ambos caballeros se retaron a un duelo. Posteriormente, se sabe que el desconocido es el hijo del mismísimo rey de Francia, lo que sin embargo, no evita el dueloentre ambos contendientes. Durante el mismo,  Aldana desarma al otro caballero y se convierte en vencedor del duelo. El rey francés le pide clemencia para su hijo y  le ofrece a Aldana lo que quiera a cambio de su vida. Aldana le pide el cetro real y licencia para usar la flor de lis en sus armas. El monarca francés accede a las peticiones con las siguientes palabras “C´est mal donné” (Está maldonado), cuya frase fue escrito, talvez por error, en las armas del vencedor y, que fue utilizado por el vencedor..

Sin embargo, la leyenda más conocida es la que trata sobre las conchas de su fachada. La historia arranca con la cesión, por parte de Margarita de Austria, de siete mil metros cuadrados de terreno en el centro de la ciudad para que los jesuitas  construyan un nuevo edificio. Para ello se ordena derribar dos iglesias y las casas de quinientas familias. Las obras comenzaron en el año 1617 y se prolongan durante 150 años, tras lo cual se levanta, majestuoso, el edificio de la actual Clerecía de San Marcos. Pero se observa un grave problema. La fachada da una estrecha calle que no permite observar la magnificiencia de su fachada, por lo que es preciso derribar la casa que se encuentra enfrente y crear una gran plaza que permita ver íntegramente el nuevo edificio. La casa de enfrente es la Casa de las Conchas. Para ello, lo jesuitas precisan comprarla para posteriormente derribarla. Pero su valor es demasiado elevado. Por ello, urden una leyenda: bajo cada concha se encuentra escondida una moneda de oro. De esa manera, la codicia de los ciudadanos arrancarán, una a una, las conchas de la fachada y el valor del edificio disminuirá lo suficiente para poder comparla. Se da la circunstancia de que la Compañía de Jesús había ofrecido a los Maldonado una moneda de oro por cada una de las 373 conchas de su fachada, tasación no aceptada por la familia. En la misma medida, se especula con que en realidad, eran los propios jesuitas los que ofrecían una moneda de oro por cada concha arrancada. Sin embargo, con leyenda o sin ella, los jesuitas no consiguieron su propósito y la casa se ha mantenido hasta nuestros días y podemos disfrutar de la majestuosidad y belleza de ambos edificios: Clerecía y Casa de las Conchas.

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