Mojácar

Foto: J.A. Padilla

Sobre la colina que se recorta en el horizonte aparece un conglomerado de casas blancas abrazadas a ella. Es la villa almeriense de Mojácar, situada a 170 metros sobre el nivel del mar y a apenas cinco minutos de la playa. Mojácar se divide en dos: Mojácar Pueblo y Mojácar Playa, esta última con 17 km de playas, siete de ellas con Bandera Azul, entre ellas el paradisíaco Parque Natural de Cabo de Gata. 

Foto: J.A. Padilla

Evidentemente, viendo desde la distancia Mojácar Pueblo entendemos perfectamente que Mojácar derive de “Monxacar”, cuyo significado es Monte Sagrado, un monte por el que han pasado civilizaciones de todo tipo, desde la prehistoria hasta árabes, pasando por fenicios, celtas, griegos y romanos, hasta la llegada de los cristianos.

Foto: J.A. Padilla

La Reconquista de Mojácar no fue fácil. Rendida Al Andalus a los Reyes Católicos, En 1488, cuando todas las ciudades de la región se habían rendido frente a la conquista de los Reyes Católicos, Alavez, el gobernante árabe de Mojácar, se negó a rendir la ciudad, ya que no habían luchado contra los cristianos y solicitó a los reyes que los habitantes de Mojácar fueran tratados como hermanos y no como enemigos, permitiéndoles así cultivar las tierras y gobernar la ciudad. Los Reyes Católicos aceptaron la propuesta de Alavez y firmaron un acuerdo de lealtad.

Foto: J.A. Padilla

La entrevista tuvo lugar entre el representante de los reyes, Garcilaso, y el alcalde de Mojácar, en el lugar donde se encuentra la Fuente Mora, en realidad un antiguo lavadero remodelado en el siglo XIX y posteriormente rehabilitada en los años 60. La fuente consta de un amplio y luminoso patio en cuyo fondo se encuentran los trece son los caños desde los cuales manan un caudal considerable de un agua deliciosa. El agua procede de un manantial cercano y, aun en verano, el chorro de agua es abundante.  Antiguamente, las mojaqueras lavaban aquí la ropa e iban con sus cántaros de barro en la cabeza para llenarlos de agua. Hoy, los mojaqueros acuden a coger agua de esta fuente porque el agua corriente de Mojácar es potable, pero sabe a salitre.

Foto: J.A. Padilla

En el frontal de la fuete se aprecia una leyenda que cuenta la historia de le entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos. A partir de entonces, Mojácar fue repoblada con cien familias cristianas procedentes del reino de Murcia.

Foto: J.A. Padilla

En 1530 el emperador Carlos V concedió a la ciudad el escudo que ostenta el águila bicéfala. Posteriormente, Felipe II le añadió el lema «La muy noble y muy leal ciudad de Mojácar, llave y amparo del Reino de Granada» .

Plaza del Parterre. Foto: J.A. Padilla

Pasear por las calles de Mojácar es perderse entre sus laberínticas calles, todas ellas encaladas de blanco, que resaltan con las flores que embellecen sus ventanas y sus rincones. En nuestro caminar encontraremos plazas de enorme belleza, como la Plaza del Parterre. Se cree que esta plaza fue una antigua necrópolis árabe, ya que se han encontrado restos orientados hacia La Meca. Actualmente se encuentra porticada y rodea muros de la iglesia.

Iglesia. Foto: J.A. Padilla

Junto a esta plaza se encuentra la Plaza de la Iglesia que, como es de suponer, da acceso a la Iglesia de Santa Maria, la cual fue construida a finales del siglo XVI  sobre la antigua mezquita árabe. En su interior se aprecia una pintura al fresco realizada en los años 60 por un pintor alemán y que sustituyo el retablo del altar mayor destruido durante la guerra civil. En la plaza se encuentra desde 1989 un monumento a la Mujer Mojaquera, realizado en mármol blanco de Macael, por la escultora almeriense Mª Ángeles Lázaro Guil.

Foto: J.A. Padilla

La historia ha sido generosa con Mojácar, tal vez porque la villa se encuentra bajo la protección del “Hombre de Índalo”, una especie de dios protector encontrado en la Cueva de los Letreros, en Velez-Blanco, cuya imagen la podemos encontrar en cualquier rincón o calle de Mojácar como forma de ahuyentar los malos espíritus. Es el principal símbolo de la ciudad. Pero aparte del hombre de Índalo, en las callejuelas de Mojácar encontramos rincones que guardan agradables sorpresas y pequeños secretos.

Puerta de la ciudad. Foto: J.A. Padilla

La Puerta de la Ciudad, o de la Almedina, construida en el siglo XVI y decorada con el escudo de la villa, un águila de dos cabezas, símbolo de los Austrias. Ésta puerta era el acceso antiguo a Mojácar. La actual puerta fue reconstruida en el siglo XVI, sobre la original puerta árabe, que se abría en la muralla. En él escudo se pueden ver una torre, una llave y una cimitarra, y la leyenda «A la muy noble y leal ciudad de Mojácar, llave y amparo del reino de Granada«.

Puerta. Foto: J.A. Padilla

Tal vez el punto neurálgico de Mojácar sea la Plaza Nueva, donde se encuentra el mirador desde el cual se ve magníficas puestas de sol. Es un lugar para el descanso donde los visitantes pueden disfrutar de los bares y restaurantes que existen. Mirador. La Ermita de Nuestra Señora de los Dolores fue construida en el siglo XVI sobre una mezquita morisca. La ermita es hoy en día una tienda de souvenirs.

Foto: J.A. Padilla

Pasear por el barrio del Arrabal nos proporciona un placer especial por los rincones que encierra. Sus calles estrechas y sus colores vivos, especialmente el blanco. En este barrio habitó la comunidad judía.

Barrio de El Arrabal. Foto: J.A. Padilla

Se caracteriza por sus casas con sus puertas bajas y anchas y arcos lobulados. La blancura que observábamos desde el horizonte se hace patente cuando nos adentramos en la villa. Blancura que es alterado por el colorido de las flores y plantas que cuelgan en los balcones y las ventanas, proporcionando un colorido especial.

Foto: J.A. Padilla

Mojácar es hoy uno de los enclaves turísticos más importantes de Almería y del Mediterráneo. Situada, además, en un entorno privilegiado, rodeados de pueblos de tradición pesquera y con la tranquilidad como principal reclamo. A escasos kilómetros podemos visitar el Cabo de Gata, una maravilla natural o un desierto, como el de Tabernas, donde rememoraremos los viejos espagueti-western que se rodaron en la década de los 60.

Foto: J.A. Padilla

Mojácar nos espera con sus numerosas sorpresas.