Echeide

 

El Teide es un volcán situado en la isla de Tenerife. Es la montaña más alta de España, con una altura de 3.718 m sobre el nivel del mar y unos 7.000 metros desde el fondo del océano Atlántico. La noche 24 de agosto de 1492, Cristobal Colón en su viaje al Nuevo Mundo escribió en su cuaderno de bitácora: El Almirante decidió  el  23 de agosto volver con sus dos barcos a Gran Canaria. Zarpó al día siguiente y pasó aquella noche cerca de Tenerife, de cuya cumbre, que es altísima, se veían salir grandísimas llamaradas de lo que maravillándose su gente les dio a entender el fundamento y la causa de tal fuego, aduciendo al respecto el ejemplo del monte Etna en Sicilia, y de otros muchos montes, donde se veía lo mismo“.

Para los nativos de la isla, los llamados guanches, el  volcán Teide era su monte sagrado y tenía el nombre de Echeyde que, tras su adaptación al castellano, derivó en el nombre actual de Teide que significaba “Infierno” pues este volcán estaba considerado como una de las puertas que comunicaban con el inframundo subterráneo, es decir con el infierno, en cuyo interior moraba el demonio, a quien los guanches llamaban Guayota y que estaba representado por un gran perro negro, de gran poder y guardián de la entrada al inframundo, que manejaba a su voluntad a Echeide y controlaba sus estallidos violentos.

Cuando Guayota salía de su guarida adoptaba la forma de un enorme   perro negro e iba acompañado de los Tibicenas, unos demonios hijos de Guayota, también encarnados en perros oscuros, los cuales durante el día vivían en oscuras cuevas excavadas por ellos mismos en la falda del volcán, huyendo de la luz. Nunca salían de día y en la oscuridad se les distinguía por sus largos colmillos afilados y por sus brillantes ojos. Aquellos que para su desgracia se encontraba con uno de estos perros perdían el habla para siempre. También se decía que los tibicenas surgían del mar y atacaban a las personas y animales, razón por la cual los guanches les hacían ofrendas de comida y miel, ovejas y cabras que se depositaban en las grietas. También hacía ofrendas a Echeyde para aplacar la ira de Guayota, y evitar las erupciones del volcán.

Un día, hace mucho, muchísimo tiempo, Magec, el Sol, brillaba en lo alto del cielo, dando luz, calor y tranquilidad a la isla y sus habitante. De repente, unos negros nubarrones aparecieron por el horizonte y lentamente fueron cubriendo a Marec hasta ocultarlo. Aquello era el presagio de que algo malo iba a suceder. Todos, animales y hombres se inquietaron. Los perros empezaron a aullar asustados, las aves a revolotear sin rumbo fijo buscando un cobijo y las aguas del océano comenzaron a agitarse violentamente.

Las tinieblas se hicieron dueñas de aquel caos producido por Guayota, el Maligno.

Este vivía en en el inframundo situado en las entrañas de Echeide, el monte sagrado de los guanches, huyendo de la luz y en la más completa obscuridad, junto con los llamados tibicenas, sus hijos. Cuando Marec se ocultaba por el horizonte, salían desde su oscura guarida para buscar alimento en forma de enormes perros negros, mostrando sus enormes colmillos y brillantes ojos. Si alguien tenía la desgracia de encontrarse con ellos, perdía el habla a causa del terror que sufrían. Los guanches, para evitar su salida, les hacían ofrendas de animales muertos y miel que depositaban en las grietas de Echeide.

El caso es que aquel día soleado y claro se volvió espeso, oscuro y caliente, y el mar gris y embravecido, lo que presagiaba que Guayota estaba enfadado. Los guanches pidieron clemencia a Achamán, el dios supremo y enemigo de Guayota. Achamán se enfrentó a Guayota y consiguió derrotarle tras una larga lucha, tal y como podían observar los guanches de las llamaradas que escapaban de la boca de Echeyde. Magec volvió a brillar sobre la isla. Despues Achamán taponó la boca de Echeyde para que Guayota no pudiera salir. Dicen que el tapón que puso Achamán sobre el volcán es el llamado Pan de Azúcar, es decir, el cono blanquecino que se encuentra en el cráter que corona el Teide. Desde entonces Guayota permanece encerrado en el interior del Teide.

La cima del Teide está formada por un antiguo cráter, el de la Rambleta, de 850 m de diámetro, donde se encuentra el mencionado “Pan de Azúcar“ y el tapón de Achamán, a 3718 m de altitud, que aún presenta actividad volcánica en forma de fumarolas. En muchos tubos volcánicos del Teide se han encontrado restos de ofrendas y vasijas con alimentos que eran las ofrendas que los guanches hacían a Guayota para aplacar su ira.

 

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