SAN ANTONIO DE LOS ALEMANES

El Hospital Real de San Antonio de los Portugueses se fundó en Valladolid en 1606, a instancias del Consejo Supremo de la Corona de Portugal, por aquel entonces  unido a España bajo el reinado de Felipe III, cuyo fin era que atendiera a los numerosos portugueses que vivían en la Corte. Cuando la Corte se traslada a Madrid, la Hermandad de San Antonio, regida por portugueses, adquirió una finca en la Corredera Baja de San Pablo sobre la que se construyó un pequeño hospital que con el paso del tiempo fue adquiriendo mayor importancia hasta el punto de que en 1624 la Hermandad decidió ampliarlo y construir al lado suyo una iglesia para atender las necesidades del culto, encomendando el proyecto al jesuita  Pedro Sánchez, autor también de la iglesia de San Isidro. Su fin seguía siendo el mismo: atender a los menesterosos portugueses.  La iglesia acogió el nombre de San Antonio de los Portugueses y estaba dedicada a San Antonio de Padua. En 1887 el exterior fue restaurado por el arquitecto Antonio Ruiz de Salces, quien dio uniformidad al conjunto formado por la iglesia y la Hermandad. En 1972 fue declarado Monumento Nacional.

Entrada a la iglesia

Al independizarse Portugal de la Corona española en 1649, deja de atender a los enfermos portugueses y queda vacío hasta que la reina Mariana de Austria lo recupera en el año 1670 para atender en el hospital a los oficiales y soldados del Regimiento del Rey hasta su marcha de la Corte. En 1689, esta misma reina, consiguió de su hijo, el Rey Carlos II,  le cediese el Real Patronato de la Iglesia, Casa y Hospital de San Antonio de Padua, llamado antes de los Portugueses, para establecer la Fundación de un Hospital para la curación de los enfermos alemanes pobres, así como para albergue y refugio de los peregrinos pobres de esta nacionalidad y para catequizar a los declarados herejes y sectarios, conociéndose a partir de entonces esta fundación como Hospital e Iglesia de San Antonio de los Alemanes. Trece años más tarde, en 1702, Felipe V concedió la administración del recinto a la Real y Pontificia Hermandad del Refugio y Piedad, que había sido fundada en 1615 por el padre Bernardino de Antequera,  Pedro Lasso de la Vega y  Juan Jerónimo Serra, y que por esos años se encontraba sin edificio tras arruinarse su iglesia del postigo de San Martín. El edificio actual, que aún hoy sigue regentado por la Hermandad del Refugio, fue construido a partir de 1624 según un proyecto del jesuita Pedro Sánchez, aunque fue el arquitecto Francisco Seseña quien dirigió las obras, ayudado por Juan Gómez de Mora, a quien se le atribuye la fachada.

Panorámica de la iglesia

Construida sobre una planta oval, San Antonio de los Alemanes es una de las iglesias más bellas de la Madrid, con su interior pintado al fresco por Lucas Jordán, Francisco Carreño, y Francisco Ricci. También es de destacar el soberbio retablo mayor, realizado a mediados del siglo XVIII por el arquitecto Miguel Fernández, con esculturas de Francisco Gutiérrez.

Vista de la bóveda

La iglesia tiene una sola nave con una bóveda espléndida, conocida como la “Capilla Sixtina del Barroco”, y no hay columnas ni pilares, lo que crea un único espacio circular,  simple y sin divisiones, que permite al observador la contemplación de los frescos que le rodean con una sola mirada, admirando las diferentes escenas representan como un todo. Todas estas imágenes conducen finalmente a mirar a la bóveda que narra la Apoteosis de San Antonio, con el santo portugués ascendiendo al cielo rodeado de ángeles.  Los frescos son sin duda el elemento más llamativo, y cubren todas las paredes desde el techo hasta el suelo y representan a reyes españoles, húngaros, alemanes, franceses y de Bohemia. Todos están sentados mirando las pinturas de la bóveda. Los reyes representados  fueron conocidos por su religiosidad o por las batallas en las que lucharon contra los enemigos de la religión católica.

La “Ronda del pan y huevo”

Los fines de la Hermandad, aprobadas el 11 de enero de 1618,  especificaban sus fines: recogida de pobres enfermos, hombres y mujeres, que se hallasen en las calles y en las casas para llevarles a los hospitales, costeando su traslado; atención a las mujeres que estuviesen para parir o recién paridas para que no peligren ellas ni sus criaturas y cuidado de los niños desamparados. En relación con su fin principal, la recogida de enfermos, la función de la Hermandad la realizaba por las noches la llamada Ronda de Pan y Huevo.

San Antonio de Padua

 Todos los días al atardecer salía una comitiva formada por un sacerdote, dos seglares y varios criados con camillas y sillas de manos, los cuales recorrían las calles de Madrid, portando cada seglar un farol y una campanilla que hacían sonar continuamente para llamar la atención, en busca de mendigos. A los enfermos que se encontraban por la calle los llevaban hasta el hospital del Refugio, situado junto a la iglesia; a los moribundos el sacerdote les daba la extremaunción; y a los muertos que se encontraban, se les trasladaba al cementerio y se les enterraba en una fosa común. La función principal de esta Ronda era atender a los necesitados para darles un pan y dos huevos cocidos. Los huevos tenían que tener una medida y un tamaño acorde con la categoría de la Hermandad y para ello los huevos se medían con una tabla que tenía un agujero. Si el huevo era pequeño y pasaba por el agujero, se desechaba. De ahí que se dijera la famosa frase se  «Si pasa, no pasa; y si no pasa, pasa».

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