Beti-Jai: el renacer de un gigante

foto: J.A. Padilla

El Frontón Beti Jai es uno de los ejemplos de la recuperación de edificios singulares que forman parte de la historia artística de Madrid. Gracias a ello, esta instalación, a medias entre su carácter social y deportivo, podemos disfrutarla y admirar su construcción.

Foto: J.A. Padilla

Inicialmente, diremos que es difícil imaginar la existencia de esta instalación en un lugar como en el que está ubicado. Y lo que es mejor, haya sobrevivido al tiempo, y a la especulación urbanística, en un lugar como el que ocupa. Paseando por la céntrica calle Marqués de Riscal, en el número 7, nos llama la atención un edificio de fachada neoclásica de color blanco, con las puertas tapiadas, rodeado de grandes edificios y de palacetes. En la parte superior del mismo es posible leer “BETI JAI”. Y es que, en efecto, tras esa fachada se esconde un recinto deportivo que, en su día, fue el más grande de Madrid, una ciudad que entonces contaba con once frontones. Pues bien, nos encontramos en el barrio de Chamberí, muy cerca del Paseo de la Castellana. Tras ese frente neoclásico se ubica el antiguo frontón Beti-Jai, que en euskera significa “Siempre Fiesta”, en una parcela de 3600 metros cuadrados, con una superficie total de casi 11 mil metros cuadrados. Y tras esa fachada neoclásica descubriremos una instalación construida en estilo neomudejar, muy de la época de su construcción en el siglo XIX.

Foto: J.A. Padilla

Dentro, rodeado de los elementos propios de una instalación deportiva, encontramos una cancha descubierta, de 67 m. de largo, 20 m. de ancho y 11 m. de alto, toda ella rodeada de las correspondientes gradas, formando una planta semi-elíptica.

Foto: J.A. Padilla

El graderío tiene una capacidad aproximada para 4000 personas y está dividido en cuatro plantas, protegidas barandillas de hierro y comunicadas entre sí a través de escaleras de madera. Se sostiene por medio de un entramado de columnas y vigas de hierro forjado, algunas de ellas curvadas para dar inclinación a las gradas. Toro el conjunto cubierto de madera.

Foto: J.A. Padilla

El Beti Jai es, no un espacio multiusos como son los modernos polideportivos, sino, en síntesis, un frontón de pelota vasca, cuyo proyecto se debe al empresario donostiarra José Arana, quien encargó el proyecto al arquitecto Joaquín Rucoba. Así, el frontón se empezó a construir en 1893, con un presupuesto aproximado de unas 500 000 pesetas. Joaquín Rucoba era el autor de la Plaza de toros de la Malagueta, el mercado de Málaga, así como la Casa Consistorial de Bilbao, entre otras obras. Fue la cuarta infraestructura de estas características abierta en Madrid a finales del siglo xix, en un momento en el que el deporte de la pelota vasca alcanzaba una notable popularidad en la capital española.

Foto: J.A. Padilla

El frontón fue inaugurado el 29 de mayo de 1894 y estuvo en funcionamiento hasta el año 1919. En realidad, tuvo una actividad intensa y diaria durante solo sus tres años de funcionamiento, y fue decayendo paulatinamente debido a diversas causas. Tras su cierre tuvo varios usos. Leonardo Torres Quevedo, por ejemplo, lo usó entre 1904 y 1906 como Centro de Ensayos de Aeronáutica. Durante la Guerra Civil sus instalaciones fueron utilizadas comisaría y, durante los primeros años del régimen de Franco sirvió como lugar de ensayo de bandas musicales vinculadas a la Falange Española. A mediados del siglo xx, se vendió a la compañía automovilística Citroen, que lo utilizó como taller de reparaciones.

El frontón empezó a quedar en estado de total abandono, como atestiguan algunas fotografías que existen. En 1997 fue comprado por 2,3 millones de euros por la sociedad vasca Frontón Jai Alai, que inicialmente pretendía su recuperación para uso deportivo. El 27 de enero de 2011 fue declarado como Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Se daba así respuesta a una plataforma ciudadana que reivindicaba su rehabilitación. En 2010 el Ayuntamiento de Madrid inició un proceso de expropiación, finalizado en el año 2015, y pagando por él la cantidad de 7 millones de euros y se iniciaba la primera fase de su rehabilitación.

Foto: J.A. Padilla

Dos años más tarde se iniciaba la primera fase de rehabilitación. Hoy, tras la finalización de la segunda fase, es posible visitarlo de manera restringida. Tras 125 años desde el inicio de su vida, el resultado hoy impresiona. No cabe duda de que una vez finalizada totalmente su rehabilitación se convertirá en un centro de referencia en Madrid. Como lo fue en su inicio.