El árbol de la vida. Klimt

MUSEO VIRTUAL – PASAJERO 56

EL ÁRBOL DE LA VIDA. Gustav Klimt. Palacio Stoclet. Bruselas

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Junto con “El Beso”, esta es una de las obras más importantes de Gustav Klimt, si bien es poco conocida por estar expuesta en un museo privado que no permite las visitas públicas, como es el Palacio Stoclet de Bruselas pese a ser, desde 2009,  Patrimonio de la Humanidad según la Unesco. Se trata de un mural dividido en tres partes bien diferenciadas. Así, a la izquierda del mismo, se observa a una mujer parece simbolizar la espera o el anhelo. En el lado derecho se aprecia a una pareja, un hombre y una mujer abrazados, en una composición muy similar al de “El beso”. Muy similar pero con algunas diferencias. En este abrazo, es el hombre el que está de espaldas, mientras la mujer esta de frente, pero solo se la ve el rostro. Ambos representan el amor de la pareja que parece fundirse en un único ser. La túnica del hombre está decorada con numerosos ojos, un pez y un ave, quienes tienen un significado relacionado con la mitología griega. De hecho, la mujer de la izquierda tiene una pose similar a los grabados griegos.

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Sin embargo, el motivo principal del mural no son los personajes, sino el árbol que surge desde el centro del cuadro y crece por todo el mural y uniendo a todos los personajes. Es el árbol de la vida. Sus ramas, en forma de arabescos, significan las distintas opciones, los distintos destinos de la vida. En ellas se pueden ver múltiples ojos, figuras geométricas como triángulos y otros símbolos que tienen relación con el desarrollo de la vida. En el árbol aparece la muerte o el fin de la vida, simbolizada por el dios egipcio Horus, quien tenía cuerpo de hombre y cabeza de ave rapaz.

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El Árbol de la vida ha sido un tema tratado en muchas culturas y religiones. En todas ellas representa la interconexión de todo el universo. Sus raíces penetran profundamente en la Tierra, de la que se alimenta, y surge hasta el cielo mismo recogiendo la luz del sol y la luna. Y todos estamos interconectados gracias a él, como un inmenso e infinito árbol genealógico que surge de una pareja primigenia para desarrollarse a través de muchas generaciones. Y el árbol crece con el tiempo y se va haciendo más fuerte, más grande y más viejo y en sus ramas crecen las hojas simbolizando la experiencia que vamos desarrollando a lo largo de la vida. Hojas que pierden en invierno y que les da la sensación de muerte, pero que renacen en la primavera y en nuevo ciclo vital.