Las lanzas. Velázquez

MUSEO VIRTUAL – PASAJERO 56

LA RENDICIÓN DE BREDA. Diego Velázquez. Museo del Prado. Madrid

Uno de los mejores pintores del mundo es Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, conocido como Diego Velázquez por la costumbre que había en Andalucía de adoptar el apellido de la madre en aquel tiempo. Nació en Sevilla en junio del año 1599, siendo hijo de Juan Rodríguez de Silva y Jerónima Velázquez. Su padre era de ascendencia portuguesa y ejercía como notario a pesar de que él decía pertenecer a una familia de hidalgos portugueses, circunstancia que no fue reconocida en España, algo que influyó en el devenir futuro de su hijo Diego y que obligó a la familia a vivir de una forma modesta.

Sevilla, a principios del siglo XVI, era una ciudad de gran importancia, ya    que a ella llegaban gran mayoría de las mercancías procedentes del Nuevo Mundo a través del río Guadalquivir. Ya desde muy joven, Diego muestra su habilidad para el dibujo y la pintura y con doce años de edad entra en el taller del pintor Francisco Pacheco como aprendiz, donde permanecerá seis años. Trascurrido ese tiempo, ya con 18 años, abre su primer taller de pintura. Un año más tarde se casa con la hija de Pacheco, esta con 15 años de edad, lo que demostraba el vínculo de amistad y confianza entre maestro y alumno. A pesar de su éxito como pintor, este oficio no aseguraba un porvenir cómodo. Por ello, Velázquez quiere buscar nuevos horizontes. Y el destino se lo ofrece.

En 1621 fallece el rey Felipe III y le sucede su hijo Felipe IV, quien traslada la corte a Madrid desde Valladolid, al tiempo que nombra como valido al conde Olivares, de ascendencia sevillana, circunstancia que anima a Velázquez a venir a Madrid y abandonar su Sevilla natal. Sin embargo, fracasa en su intento de entrar en la corte y regresa a Sevilla. No abandonando la idea de regresar a Madrid en busca de mejor suerte, consigue que el capellán Real, a quien había hecho un retrato, lo presente en la corte. Allí tras varios retratos, uno de ellos al propio conde duque de Olivares, es aceptado como pintor de la corte al morir el que ocupaba ese importante puesto. Por fin Velázquez había conseguido su objetivo. El destino le había sonreído.

Velázquez_-_de_Breda_o_Las_Lanzas_(Museo_del_Prado,_1634-35)

En 1634 es nombrado Ayuda de cámara del rey y en esta fecha pinta su mayor cuadro: “La rendición de Breda o Las Lanzas”. Si bien el cuadro está dedicado a una de las victorias más importantes del ejército español, La rendición de Breda no es un cuadro bélico en su sentido literal. No hay generales con gestos triunfantes ni ejércitos humillados. Todo lo contrario. Toda la atención del cuadro se concentra en un primer plano en el que el general vencedor recibe, con respeto y caso afectuosamente, las llaves del enemigo vencido, haciendo más énfasis en que aquel acto era el principio de la paz y en final de la guerra más que en la victoria. El cuadro es un óleo sobre lienzo que se conserva en el Museo del Prado de Madrid desde 1819. El cuadro representa una escena correspondiente a la guerra de Flandes que tuvo lugar desde finales del siglo XVI a principios del XVII y cuyo objetivo era la independencia de los Países Bajos de la corona española. Velázquez se inspiró en la obra El sitio de Breda, de Calderón de la Barca. El cuadro fue encargado para la decoración del denominado Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, levantado durante el reinado de Felipe IV de España. El Salón de Reinos era el lugar donde el rey recibía a los embajadores y demás autoridades extranjeras.

Velázquez_-_de_Breda_o_Las_Lanzas_(Museo_del_Prado,_1634-35) - copia

En el cuadro, Velázquez pinta una escena en la que los dos protagonistas principales mantienen una actitud de respeto mutuo y amistoso y más parecen dialogar como amigos que como enemigos. Justino de Nassau, gobernador de Breda  e hijo de Guillermo de Orange,  aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su Ambrosio de Spínola, capitán general del ejército español en Flandes, quien pone una mano sobre su hombro para impedir que este aparezca con gesto de humillación. El cuadro se llama, de manera popular, como Las lanzas por la gran cantidad de ellas que aparecen en el cuadro, tanto de un bando como de otro. Además, el pintor pinta con gran realismo los rostros de los soldados, como si fueran auténticos retratos.

Un detalle muy interesante es la cantidad de lanzas de un lado y de otro. Un realismo semejante y la caracterización individual se aprecian en los rostros de los soldados, que están tratados como retratos. En realidad, la pacífica rendición de los holandeses fue una petición del conde duque de Olivares al pintor para mostrar la nobleza del ejército español. Los personajes aparecen vestidos según su rango y con todo detalle gracias a la maestría de Velázquez. Nassau lleva casaca de piel y calzón de color pardo con adornos de oro y cuello grande y vuelto sobre la espalda, con su sombrero negro en la mano izquierda como señal de respeto. Spinola, por su parte, lleva armadura con adornos de oro, cuello de encaje, botas de piel y una banda de color rojo. En la mano izquierda lleva el sombrero también negro, junto con el bastón de mando, símbolo de su autoridad. Los soldados españoles con sus lanzas correspondientes, en realidad picas. A la izquierda se sitúan los holandeses, cuyo grupo lo cierra el otro caballo. A pesar de que no es posible identificar a ninguno de los soldados que aparecen, si puede verse al propio Velázquez autorretratado, siendo el último hombre situado a la derecha del cuadro.

Velázquez_-_de_Breda_o_Las_Lanzas_(Museo_del_Prado,_1634-35) - copia (2)

Un hecho curioso sobre este cuadro es que el mismo aún no estaba formado por Velázquez cuando fue colocado en el Salón de Reinos, razón por la cual se aprecia un pequeño rincón abajo a la derecha del cuadro con una hoja en blanco dispuesta para su firma. Sin embargo, el cuadro nunca lo firmó.