Búnker del Capricho: de refugio a plató de cine

Entrada al refugio. Foto: J.A. Padilla

El parque de El Capricho, situado en el distrito de Barajas y con una extensión de 14 hectáreas, es el único jardín de la época romántica que se conserva en Madrid. Su construcción fue un deseo de la duquesa de Osuna, que quiso poseer en Madrid su paraíso particular, donde mostrar su poder y celebrar fiestas y juegos para la alta sociedad y crear un pequeño santuario para sus artistas y escritores favoritos, un lugar donde encontraran la inspiración necesaria. Y es que la duquesa, cuyo nombre era María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, era mecenas de artistas, toreros e intelectuales de la época, todos ellos de marcado carácter liberal. Su esposo, Pedro Alcántara, IX Duque de Osuna, era miembro de la Real Academia de la Lengua Española y accedió gustoso a los deseos de su esposa, y construyó el palacio los Duques de Osuna de estilo neoclásico y con unos jardines muy artísticos entre 1787 y 1839, contratando a los mejores arquitectos, entre los que se encontraba el francés Jean Baptiste Mulot, arquitecto de Versalles. El jardín, sin embargo, tras la muerte de los duques se fue deteriorando y muy poco de aquel original paraíso se mantiene hoy en día. Durante la Guerra de la Independencia, fue utilizado como acuartelamiento por el ejército francés En relación a la historia de este parque se recomienda la lectura del siguiente enlace perteneciente a este blog: https://marcopolito56.wordpress.com/viajes/historia/el-enigma-de-el-capricho/ .

Con el parque en estado de total abandono y tras los estragos que el ejército francés había dejado en él, fue incautado por el Socorro Rojo Internacional, una organización comunista, que creó  un hogar-escuela para los hijos de los obreros. Sin embargo, más tarde el jardín se convirtió en una base militar del ejército soviético, donde almacenó los tanques que Stalin enviaba como apoyo a la República.

En mayo de 1937, la Junta de Defensa de Madrid decidió que el alto mando republicano abandonara los sótanos del Ministerio de Hacienda para instalarse en un emplazamiento más seguro, y evitar así los bombardeos de la ciudad. El sitio elegido fue la Alameda de Osuna, dentro del Parque el Capricho, junto al palacio del siglo XVIII, momento en el que se construye un gran refugio subterráneo, a una profundidad que oscila entre los 14 y los 16 metros. Y en aquella ubicación quedó instalado el Cuartel General del Ejército del Centro de la II República, cuyo nombre en clave era Posición Jaca, al mando del general José Miaja, aprovechando su ubicación lejos de los frentes, sus buenas comunicaciones y el arbolado propicio para el camuflaje.

Acceso de entrada. Foto: J.A. Padilla

El bunker, o refugio,  posee cuatro entradas, las dos principales, gemelas, situadas junto al palacio, fueron construidas aprovechando el talud del terreno. Otra de las salidas está en la parte trasera y conduce cerca de El Abejero. La cuarta puerta conecta con el exterior del parque, ya en la calle Rambla.

Acceso de salida al Abejero. Foto: J.A. Padilla

Los dos accesos principales conectan en ángulo recto hacia la galería central del refugio mientras que los otros desarrollan su recorrido en zig-zag para evitar las ondas expansivas de los supuestos bombardeos que, por otra parte, nunca se produjeron.

Galería central. Foto: J.A. Padilla

La galería central mide treinta metros de longitud y a lo largo de ella se abren diez estancias utilizadas para el alojamiento de los soldados, cocina, letrinas y uno para comunicaciones El refugio consiste en una gran galería central de unos 30 m de longitud, 2 m de ancho y 2,50 m de alto, a cuyos lados se van abriendo estancias o habitaciones, que en su día tuvieron diferentes funciones, sanitarias, cuarto de máquinas, cocinas, letrinas y comunicaciones, hoy todas ellas desaparecidas.  El búnker, además, contaba con un generador de electricidad, depósitos de combustibles, agua potable, y sistema de ventilación a través de tres grandes chimeneas que se pueden apreciar en el exterior.

Puertas. Foto: J.A. Padilla

El búnker fue diseñado por ingenieros navales, como si de un buque o submarino se tratara. Por ello, podemos contemplar las enormes puertas metálicas que separan los pasillos subterráneos y que cerraban herméticamente el refugio, en caso de bombardeo con gases tóxicos o agentes químicos. Estas puertas aislaban unas zonas de otras.

Estancia. Foto: J.A. Padilla

Un elemento curioso lo compone el suelo del refugio, con una forma distinta en cada instancia para, en caso de corte de luz, saber el lugar donde se encontraba. En el mismo sentido, las paredes, cubiertas con azulejos blancos poseían dos líneas rojas que servían para que los soldados pudieran guiarse en la oscuridad.

Centro médico. Foto: J.A. Padilla

Sin embargo, lo esencial de este refugio es que era una instalación preparada para utilizarse solo en caso de bombardeo, ya que el Estado Mayor del ejército estaba alojado  en el palacio de la Alameda de Osuna, en cuyos jardines, además del refugio, se encontraban otras dependencias e instalaciones militares. El refugio debía de ser utilizado por los altos mandos sólo en momentos de peligro, ya que, aunque el Palacio de Osuna se encontraba fuera del alcance de la artillería enemiga, existía el riesgo de sufrir un bombardeo aéreo, tan frecuentes en Madrid por entonces.

Estancia: Foto: J.A. Padilla

La Posición Jaca y demás instalaciones del Capricho fueron utilizadas, entre otros, por el Jefe del Ejército Centro, el general José Miaja Menant, que tenía su residencia y despacho en el palacio, concretamente en el ala derecha del mismo. Miaja residirá en la Alameda de Osuna hasta abril de 1938, cuando se traslada a Valencia. Su puesto sería ocupado por el coronel Segismundo Casado López, que mantendría el Cuartel General del Centro en la Alameda de Osuna hasta el final de la guerra.

Decorado película de Drácula. Foto: J.A. Padilla

En poco más de media hora se puede recorrer el refugio y sus dependencias. Las estancias están diáfanas. Vacías, húmedas. Parece un monumento a la nada. Y es que, en realidad, la utilidad del búnker fue nula, ya que el único enfrentamiento que se produjo en el parque del Capricho fue entre dos facciones del ejército republicano: los comunistas y las tropas del general Casado. El refugio nunca fue necesario. En realidad,  el búnker y el palacio ha sido utilizado en el rodaje de varias películas: Doctor Zhivago, Un rayo de luz, La condesa María, Volaverunt, Dos de Mayo y Shaft en África. Los que construyeron el bunker jamás imaginaron que sería militarmente ocupado por los nazis, algo que sucedió en la película Comando al Infierno. Tampoco imaginaron que los vampiros habitarían en este frío lugar. En el film El Gran Amor del Conde Drácula, rodada en 1973, se grabaron algunas escenas y se pintaron las paredes de una de las estancias en color negro y así ha quedado actualmente, ante la imposibilidad de quitar la pintura. La película era una versión cañí del  mito de Bram Stocker en el que el búnker.

Foto: J.A. Padilla