Cudillero

Foto: J.A. Padilla

La villa de Cudillero está localizado en la zona litoral de Asturias ocupando un bello paraje que pertenece al partido judicial de Pravia. En los anales asturianos ya aparece el nombre de Cudillero desde mediados de siglo XIII como zona portuaria de transacciones comerciales. Cudillero es un bello ejemplo de la adecuación de una ciudad al paraje natural y su conjunto urbano está perfectamente integrado en él. Forma parte de él. Pero además, posee un importante patrimonio monumental, del que forma parte la Casa Rectoral de Souto de Lluiña, del siglo XVIII, y las Iglesias Souto de Lluiña, que data del siglo XVIII, San Pedro, que data del siglo XVI, de estilo gótico, y San Martín de Lluiña,del XVIII.

Ayuntamiento. Foto: J.A. Padilla

En el Concejo encontramos tres culturas bien diferenciadas: la mariñana, formada por pescadores y agricultores; la xalda, por aldeanos de los valles interiores; y la vaqueira, pastores que vivían en las partes más altas de las montañas).

Foto: J.A. Padilla

La villa es un pintoresco pueblo marinero en el que las casas se encuentran integradas en la montaña luciendo alegres colores. En la villa se distinguen, por un lado los pixuetos, que son los pescadores y habitantes de la parte baja del pueblo, donde las casas cuelgan de la ladera de la montaña; y por  otro, los caízos, que son los que viven en la calle principal de acceso al pueblo, es la zona de los oficios y donde tradicionalmente se ubican los comerciantes. De hecho, en la villa se habla un dialecto propio, el pixueto, aunque poco a poco va cayendo en desuso.

Foto: J.A. Padilla

Es un pueblo de innegable ambiente marinero, gracias a lo cual encontramos una gastronomía de gran nivel. Cuando subimos a la parte más alta de la villa podemos observar este carácter marinero en una estampa inolvidable en el que el pueblo se asemeja a un gran anfiteatro abierto al mar.

Foto: J.A. Padilla

Es, sin duda alguna, una ciudad que invita a perderse por sus estrechas callejuelas, admirar sus características casas colgantes, bajar al puerto a pasear o a degustar la pesca del día en uno de los varios establecimientos hosteleros que hay en la localidad. En Cudillero, los sentidos cobran una importancia incuestionable.

Foto: J.A. Padilla

Desde las alturas vemos en toda su inmensidad  que Cudillero es una villa nacida y desarrollada en torno a la actividad pesquera. En su tiempo llegó a tener la flota más grande de Asturias y una de las más importantes del Cantábrico, de cuyo recuerdo aún se repite la llegada de los barcos llegando a su abrigado puerto.

Foto: J.A. Padilla

El paseo por el interior de la villa demuestra la adaptación de esta al medio natural. Cuando llegamos a lo más alto tenemos la impresión de estar en un inmenso anfiteatro urbano, con el mar como escenario, como protagonista de todo.  Observamos el colorido de las casas y como desafían toda regla de la lógica para abrazarse al monte.

Foto: J.A. Padilla

 

Los rincones que encontramos nos sorprenderán. Uno de ellos sin duda alguna en aquel donde se encuentra la Fuente del Cantu, situada en un recodo. Esta fuente es un símbolo para los naturales de Cudillero y para los visitantes. Porque en esta fuente, cada 1 de julio, coincidiendo con la fiesta de San pablo, o San Pablín como aquí le llaman se realiza una procesión desde la parte baja de la villa hasta esta fuente, donde se pueden bautizar todo aquel que quiera ser «pixueto», sea, o no, nacido en la villa.

Fuete del Cantu. Foto: J.A. Padilla

El espectáculo que configuran las casas, unas junto a otras, diferenciadas únicamente por el color de sus fachadas, constituye un caleidoscopio de emociones y un regalo para los sentidos. Es la seña de identidad de Cudillero. Las casas llegan hasta el mar mismo y contrastan con el color azul del mar y del cielo.

Foto: J.A. Padilla

Pero nuestra visita a la villa  no puede concluir sin que degustemos los manjares que el mar proporciona. En la parte baja y colorida están los restaurantes que nos ofrecen lo más exquisito del mar: la merluza, el rape, llamado aquí  pixín, el besugo, los pescados de roca y los mariscos de la zona. O bien el típico curadillo, un pescado de la familia de los escualos que se cura al aire y que hemos podido ver en algunos balcones de las casas del pueblo.

Foto: J.A. Padilla