LOS PATIOS DE CÓRDOBA

La belleza de Córdoba no está en aquello que se levanta majestuoso ante nuestra vista, como puede ser La Mezquita, el Alcázar de los Reyes Cristianos, o los monumentos que inundan sus calles y plazas. La auténtica belleza, el principal signo de identidad están ocultos a la vista. Hay que buscarlos, recorrerlos uno a uno para comprobar que no existen os iguales. Llamar a cualquier puerta y pedirle a su dueño que nos lo enseñe y envolvernos, sumergirnos en un pequeño universo donde las plantas y flores llenan nuestros sentidos de color y aroma.

Son los Patios de Córdoba.

La fiesta que es tradición celebrar en el mes de mayo en torno a los Patios ha sido declarada el pasado 6 de diciembre, en París,  como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. .

Los Patios de Córdoba son la máxima expresión de un modo de vida, de una cultura y una seña de identidad que caracteriza a los países mediterráneos, nacida de la propia Roma y que en Al-Andalus encontraron el máximo esplendor. Y Córdoba, como capital de la Hispania Romana y omeya, ha heredado esa característica y la ha convertido en arte mismo. La filosofía de Séneca, Averroes y Maimónides ha legado el espíritu que puede leerse en las blancas paredes desde donde cuelgan las macetas dispuestas como si de versos se trataran, en los que podemos leer acerca de la paz, la belleza, el silencio y la sabiduría.

Es en el mes de mayo, donde los patios cordobeses alcanzan el mayor esplendor. Los barrios de la Judería, San Basilio y La Ajerquía, cercanos al Alcázar de los Reyes Cristianos y a las Caballerizas Reales, junto al Guadalquivir, dejan entreabiertas sus puertas para que nos asomemos y admiremos sus patios, compitiendo entre ellos por el mejor de todos, una decisión difícil de tomar.

Dentro, los mismos elementos: las encaladas paredes, los suelos empedrados,  el pozo de aguas claras, los arriates de donde germinan los tallos de rosales, jazmines y madreselvas y un sinfín de macetas descansando en el suelo o colgadas de las paredes, donde las hojas aterciopeladas del geranio parecen brillar bajo el sol del mediodía. Idénticos elementos, pero cuya composición varía y los convierten en elementos totalmente diferentes unos de otros. Muebles antiguos, utensilios centenarios, cuadros o cestos de frutas completan estas obras de arte en tres dimensiones.

Y el agua. El elemento indispensable.

Y si los Patios son el resultado de nuestra curiosidad y de la amabilidad de sus dueños, el Balcón es otro elemento característico. Caminar por las calles de la vieja Córdoba, la imperial, es admirar esos elementos que decoran las fachadas de las casas y que son una especie de reclamo de los que dentro aguarda. Las ventanas protegen, esconden el interior de las viviendas, pero nos muestra y nos dan una idea del universo que encierran. Ojos de las blancas fachadas desde donde cuelgan las flores y plantas como lágrimas vegetales.

El Balcón es el rostro, la cara, la identidad de la vivienda cordobesa, mientras que el patio es el corazón de la misma. Ambos están relacionados. Las flores que cuelgan de la reja o del alféizar son el anticipo de las que aguardan dentro.