Consuegra

Foto: J.A. Padilla

“Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.”

Este pasaje de Don Quijote de la Mancha nos viene a la mente cuando nos vamos acercando a la villa de Consuegra. En el horizonte, sobre un cerro, llamado Calderico, podemos contemplar la existencia de una fila compuesta por varios molinos de viento, hasta 12, que preceden a un castillo. Y según nos aproximamos, nos imaginamos la singular batalla entre el hidalgo caballero y aquellos gigantes a los que creía enfrentarse obviando los consejos de Sancho Panza. Pese a todo, no parecen ser estos lo molinos que Miguel de Cervantes describió en su novela, sino otra serie de ellos situados en Campo de Criptana, pero eso, en este momento, es lo de menos. Lo importante es que en Consuegra podemos contemplar una interesante serie de antiguos molinos de viento que, además, aún funcionan, pues cinco de ellos mantienen sus mecanismos completos.

Luego comprobaremos que, aunque desde lejos parecen todos iguales, no lo son, e incluso cada uno de ellos tiene su nombre: Bolero, Mambrino, Sancho, Fiesta del Azafran, Mochilas, Vista Alegre, Cardeño, Alcancía, Chispas, Caballero del Verde Gabán, Rucio, Espartero y Clavileño.

Foto: J.A. Padilla

Pero mientras visitamos el conjunto formado por los molinos y el castillo aledaño, es interesante que sepamos que Consuegra conserva todo el carácter de un auténtico pueblo cervantino. Y no solo por sus molinos.

Si decidimos visitar la villa, situada a los pies del cerro Calderico, lo primero que deberemos visitar es la Plaza de España, que se aparta algo de las típicas plazas manchegas y que contiene varios edificios que destacan por su señorío. Nos llama la atención el edificio del Ayuntamiento, al que se encuentra unido a un gran reloj a través de un arco. En la misma esquina se encuentra el Palacio de San Gumersindo, del siglo XX y de imitación mudéjar; el edificio de ‘Los Corredores’.

Plaza Mayor y «Los Corredores». Foto: J.A. Padilla

La plaza de España, es el antiguo Foro Romano donde se reunía la población y donde sigue haciéndolo. El Ayuntamiento es de estilo renacentista y fue construido en 1670, como pósito. El edificio de «Los Corredores», del siglo XVII, presenta una bella balconada de madera, típicamente manchega, fue silo, alhóndiga y ayuntamiento. Actualmente aloja el Museo arqueológico municipal, con piezas que abarcan desde el neolítico hasta el siglo XIX. Al este, se encuentra el edificio de la Fundación Díaz Cordovés y señora, de 1925, que albergó en su día el Colegio de San Gumersindo, regentado por los Hermanos de La Salle, de estilo historicista mudéjar toledano.

Torre del Reloj, Ayuntamiento y Colegio de S. Gurmensindo. Foto: J.A. Padilla

En Consuegra también encontraremos varias iglesias y ermitas, como la ermita del santísimo Cristo de Veracruz, con su fachada de mármol blanco; la iglesia parroquial Santa María la Mayor, con su cripta mudéjar y el Convento de las Madres de la Inmaculada Concepción, que recrea el gótico mudéjar, entre otras.

Torre del Reloj

La Iglesia de San Juan Bautista es de estilo mudéjar construida en 1567. Tiene planta de cruz latina y posee un cimborrio cuadrangular, accesos laterales porticados, y está construida con piedra y ladrillo, en el interior conserva dos portadas renacentistas. Presiden el presbiterio cinco cuadros del artista José de Beratón de finales del siglo XVII, representando el Bautismo del Señor, San José, San Joaquín y los dos restantes a querubines con los atributos de la pasión. De esta época data la remodelación dirigida por el arquitecto real D. Juan de Villanueva.

Iglesia San Juan Bautista. Foto: j:A. Padilla

La Iglesia del Santísimo Cristo de la Vera Cruz comenzó a construirse hacia 1750, terminándose en 1803. Es de estilo neo-barroco con planta de cruz latina, destacando su fachada de mármol blanco, con mezcla de elementos barrocos y neoclásicos. En el interior se encuentra la imagen del Stmo. Cristo de la Vera Cruz, patrón de Consuegra.

Junto a ella se encuentra el Museo del Cristo, con una interesante colección de retablos, imágenes religiosas y piezas de orfebrería, así como trajes litúrgicos y escapularios. , con la exposición permanente de fondos, que los consaburenses han donado a su patrón. Consta de tres salas. Como elemento que llama la atención, aquí se encuentra el Lignun Crucis, un trozo de la cruz de Cristo, así como el documento que da fe de su autenticidad.

La primera iglesia construida en Consuegra fue la de Santa María la Mayor, a finales del siglo XII, cuando Consuegra se convirtió en capital del Gran Priorato de San Juan Bautista. Su planta está formada por tres naves de pequeño tamaño, siendo la central de mayores dimensiones que las laterales, rematando la cabecera de éstas con ábsides semicirculares al interior y poligonales al exterior. Está construida en ladrillo, aunque se han utilizado sillares de piedra de gran tamaño, posiblemente de origen romano. En la iglesia encontramos una acuarela de la villa de Consuegra, pintada por Pier Maria Baldi, en el siglo XVII y conservada en la Biblioteca Laurentiana de Florencia, donde se puede comprobar cómo fue la iglesia en origen. En la actualidad sólo se conserva parte del ábside de la nave del evangelio, pues en 1809 fue quemada por las tropas napoleónicas.

Tras un paseo por la hermosa villa y de disfrutar por sus tranquilas calles y, como no, degustar su gastronomía, subamos a visitar aquellos molinos que vimos en el horizonte anteriormente.

Foto: J.A. Padilla

Cuando llegamos al cerro Calderico, lo primero que encontramos es el Castillo de la Muela, que parece presidir el extraordinario paisaje. En el lugar donde se levanta hubo un asentamiento celtíbero, probablemente carpetano. Hay historiadores que sostienen que fue el emperador Trajano quien construyó la fortaleza, aunque la primera documentación existente, sitúa el inicio de su construcción durante el Califato de Córdoba en el siglo X.

Castillo de La Muela: Foto: J.A. Padilla

En el año 1083, el rey Alfonso VI conquista el castillo y lo concede como dote en su matrimonio con la Reina Zaida, aunque vuelve a perderlo, pasando de unas manos a otras en los años siguientes. En el año 1097, luchando contra los almorávides, muere en el castillo Diego Rodríguez, hijo del Cid Campeador en la Batalla de Consuegra. En 1099 los musulmanes se retiran definitivamente de Consuegra, no sin antes saquear la villa. En 1183 fue cedido por Alfonso VIII   a la Soberana Orden Militar de San Juan de Jerusalén, con el fin de afianzar las fronteras con los musulmanes, siendo cabeza del Gran Priorato de La Mancha. Durante la guerra contra los franceses, en 1809, fue tomado por las tropas francesas quienes establecieron en él una guarnición que duró hasta la el 22 de septiembre de 1812. En 1962 el castillo es cedido al ayuntamiento y comienza un periodo de rehabilitación que aún continúa. El castillo posee una doble línea de murallas, tres torreones, una torre albarrana y un adarve exterior.

Foto: J.A. Padilla

Tras el castillo vemos la larga fila de molinos de viento y regresa a nuestra mente la singular batalla de Don Quijote. Todos ellos datan del siglo XIX, si bien hay alguno que puede ser más antiguo, incluso del siglo XVI. De los trece originales, se conservan doce, que son: Bolero, donde se encuentra la oficina de turismo y se conserva el moledero de trigo; Mambrino; Sancho, que conserva la maquinaria del siglo XVI y se usa en la Fiesta del Azafrán; Mochilas, recientemente restaurado; Vista Alegre; Cardeño; Alcancía; Chispas; Caballero del Verde Gabán, que cuenta con numerosas versiones de El Quijote; Rucio, que cuenta con una exposición de vinos; Espartero, que tiene una exposición de artesanía toledana; y Clavileño, con fotografías y mobiliario.

Foto: J.A. Padilla

La visita de todos ellos, hasta llegar al final de la carretera, nos llevará un buen rato, aunque muy placentero. Además, desde cualquiera de ellos podemos divisar una panorámica de los alrededores, de innegable sabor manchego. Desde el último de los molinos tendremos la oportunidad de contemplar el paisaje con el castillo al fondo. Y volveremos a recordar el episodio de Don Quijote. Un paisaje de novela. O de cuento.