LA CONSAGRACIÓN DE NAPOLEÓN. Jacques Louis David. Museo del Louvre. París
La consagración de Napoleón es otra obra de Jacques Louis David, que además era el pintor oficial del Emperador. Pintada a principios del siglo XIX, tiene unas dimensiones de 629×979 cm. La coronación y la consagración tuvieron lugar en la catedral de Notre Dame de París el 2 de diciembre de 1804. A pesar de que Napoleón quería romper con el protocolo de la monarquía, en la ceremonia se utilizaron símbolos reales como la corona y el cetro. Todos los personajes que aparecen cuadro están perfectamente identificados. Así, Napoleón Bonaparte está de pie y es el principal protagonista del cuadro. Su esposa, Josefina, está de rodillas ante él haciéndole una reverencia y recibiendo l corona de manos de su marido. María Leticia Ramolino, madre Napoleón, está colocada en las tribunas, en el centro de las tres damas con traje claro, y ocupa un lugar más importante que el papa aunque, en la realidad, ella no asistió a la ceremonia. El padre de Napoleón, Carlo Buonaparte, había muerto en esa fecha, pero la madre le pidió al pintor que lo incluyera en el cuadro. Napoleón quedó emocionado cuando, a descubrir el cuadro, vio la figura de su padre en él. Sus hermanos, Luís y José Bonaparte se encuentran en el lado izquierdo del cuadro. Delante de ellos se encuentran las hermanas del emperador y ante ellas se encuentra el niño Napoleón Carlos Bonaparte. Junto al papa se encuentra Joaquín Murat, mariscal del imperio francés.
En las tribunas, en el nivel superior al que se encuentra la madre, está el propio pintor. En un principio, la obra de Jacques-Louis David destacó por realizar una pintura que se caracterizaba por la exaltación y la épica de la práctica revolucionaria en la Francia de los últimos años del antiguo régimen. Pero, tras la revolución en encarcelado hasta que la llegada de Napoleón le libera y recupera su posición social y artística. Será Napoleón el que le encargue el cuadro de su coronación en el que aparecerán más de cien figuras pintadas con gran detalle. El cuadro, sin embargo, tampoco se ajustaba a la realidad de la ceremonia, ya que será el propio emperador el que tome la corona de laurel de las manos del papa y se corone él mismo. Aquí parece ser el emperador el que va a corona a Josefina. Por otra parte, resultaba contradictorio que el mismo pintor que exaltaba con su obra las consignas de la Revolución se pusiera al servicio de un nuevo monarca. Jacques-Louis David sustituye el entusiasmo y la energía del cambio social por un ritual formalista y el peso de una autoridad, que para algunos, estaba empezando a resultar opresiva. El pintor, antiguo defensor de la revolución, se convertía en un entusiasta defensor del nuevo régimen imperial.