Lastres

Lastres. Foto: J.A. Padilla

Dicen que el mejor momento para visitar la villa de Lastres es a primera hora de la tarde. La causa de ello es que es el momento en el que llegan las barcas al puerto pesquero y comienza la actividad de la lonja, el momento en que esta villa hace honor a su tradición como importante puerto pesquero y el comienzo de toda su actividad pesquera, como es la descarga de los pescados y mariscos, la recogida de aparejos, la reparación de las redes y la subasta del pescado. No es poco para una villa, cuya vida ha estado basada en la abundancia de pesca y la captura de ballenas. Después, ya al atardecer podemos disfrutar en los bares de la villa del producto de las capturas del día.

Foto: J.A. Padilla

Al atardecer, al amanecer, o a la hora que sea, todas ellas son buena son buena hora para acercarse al puerto y admirar desde allí la villa de Lastres, la cual desemboca en fuerte pendiente la zigzagueante carretera que se adentra en la villa. Es un buen punto de partida para iniciar el paseo por el casco urbano, declarado conjunto histórico.

Foto: J.A. Padilla

Siempre ascendente, te llevará por un laberinto de callejuelas estrechas y empedradas hasta alcanzar, la iglesia de Santa María de Sábada, del siglo XVIII, con una gran torre y varios retablos en su interior de interés. Está situada en lo mas alto de Lastres, pero merece la pena subir tanta escalera y cuesta porque, desde este punto, las vistas de Lastres son impresionantes y la iglesia presenta esos tonos amarillentos del ladrillo. Un camino en el que hemos encontrado recoletas plazoletas llenas de encanto, fuentes,  o capillas que surgen en los rincones más insospechados.

Capilla de San Roque. Foto: J.A. Padilla

En lo alto de la villa de Lastres, en el campo de San Roque, se encuentra la Capilla de San Roque, con un mirador desde el que se contempla una impresionante panorámica de Lastres con su pequeño puerto pesquero. Al fondo, en el horizonte, los Picos de Europa completa el maravilloso paisaje. Otra capilla interesante es la de San José, situada en pleno casco urbano de Lastres.

Capilla de San José. Foto: J.A. Padilla

Es una pequeña capilla de estilo barroco popular del siglo XVI, de propiedad privada, aunque en su origen fue construida por las donaciones de los marineros de Lastres en el año 1794. Es un templo de una sola nave con bóveda de crucería y pórtico apoyado sobre columnas.

Mientras regresamos a la parte baja de Lastres, seguimos disfrutando de las maravillosas vistas de la villa.

Foto: J.A. Padilla

En sus calles destacan las hermosas balconadas y la cercanía de las casas entre sí, que parecen haber sido construidas para cobijarse entre sí de la lluvia y el viento, que en esta zona es característico.

Foto: J.A. Padilla

Casi desde cualquier punto de la villa se divisa el bello puerto, remodelado en 1995 con la construcción de un espigón de 55 metros.

Torre del Reloj. Foto: J.A. Padilla

Lastres está declarado Conjunto Histórico, lo que también le convierte en un punto de interés turístico. No olvidemos visitar la Torre del Reloj, una emblemática torre que sirve de campanario y torre de vigilancia, construida en 1751. Posee planta cuadrada con cuatro tramos. El reloj muestra las horas, en numeración romana, con un único brazo-aguja, señalando desde hace siglos el paso del tiempo con exactitud.

Foto: J.A. Padilla

Alrededor, seguimos admirando las casonas y palacios como el de la familia Victorero, el de los Robledo, y el de los Vallados, todos ellos del siglo XVIII. Algunos de ellos convertidos en hoteles y restaurantes de gran fama.

Foto: J.A. Padilla

Poco a poco, recorremos, con alguna dificultad, sus calles en su mayoría estrechas y angostas, empedradas y siempre en pendiente, con sus casas que parecen colgar hacia el abismo, en este caso, el mar Cantábrico. Sus  hermosas balconadas y su laberinto  de paredes blancas y caprichosas simetrías merecen todo nuestro esfuerzo.

Foto: J.A. Padilla

Lastres y su costa se asientan además sobre los acantilados que se asoman al mar y que contienen esas huellas de dinosaurios que pertenecen al periodo terciario del jurásico.  Son muchos los atractivos de esta pequeña villa y muchas las razones para visitarla.

Foto: J.A. Padilla