La Alberca

Plaza Mayor de La Alberca. Foto: J.A. Padilla

En plena Sierra de Francia encontramos unos de los pueblos más bonitos, más tranquilos y tradicionales de España: La Alberca. En este pueblo, como en el resto de la Sierra se ha desarrollado una arquitectura típica que llamase ha convertido en la principal atracción.

Foto: J.A. Padilla

Así, cuando visitamos La Alberca podemos decir que los monumentos más importantes son sus casas, hasta el punto que su entramado urbano fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1940. Un entramado urbano que se ha ido conservando durante generaciones, por lo que la historia y el tiempo aquí se han mantenido inalterables.

Foto: J.A. Padilla

El origen de La Alberca hay que situarlo en el siglo XII, época de batallas, reconquistas y repoblaciones, aunque las pinturas prehistóricas en el cercano Valle de Las Batuecas, la presencia de un ara romana en la iglesia parroquial e incluso el origen etimológico del nombre, del árabe Al-Bereka, que significa estanque, parecen remontarse mucho antes en el tiempo.

Foto: J.A. Padilla

No obstante, el aspecto actual es en gran medida proveniente del siglo XVIII, época en la que buena parte del casco urbano se reconstruye, tal y como lo atestiguan las fechas de los dinteles de las entradas que fueron grabadas junto al nombre de los propietarios y de alegorías de carácter religioso.

Calle del Tablado. Foto: J.A.Padilla

Esta circunstancia es perfectamente visible e todo el pueblo, pero especialmente en la calle del Tablado, que nace en la Plaza Mayor y termina en la entrada norte. Una calle que representa a la perfección la tradicional casa albercana. Esta consta generalmente de una planta baja hecha de mampostería de granito, a veces con un porticado de columnas o pilares de madera o piedra, mientras en las plantas superiores están compuestos de balcones corridos de madera o hierro con guardamalletas troqueladas sobre una larga viga de madera de castaño sujetada por las mencionadas columnas.

Foto: J.A. Padilla

Las fachadas de estos pisos son, en la mayoría de los casos, de barro cocido y algunas veces de adobe o de la ladrillo, sujetas por medio de un complejo entramado de vigas de madera que dan un curioso aspecto a las casas. Las fachadas orientadas al norte se cubren de tablones de madera para protegerlas de la humedad.

Foto: J.A. Padilla

Pero la alberca ya no vive de su tradicional ganadería, sino que su industria actual depende del turismo, gracias a su artesanía y gastronomía. Aunque no podemos olvidar sus fiestas y tradiciones, reconocidas desde mediados del siglo XX como Interés turístico nacional.

Plaza Mayor y Crucero. Foto: J.A. Padilla

Su Plaza Mayor es, sin duda alguna, el mejor ejemplo de la arquitectura y tradición albercana o, por mejor decir, de toda la Sierra de Francia. Rodeada de soportales suspendidos sobre columnas y capiteles de granito, está recorrida por dos series de balcones. Es una plaza con una luminosidad especial, acentuada por las flores que los vecinos sujetan en los balcones, lo que proporciona un colorido extra. El Ayuntamiento y la antigua cárcel se encuentran a la derecha, según entramos en la plaza.

Detalle del Crucero. Foto: J.A. Padilla

En el centro de la plaza podemos disfrutar de una hermosa fuente y un crucero que data del siglo XVIII e incluye grabados de los símbolos de la Pasión de Cristo.

Iglesia de la Asunción. Foto: J.A. Padilla

El monumento religioso más importante es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVIII sobre los restos de otra de la que solo quedaba una gran torre. La nueva obra cuenta con una planta de cruz, tres naves abovedadas y un púlpito de granito policromado del siglo XVI. Los estilos de esta iglesia son neoclásico y barroco. La torre tiene 212 años más que la iglesia y fue costeada por los duques de Alba. Tiene un escudo de armas esculpido y varias campanas.

Torre de la iglesia. Foto: J.A. Padilla

Uno de los episodios más importantes de la historia de la Alberca es cuando en 1434 se encontró escondida la imagen de la Virgen de la Peña de Francia, razón por la cual este lugar se convirtió en un santuario para los peregrinos del Camino de Santiago que llegan desde el sur por la Vía de la Plata.

Foto: J.A. Padilla

Es imposible no visitar La Alberca, y el resto de pueblos que forman parte de la Sierra de Francia, si queremos conocer los pueblos más bonitos de España y el mejor ejemplo de la conservación de las tradiciones a lo largo de los siglos.

Detalle de la Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla