Notre Dame, el paraíso perdido

I´lle de la Cité. Foto: J.A. Padilla

La Isla de la Cité de París está situada en el centro de París, en los distritos I y IV de la capital francesa y divide en dos el cauce del río Sena. En este lugar está situada la Catedral de Nuestra Señora, o Notre Dame, un lugar con una tradición religiosa muy antigua. Es, por encima de todo, el corazón de París.

Fachada de Notre Dame. Foto: J.A. Padilla

Según se cuenta, en este lugar ya los celtas practicaban sus ceremonias religiosas en este lugar y más tarde serían los romanos los que levantarían un templo dedicado al dios Júpiter. La primera construcción católica, la basílica de Saint Étienne, tuvo lugar en el siglo VI d.C., que más tarde sería sustituida por una iglesia románica. Es en el año 1164, cuando comienza la construcción de una catedral, que será dedicada a la Virgen, a Nuestra Señora o Notre Dame, al considerarse la anterior poco suficiente y digna de los nuevos tiempos. La aparición del gótico significaba un aspecto importante en el diseño de los nuevos templos y París no podía quedar atrás en cuanto a las nuevas técnicas arquitectónicas. Así, pues, será el rey Luís VII, llamado Luís el Joven de la dinastía de los Capetos, quien impulsará el proyecto de la catedral. La construcción se inicia en 1163 y se finalizarán a mediados del siglo XIV, participando varios arquitectos cuyos proyectos irán señalando los diferentes estilos que se aprecian en el templo.

Fachada Sur. Foto: J.A. Padilla

Durante la Revolución francesa, el templo fue desacralizado y pasó a ser propiedad del Estado, y en 1793 fueron destruidos más elementos de la catedral y muchos de sus tesoros robados, acabando como almacén para alimentos. En 1802, será el emperador Napoleón Bonaparte quien devuelva a la iglesia católica la propiedad de la catedral y su funcionamiento para el culto religioso. Y será el propio Napoleón quien se corone a si mismo como emperador ante el papa Pío VII en el año 1804. La catedral de Notre Dame o Nuestra Señora de París, representa al estilo gótico francés en todo su esplendor y ha sido, hasta su destrucción en el incendio de 2019 es uno de los monumentos más importantes de Europa, formando parte del catálogo de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.Notre Dame aparece majestuosa desde cualquier punto del que se mire. Sin embargo, en el momento de su construcción se encontraba rodeada de calles estrechas y muchas viviendas.

Fachada Sur de Notre Dame y río Sena, Foto: J.A. Padilla

Lo esencial en Notre Dame es el simbolismo que se aprecia en todos y cada uno de los elementos que la componen. La catedral, en si misma, es todo un universo. Su interior está bañado con una luz celestial iluminando un paraíso de piedra, compuesto por bóvedas de crucería, contrafuertes, arbotantes, vitrales y rosetones que sostienen este universo.

Interior de Notre Dame. Foto: J.A. Padilla

La planta de la catedral Notre Dame tiene forma de cruz latina. La nave principal tiene de un total 127 metros de largo y 48 de ancho. El transepto tiene 14 metros de ancho y 48 metros de longitud. El templo tiene una altura máxima de 96 metros y una superficie total de 5500 m².

Fachada de Notre Dame y estatua de Carlomagno. Foto: J.A. Padilla

Desde la Rue de la Cité se abre una gran explanada que permite ver, en todo su esplendor, la fachada principal de la catedral, de la que sobresalen sus dos torres de 69 metros de altura. En el nivel más bajo se encuentran sus tres puertas: la del lado norte, llamada Puerta de la Vírgen; la central, llamada Puerta del Juicio Final; y la del lado sur, la Puerta de Santa Ana.

Pórtico de la Virgen. Foto: J.A. Padilla

El pórtico de la derecha, dedicado a la Vírgen María, sufrió importantes mutilaciones durante la Revolución Francesa, y tuvo que ser restaurada en el siglo XIX. La puerta está presidida por la escena de la coronación de la Virgen. En el medio se representa la dormición de la María, quien yace en una cama acompañada por los apóstoles, mientras los ángeles elevan su alma al cielo. En la franja inferior, los patriarcas que sostienen o custodian un baldaquino con el arca de la alianza y las tablas de la ley.

Pórtico del Juicio Final (Detalle). Foto: J.A. Padilla

El pórtico central está dedicado al Juicio Final. Vemos a Cristo que, como juez, preside el tímpano en la franja superior, flanqueado por dos ángeles a cada lado, y al lado de estos, San Juan (derecha) y la Virgen María (izquierda). En la franja del medio se puede ver a los elegidos que llevan una corona. Al lado contrario, los condenados. En el centro de la franja, el arcángel San Miguel porta la balanza de la justicia, mientras un demonio intenta inclinarla a su favor.

Detalle del Pórtico del Juicio Final. Foto: J.A. Padilla

La parte inferior del tímpano representa la resurrección de los muertos y fue reconstruida por el arquitecto Eugène Viollet-Le-Duc en el siglo XIX. Podemos ver los demonios torturando a las almas en el lado derecho y de los bienaventurados a la izquierda. El pórtico de la izquierda está consagrado a Santa Ana, madre de María. En el centro se observa la representación de la vida de María y, en la inferior, Santa Ana y San Joaquín.

Fachada de Notre Dame con la galería de los Reyes. Foto: J.A. Padilla

Sobre los tres pórticos se encuentra la galería de los reyes, un grupo escultórico de 28 figuras reales de Judea e Israel. La galería de los reyes, al igual que parte de los pórticos, sufrió importantes destrucciones en tiempos de la Revolución Francesa, ya que los revolucionarios pensaban que los personajes eran los reyes de Francia.

Aguja. Foto: J.A. Padilla

Sobre el techo de la catedral de Notre Dame destaca la aguja. Esta aguja fue añadida en el siglo XIX por Viollet-le-Duc, en sustitución de una antigua aguja tipo campanario, que había sido colocada hacia el año 1250 pero fue desmontada finales del siglo XVIII. Junto a ella, el propio Viollet-le-Duc reprodujo una serie de estatuas en bronce de los doce apóstoles, quienes vigilan la ciudad desde lo alto. Uno de ellos, Santo Tomás, es el mismo Viollet-le-Duc quien, de espaldas a París, vigila la aguja.

Detalle de los Apóstoles de bronces. Foto: J.A. Padilla

En el interior de la catedral, se eleva un techo con bóvedas de crucería, que se forman al cruzar dos arcos apuntados y que distribuyen el peso hacia los pilares, una técnica propia del gótico para aligerar el peso de la estructura y aumentar su altura. La luz penetra a través de las vidrieras y rosetones que crean ese ambiente celestial que antes hemos mencionado. Uno de los elementos característicos de Notre Dame son sus hermosos rosetones, presentes en la fachada occidental, en la fachada norte y sur. El del norte estaría dedicado a la Virgen María y el del sur estaría dedicado a Jesucristo.

Altar Mayor. Foto: J.A. Padilla

En el altar mayor, se encuentra el Descendimiento de la Cruz, o Piedad, obra del escultor francés Nicolás Coustou, una escultura realizada por encargo del rey Luis XIV en el siglo XVIII. En ella se representa el cuerpo de Cristo sobre el regazo de la Virgen María tras su descenso de la Cruz. Rodean a la estatua sendas efigies del rey Luís XIII y Luís XIV,  arrodillados y rodeados por  ángeles portando los Arma Christi.

El Descendimiento de la Cruz. Foto: J.A. Padilla

Todo en el interior de Notre Dame nos transporta a un universo lleno de simbolismo, como dijimos al principio, y es preciso fijarse en muchos detalles que lo componen. Fijarse e interpretarlos como es como si se tratara de una Biblia escrita en una época donde aún no se había inventado la imprenta y, por lo tanto, el mensaje se esculpía  sobre la piedra misma.

Cruz de la Piedad. Foto: J.A. Padilla

El interior de la catedral está iluminado por los rosetones y vidrieras. Los rosetones son tres: uno en la fachada principal; otro en la fachada norte, dedicado a la Vírgen María; y el tercero en la fachada sur, dedicado a Jesucristo según el Antiguo Testamento. El Norte, conocido como “Portal de la Rue du Cloitre” muestra la venida del Mesías. En los tres círculos que componen el rosetón están representados profetas, reyes, jueces y sumos sacerdotes, mientras en el centro se encuentra la Virgen con el Niño.

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Vidriera fachada Norte. Foto: J.A. Padilla

Por el contrario, el rosetón Sur está inspirado en el  Nuevo Testamento y está constituido por  apóstoles, mártires, obispos así como escenas del Evangelio. El medallón central representa a Cristo, el Cristo del Apocalipsis rodeado de los Evangelistas.

Vidriera fachada Sur. Foto: J:A: Padilla

Sin duda alguna, la literatura y la tradición han hecho de las gárgolas y quimeras de Notre Dame uno de los elementos más enigmáticos y más estudiados.  Se tratan de 56 esculturas fantásticas, entre gárgolas y quimeras,  diseminadas por las cornisas de la catedral, horribles y extraños seres de piedra: dragones, demonios y serpientes vigilando, amenazantes, la villa de París desde lo alto. Su fama se debe a la obra de Víctor Hugo, Nuestra Señora de París, escrita en 183, y a su personaje principal, Quasimodo, también conocido por el Jorobado de Notre Dame. Las diferencias entre ambas es que las quimeras hacen una misión de vigilancia y protección de la catedral, siempre según la leyenda, y las gárgolas ayudan a evacuar el agua de lluvia, una función muy práctica, por cierto.

Gárgolas y Quimeras. Foto: J.A. Padilla

Todo este universo celestial fue destruido por un incendio que se inició la tarde del 15 de abril de 2019, cuando se convirtió en un infierno que redujo la mayor parte de Notre Dame a cenizas. El mundo entero se estremeció impotente como el fuego fue devorando todo. Desde el día siguiente comenzó su reconstrucción. Pasarán varios años hasta que Notre Dame recupere su esplendor. Hoy, nos queda estas imágenes como recuerdo.