Almagro

Plaza Mayor de Almagro. Foto: J.A. Padilla

Almagro entra en la historia a lo largo del siglo XIII gracias a la Orden Militar de Calatrava, que hizo de esta villa la capital administrativa de sus dominios y la residencia de los Maestres. Sin embargo, será en los siglos XVI y XVII cuando Almagro alcance su máximo esplendor al asentarse aquí ricas familias procedentes de toda Europa atraídas por las ferias y los negocios que podían hacerse a partir de los bienes de la Mesa Maestral que el emperador Carlos V había arrendado a la familia de los Fúcares. Estas familias practicaron el mecenazgo y construyeron los espléndidos palacios que encontramos en nuestro recorrido.

Foto: J.A. Padilla

En el siglo XVIII, Almagro llega a ser incluso capital de la provincia de La Mancha y, aunque sufre los estragos del terremoto de Lisboa, aún conserva ese aire señorial que la caracterizó. En los siglos XIX y XX, Almagro sufrirá un periodo de decadencia, siendo el descubrimiento del Corral de Comedias el puno de inicio de la revitalización de la ciudad, convertida en la actualidad en un importante centro cultural y turístico.

Corral de Comedias. Foto: J.A. Padilla

La ciudad alberga el único Corral de Comedias que se ha mantenido en activo desde principios del siglo XVII hasta nuestros días, y que es, en buena parte, el emblema de la ciudad. Mantiene todas sus partes: zaguán, alojería, patio, cazuela, galerías y tablado, así como una intensa actividad que hace crecer la ciudad, especialmente durante el Festival de Teatro Clásico. 

Soportales Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Otro importante punto de Almagro es su Plaza Mayor, monumental y amplia, la cual destaca por los soportales repechados tras las columnas toscanas de piedra, que sostienen unas galerías cubiertas que la hacen única en su clase. La plaza sufrió una importante transformación a lo largo del siglo XVI, coincidiendo con la llegada de los Fúcar. Conserva la planta rectangular irregular y en uno de sus lados se levanta el Palacio Maestral. Sus dimensiones son 104,5 metros de largo por 37 metros de ancho. En el lado norte se encuentra el edificio del Ayuntamiento, construido a mediados del siglo XIX, en el que destaca la Torre del Reloj y sobre ella la estructura de forja donde se encuentra una campana.

Ayuntamiento. Foto: J.A. Padilla

 

Fuera de la plaza, destacan el Palacio de los Marqueses de Torremejía, situado en la plaza de Santo Domingo. El edificio, de fachada blanca, fue construido en el siglo XVI por la familia Oviedo y reformada en el XVII por Gaspar Mejia y Catalina de Oviedo. Se trata de un edificio de dos plantas encaladas en cuyo interior existe un patio central originariamente porticado. En la fachada se encuentra un escudo heráldico que se superpone a un águila y a la cruz de Santiago.

Palacio de los Marqueses Torremejía. Foto: J.A. Padilla

También podemos visitar sus numerosos edificios religiosos, como el Convento de la Encarnación, la Iglesia de la Madre de Dios, el  Convento de Santa Catalina, la Iglesia de San José, etc. un viaje por los diferentes estilos y singular belleza. O las iglesias de San Bartolomé, San Blas y San Agustín.

San Agustín. Foto: J.A. Padilla

San Agustín fue mandada construir en 1625 por la familia Figueroa, pero no se comenzaron sus obras hasta principios del siglo XVIII, terminándose en 1719. Se trata de una iglesia de estilo barroco y planta de cruz latina con una gran nave central cubierta por bóveda de cañón  y naves laterales contraídas formando capillas en la parte inferior y tribunas en la superior.

Foto: J.A. Padilla

En las  bóvedas y cúpula existen un enorme conjunto de pinturas al temple que representan escenas referentes al Santo Sacramento, San Agustín y la Virgen. Actualmente está desacralizada y es utilizada por el Museo Nacional del Teatro, como complemento a su programación habitual.

Capilla de San Blas. Foto: J.A.Padilla

Hemos hablado antes de la familia de los Fúcares, cuyo apellido real era en alemán era Frügger, los cuales llegan a Almagro en la primera mitad del siglo XVI. El cabeza de familia, Jacobo Függer,  decide reedificar, con la intención de agradecer a la divinidad los beneficios recibidos, la antigua ermita del Salvador, nombre que mantiene hasta el siglo XVIII y  que en la actualidad se conoce como Iglesia de San Blas.  La capilla es de una sola nave, sin crucero. El exterior  está construido en mampostería y está articulado mediante contrafuertes. También posee sencillas ventanas, de arcos de medio punto en ladrillo que iluminan el interior.

San Bartolomé. Foto: J.A. Padilla

Por su parte, la iglesia de San Bartolomé fue construida en 1625 y durarían las obras decenios, en 1735. La iglesia original estaba situada en la plaza, pero se hundió y se construyó en un  nuevo emplazamiento, gracias a la familia de los Mera,  que financiaron su construcción.

´Pósito. Foto: J.A. Padilla

Entre sus edificios civiles, además de los mencionados Ayuntamiento y Corral de Comedias, encontramos el antiguo Pósito, fundado en el año 1614, durante el reinado de Felipe III.

Parador. Foto: J.A. Padilla

Y no podemos dejar de mencionar el actual Parador de Turismo, antiguo Convento de Santa Catalina,  el cual fue fundado por Don Jerónimo de Ávila y de la Cueva, en 1596 para la Orden de San Francisco. Del antiguo convento sólo queda el antiguo claustro.

Foto: J.A. Padilla

Pasear por las calles de Almagro constituye una invitación a sumergirnos en su pasado, en las leyendas de monjes guerreros y caballeros, en la grandiosidad de sus iglesias y conventos, o en la perfecta traza de su Barrio Noble. Toda una aventura.

Foto: J.A. Padilla