El Cañón del Río Lobos, en plena provincia de Soria, es sin duda uno de los lugares más hermosos de la península Ibérica, pero también uno de los lugares más enigmáticos y esotéricos. El cañón, y especialmente la Ermita de San Bartolomé guardan una interesante leyenda templaria que le dan a ese lugar una importancia que acentúa aún más, si cabe, la belleza del lugar. Y es que la ermita templario de San Bartolomé, en pleno Cañón del Río Lobos, es la obra cumbre del simbolismo y esoterismo de la Orden del Temple.
El entorno de la ermita, formada por los farallones que la rodean y la espectacular cueva que se abre frente a ella, ha sido habitado desde la Edad del Bronce, como así lo evidencian los restos arqueológicos encontrados en toda la zona del cañón como en la necrópolis celtibérica de Ucero. El Cañón del Río Lobos ha sido utilizado por los peregrinos del Camino de Santiago para enlazar con el Camino Francés de y el castillo de Ucero, de origen templario, llegó a servir como albergue de peregrinos.
La leyenda nos cuenta la leyenda que el Apóstol Santiago, montado sobre su caballo, saltó desde lo alto de uno de los farallones del Cañón que rodean la ermita. Los cascos dejaron sus huellas sobre la piedra, cerca del camino hoy utilizado y la espada se le cayó al suelo quedando clavada en el lugar exacto donde se encuentra construida la actual ermita de San Bartolomé.
Esta leyenda ha servido para transmitir la importancia de este enclave y darle un aura mística a este punto formado por los farallones, la ermita y la cueva. La existencia, a doscientos metros de la ermita, de un gran mehir natural acrecienta la creencia mágica del lugar desde hace milenios y la plena aceptación de las propiedades telúricas que envuelven a este conjunto. Los mapas templarios publicados en «La Meta Secreta de los Templarios», han descubierto la importancia de este lugar equidistante entre dos puntos septentrionales más extremos de la península ibérica como son los cabos de Creus y Finisterre.
Cada 24 de agosto se celebra la romería de San Bartolomé. Una fecha de gran simbolismo esotérico, pues en esa fecha también se celebraba la festividad romana en honor al dios Jano. Se da la circunstancia que Jano corresponde al Juan cristiano y que San Juan Evangelista y San Juan Bautista se vinculan al simbolismo solar y fueron muy apreciados por la Orden del Temple y por otras corrientes herméticas europeas como los cátaros y los alquimistas. En la noche de San Juan, aseguran que desde este enclave es posible ver constelación de Sagitario (La Flecha) señalando al norte el Camino de Santiago. Asimismo, si se unen con una línea recta las ermitas e iglesias de la comarca se pueden trazar figuras similares a las constelaciones de Sagitario y Cynus.
En la iglesia parroquial de Ucero, cercana al Cañón es posible apreciar la huella templaria. En su fachada puede advertirse la forma de una cruz templaria. ¿Cómo se llama esta iglesia de Ucero?
San Juan Bautista…. naturalmente.
Dentro de la iglesia se puede ver un Cristo templario y una enigmática escultura femenina con un niño, lo que simboliza La Dama y el Hijo de los Filósofos, símbolos del Temple y que significan la Iniciación de Amor y a la Alquimia.
Una vez dejado el coche en el aparcamiento situado a la entrada del parque, accedemos a pie hasta la ermita de San Bartolomé, situada a tres kilómetros del mismo. La ermita es el punto principal del cañón. Esta ermita, situada junto a la gigantesca boca de la entrada a la cueva grande (1). es un bello ejemplar del románico del siglo XIII, y merece la pena admirar la enigmática decoración que encontramos en ella. Un bello repertorio iconográfico, cuya más bella muestra es el rosetón de seis corazones entrelazados, que al parecer, presenta muchas similitudes con el símbolo judáico del Sello de Salomón, y que podría estar vinculado con la leyenda del Grial y con la orden de los caballeros Templarios (2).
Pero si enigmática es toda esta simbología, no menos enigmática es la ubicación de la misma. Su ubicación está relacionada con la gran cueva situada frente a ella. En esta cueva se celebraban rituales de carácter pagano desde tiempos prehistóricos. Cuando nos adentramos en esta cueva, de gran altura, pero de no más de 250 metros de profundidad, podemos contemplar una perspectiva de la ermita muy interesante y curiosa. Pero esta perspectiva nos ayuda a entender la teoría que demuestra que en el medievo muchas ermitas e iglesias medievales se levantaron en las proximidades de cuevas y simas (Ojo Guareña, Covadonga, etc. son otros ejemplo), que simboliza la entrada a un mundo subterráneo, el culto a la madre tierra, la Gea romana, Hera griega o la Astarté fenicia.
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