Cartagena

Puerto deportivo. Foto: J.A. Padilla

Una de las cosas que más nos llama la atención cuando llegamos a Cartagena es su impresionante puerto. Y no es vana nuestra admiración. Su puerto ya llamó la atención de romanos y cartagineses, por sus características y ubicación, lo que le convertiría en un punto estratégico en el Mediterráneo. En aquel tiempo Cartagena era conocida por Cartago Nova, de cuyo término deriva su nombre actual. Tras los cartagineses, fueron los árabes los que llegaron a estas tierras hasta que el rey Fernando III el Santo la conquistó y la incorporó al reino de Castilla, manteniendo la importancia de la ciudad y de su puerto hasta nuestros días.

Foto: J.A. Padilla

El puerto, convertido hoy en un parque marítimo, es uno de los lugares donde los cartageneros se reúnen y disfrutan de su ciudad. En uno de los estanques vemos una escultura que representa a una ballena sumergiéndose en el agua, de la que solo asoma su cola. Tiene cinco metros de altura y un peso de 24 toneladas y ha sido realizada por el escultor Fernando Sáenz de Elorrieta en acero. Las ballenas antiguamente surcaban las aguas de Cartagena en sus migraciones.

Foto: J.A. Padilla

Junto al puerto se encuentra la plaza Héroes de Calvite, levantado en homenaje a los caídos en la guerra contra Estados Unidos a finales del siglo XIX, en cuyo centro se levanta un monumento en forma de obelisco de 15 metros de altura sobre una base de 8 m², construido en mármol negro y bronce.

Foto: J.A. Padilla

El obelisco presenta en dos caras que representan: por un lado la personificación de la Gloria como una mujer presentando unas coronas florales a los mártires; y, por el otro, el escudo de España, bajo el que figura la inscripción: “A los heroicos marinos de Cavite y Santiago de Cuba, 1898. Honor a las escuadras de Cervera y Montojo”. También se encuentran los nombres de los oficiales que fallecieron durante aquellas batallas. La ciudad escogida para colocarse este monumento  fue Cartagena, siendo inaugurado el 9 de noviembre de 1923  en presencia del alcalde de la ciudad,  Miguel Primo de Rivera, el embajador estadounidense  y el rey Alfonso XIII junto a su esposa Victoria Eugenia de Battenberg.

Foto: J.A. Padilla

Cercano al obelisco encontramos una curiosa escultura, cuyo autor es Víctor Ohoa, que rinde homenaje a las víctimas del terrorismo. Mide casi 5 metros de alto y está construida en bronce. Representa  la figura de un hombre abrazándose a las piernas, sentado, desnudo e indefenso.

Foto: J.A. Padilla

Frente a este monumento y jardines se aprecia, entre las palmeras, el edificio del Ayuntamiento de Cartagena, un soberbio edificio tipo modernista que, de inmediato, nos atrae hacia el centro histórico, que se inicia en la propia plaza y continúa a lo largo de la calle Mayor.

Foto: J.A. Padilla

El auge y desarrollo de Cartagena de principios del siglo XX obligó a construir un nuevo edificio municipal en sustitución de un pequeño edificio de estilo herreriano, construido en el siglo XVI. Así, en 1900 se empieza a construir el nuevo, un edificio de planta triangular, cuya fachada está realizada completamente en mármol blanco, en la que destacan las cúpulas de zinc. En el exterior está esculpido el castillo de la Concepción del escudo de la ciudad, y la corona mural, concedida por el general romano Escipión el Africano cuando tomó la ciudad de Carthago Nova.

Foto: J.A. Padilla

Continuemos nuestro paseo por la calle Mayor. Inmediatamente, encontramos la entrada a las antiguas y rehabilitadas ruinas del teatro romano, donde es preciso adentrarnos para conocer en detalle la historia de la ciudad.

Foto: J.A. Padilla

La importancia de este enclave lo demuestra la existencia de una muralla que mandó construir Carlos III para proteger la ciudad y que delimita el Teatro Romano, el cual data del siglo I a.C, en tiempos del emperador Augusto., uno de los más importantes de España, pero que fue descubierto a finales del siglo XX. Durante el siglo III, ya en la época de los cartaginense se contruyó sobre este teatro un mercado. Después, tras la llegada de los vándalos, en el siglo V, el mercado fue destruido. Y posteriormente, tras la refundación de la ciudad, Cartago Spartaria, el emperador bizantino Justiniano construyó un barrio comercial, con lo que los restos del teatro quedaron sepultados. Hoy, lo que vemos es un milagro de la arqueología. En el Museo existente encontramos muchas de las huellas que demuestran su importancia.

Foto: J.A. Padilla

Sobre el graderío se encuentran los restos de la catedral vieja, llamada Catedral de Santa María la Vieja, construido en el siglo XIII tras solicitar el rey Alfonso X el Sabio al papa Inocencio IV la restitución de la diócesis de Cartagena. Esta diócesis existió antes de la llegada de los musulmanes y había sido la diócesis primada de España hasta su traslado a Toledo, por lo que no le faltaban razones para solicitarlo. Posteriormente, a finales del siglo XIII, la diócesis se trasladará a Murcia, con lo que la iglesia perdió su importancia. El estado actual de deterioro y abandono se debe a que durante la Guerra Civil Española fue asaltada y destruidos sus altares, retablos e imágenes por lo republicanos, instalándose en su interior una cárcel política o checa. En 1939 fue bombardeada quedando destruidas las cubiertas y las capillas del lado norte. Permaneciendo abandonada desde entonces.

Foto: J.A. Padilla

Ya en la calle Mayor, frente al Ayuntamiento un mural nos llama la atención. Se trata del Mural de Cervantes, el cual hace homenaje al genial escritor alcalaíno. Ello se debe a que Miguel de Cervantes estuvo en dos ocasiones en Cartagena, una en el año 1568 y la otra en 1581, y por ello Cartagena aparece en  varias obras de sus obras, tales como en La Gitanilla (“Por estar cerca de Cartagena, adonde si viniesen galeras, como él pensaba que había de venir, pudiese con facilidad pasar a Italia…)”, en Los trabajos de Persiles y Segismunda, cuando los cautivos llegan a Cartagena, en El Licenciado Vidriera, o en su Viaje al Parnaso, a cuya obra perteneces los versos que aparecen en el azulejo. Es curios que un poco más arriba de esta calle Mayor, en el número 11, se encuentra la Casa Cervantes, uno de los edificios más emblemáticos de Cartagena, cuyo nombre no se debe al autor de El Quijote, sino a que perteneció a un importante empresario de la ciudad.

Foto: J.A. Padilla

Cartagena tiene ese aire de ciudad animada y animosa. Sus calles muestran ese pasado orgulloso y no falta encontrarnos con un montón de sorpresas agradables.