Castillo de Sigüenza

Era princesa, con diecisiete años, sobrina de uno de los reyes más poderosos, Carlos I e hija del duque de Borbón, una de las familias más importantes de Francia, estaba predestinada a ser reina. Su matrimonio fue negociado por el propio rey de Francia, Juan II de Borbón, que deseaba el apoyo de Castilla en la guerra de los Cien Años. El pretendiente era el rey Pedro I de Castilla. La princesa se mostraba muy ilusionada por aquel enlace y por su próximo viaje a España. Un viaje que resultaría más largo de lo necesario. En efecto, la comitiva nupcial llegaba a Nimes en noviembre de 1352. No sería hasta principios del año siguiente cuando atravesó la frontera y llegaba a Barcelona. El rey francés se había retrasado mucho en el pago de la dote pactada y los castellanos tuvieron que aceptar la mitad de lo prometido.

Blanca recibió la invitación del rey de Aragón, Pedro IV, de viajar a Valencia para, desde allí, dirigirse a la Corte de Valladolid, ya que el invierno había puesto difícil el camino a Castilla. Pero la princesa tenía prisa por llegar y tomó el camino más corto. A la capital castellana llegaba el 25 de febrero de 1353. Pero el rey castellano no estaba y fue recibida por su suegra, María de Portugal. Pasaban los días, el rey no regresaba y todos, cortesanos y franceses empezaban a impacientarse. Fue entonces cuando su valido viajó hasta Torrijos, donde se encontraba el rey. Allí lo encontró junto a su favorita María de Padilla. No parecía tener mucho interés en el matrimonio, pero tras la insistencia de su valido accedió a marchar a Valladolid para celebrar el proyectado matrimonio.

Así, el 3 de junio de 1353 tuvo lugar la boda en la iglesia de Santa María la Nueva. Blanca de Borbón vivía con alegría este día. Pero su felicidad duró poco. Apenas dos días después, el rey Pedro la abandonaba y se dirigía al castillo de Montalbán donde le esperaba su favorita. Pudo ser el irrefrenable amor por esta, el retraso en el pago de la dote del rey francés, o las dos cosas, la causa de su repudio, pero la realidad es que Blanca se quedó compuesta y sin novio en Valladolid. Aquel duro golpe era, sin embargo, el principio de la pesadilla de Blanca de Borbón.

Al poco tiempo, nueva reina de Castilla viajó hasta Medina del Campo junto a la reina madre, pero el rey ordenó que Blanca fuera trasladada al castillo de Arévalo. Allí conoció la nueva boda del rey con Juana de Castro, en abril de 1354. Una mala decisión porque el Papa inició los trámites para excomulgarle y la nobleza contraria a él empezó a apoyar a la reina francesa. Blanca fue trasladada al alcázar de Toledo y puesta en custodia.

Pero la llegada de esta a la ciudad del Tajo provocó la división entre los que apoyaban al rey y los que apoyaban a la reina. En realidad, Blanca era utilizaba como un símbolo de los enemigos de Pedro I, en una guerra civil que enfrentaba a ambos bandos. Blanca de Borbón, aprovechando una de sus visitas a la Iglesia de Santa María, se acogió a sagrado, donde estuvo hasta la llegada del hermanastro del rey, don Fadrique. Allí permanecieron ambos en el alcázar donde, se dice, mantuvieron un romance. Blanca apoyó económicamente a Enrique de Trastámara, enemigo de Pedro I, razón por la cual, tras la victoria del rey, este ordenó el traslado de Blanca al castillo de Sigüenza, donde quedó prisionera hasta el año 1359. Se trataba de una vieja alcazaba musulmana que tiempo atrás había sido morada de señores reyes y obispos y que había sido convertida en castillo por Fray Bernardo de Agén.

Castillo de Sigüenza
Castillo de Sigüenza

Ahora, en una pequeña celda situada en la torre meridional del castillo permanecería durante cuatro años aquella princesa, aún muy joven, llorando su desgraciada suerte. Allí pasaba los días rezando por volver a su tierra, junto a su familia y abandonar aquellas tierras que apenas dos años antes había ambicionado ser su sueño pero que, en realidad, se habían convertido en su pesadilla. Pero las oraciones de la breve reina no fueron escuchadas. Pedro I, haciendo gala de su apodo por el que sería conocido, “el Cruel”, ordenó su traslado al alcázar de Medina Sidonia, donde en 1361 moría, con apenas 22 años de edad.

Patio del Castillo
Patio del Castillo

Francia y Aragón montaron en cólera ante tal desaire por parte del rey. Pero Pedro I, que era muy obcecado, y temiendo que su prisionera pudiera ser rescatada por las tropas “enemigas” decidió trasladar su confinamiento hacia el sur de la Península, por lo que la reina acabo en la Torre de Alcázar de Medina Sidonia, donde permaneció retenida hasta el año 1361. La reina moría con tan solo veintidós años de edad. Algunos dicen que fue envenenada por orden del rey, pero bien pudo ser que tanta desgracia la causó tal melancolía que la hizo morir de pura tristeza. Desde entonces se asegura que entre los pasillos del castillo de Sigüenza se pasea por las noches la figura de una mujer, cuyo aspecto recuerda a Blanca de Borbón, envuelta en una especie de neblina, paseando su dolor y su pena entre las paredes de aquella que fue su prisión.

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