Chinchilla de Montearagón

Castillo de Chinchilla. Foto: J.A. Padilla

Junto a la carretera que une Madrid con Alicante, pasado 13 kilómetros de la capital Albacete, nos sorprende la silueta de una impresionante fortaleza sobre un cerro. Un paisaje que demanda nuestra visita cuando no seamos víctimas de la prisa. Bajo la fortaleza, formando parte del cerro se encuentra Chinchilla de Montearagón, uno de los pueblos más antiguos de la provincia de Albacete.  Y ese cerro, que se llama de San Blas, que se levanta a 897 metros sobre el nivel del mar, esconde una villa que conserva una serie de edificios que testifican sobre su esplendoroso pasado. Su castillo fue un asentamiento ibero, romano e incluso árabe en origen, si bien lo que queda de él, que es mucho, data  del siglo XV. Sus murallas se adaptan al cerro como si formara parte de él.  

Foto: J.A. Padilla

Pero Chinchilla es mucho más. Pasear por sus calles nos permite viajar a diferentes épocas de la historia. El trazado de sus calles estrechas, propias de su pasado árabe, y adoquinadas nos va conduciendo a palacios y casas nobiliarias que demuestran el carácter noble de la villa.

Plaza de la Mancha. Foto: J.A. Padilla

Toda ella se vertebra alrededor de su Plaza de la Mancha, centro neurálgico de la ciudad que alberga edificios de gran patrimonio artístico y monumental como la Torre del Reloj, el Ayuntamiento, el Arco de la ciudad o la Iglesia de Santa María del Salvador.

Plaza de la Mancha desde el arco de entrada. Foto: J.A. Padilla

La Plaza ha sido el principal lugar de reunión de la villa ya desde la época árabe, si bien será a partir del siglo XV cuando la plaza empiece a engrandecerse con los edificios que se encuentran en ella. En el siglo XVI se construye la fachada renacentista sobre la que se asienta el Ayuntamiento.

Fachada del Ayuntamiento. Foto: J.A. Padilla

En la parte inferior de esta fachada destaca el Arco de acceso a la ciudad donde aparece la llave de la ciudad que representa los actos conmemorativos del quinto centenario de la llegada de los Reyes Católicos a Chinchilla. El Ayuntamiento consta de dos fachadas, una del siglo XVIII y otra del siglo XVI, de estilo renacentista, que es la utilizada como entrada.

Foto: J.A. Padilla

Y custodiando el arco, se pueden contemplar dos de los cañones que fueron recuperados del foso del Castillo y que utilizaron las tropas francesas en su ataque. La torre del Reloj es del siglo XIX y es de estilo neoclásico.

Torre del Reloj. Foto: J.A. Padilla

En la Plaza de la Mancha también se encuentra la Iglesia de Santa María del Salvador, la cual es una mezcla diferentes estilos artísticos: portada gótica, espacio barroco y cabecera renacentista. En el siglo XV también será ampliada por iniciativa de Juan Pacheco, marqués de Villena.

Iglesia de Santa María del Salvador. Foto: J.A. Padilla

Desde la plaza entramos hacia la calle Obra Pía, donde podemos observar otros dos edificios de interés, el Pósito, actual oficina de turismo, y el palacio de Núñez Cortés, una de las más notables casas señoriales de Chinchilla junto con el palacio de Barnuevo, el de López de Haro y el de Núñez Robres.

Iglesia y Palacio de Núñez Cortés. Foto: J.A. Padilla

Por el otro lado de la plaza, junto al arco de entrada podemos acceder al barrio árabe, donde encontramos bellos rincones. De la misma época califal se mantiene la Puerta de Diablos y Tiradores que representan las puertas de defensa de la ciudad.

Puerta de Diablos y Tiradores. Foto: J.A. Padilla

Cercanas a esta puerta se encuentran las Cuevas del Agujero, una de la serie de casas cuevas propias de Chinchilla. Su origen data de finales del siglo XV, cuando en Granada y Guadix se produce la Rebelión de las Alpujarras, que enfrentó a musulmanes, judíos y cristianos tras la que se expulsó a muchas familias que llegaron a Chinchilla de Montearagón. Dichas familias pidieron permiso a los a los responsables de la ciudad para construir las denominadas Cuevas del Agujero, casas excavadas en la propia piedra en la que residieron durante siglos y que hoy podemos contemplar. Actualmente, las cuevas son de propiedad privada.

Cuevas del Agujero. Foto: J.A. Padilla

A pesar de que no es posible visitarlas y de encontrarse cerradas, su estado de conservación es bueno y todas ellas poseen fachadas y formas curvilíneas, casi caprichosas en las que destacan sus chimeneas. Las Cuevas del Agujero no son las únicas existentes en Chinchilla, pero sin las mejor conservadas. Y ello es así porque en 1970, estando estas cuevas en una situación ruinosa, una persona compró una de ellas y la convirtió en vivienda y estudio de pintura. Animó a otros conocidos suyos y, entre todos adquirieron las 13 cuevas que estaban en desuso, de las 14 existentes y las rehabilitaron. Se levantaron los arcos de entrada, por un lado y por el otro de la calle y se consiguió dotarlas de agua y alcantarillado. Aquellas personas se encargaron, sin ayuda alguna, en acondicionar y limpiar las cuevas y su entorno.

Foto: J.A. Padilla

Con ello se consiguieron conservar estas cuevas en buen estado porque aunque en Chinchilla había otras zonas rupestres, donde vivían las familias exiliadas de Granada y encontraron en este lugar un material idóneo con unas características que les permitía ampliar las viviendas a medida que la familia iba creciendo. Bastaba con ganarle a la roca otra estancia. Pero se fueron perdiendo, devoradas por el asfalto y el urbanismo. Las del Agujeros se conservaron gracias a estas personas. Y ello hace posible que podamos disfrutar de este símbolo de Chinchilla.

Foto: J.A. Padilla

Desde aquí seguimos por calles como Maestro Moisés Daviá hasta llegar a la subida al Castillo, un camino largo que, sin embargo, nos permite pasear junto a la muralla.

Foto: J.A. Padilla

Llegamos al castillo, el cual fue levantado en el siglo XV por don Juan Pacheco, marqués de Villena. Es de estilo gótico, y destaca el profundo foso de 25 metros que posee. Ha sufrido numerosas reformas a lo largo de su historia, incluida la creación y derribo de un penal en el cual los presos sufrían unas condiciones de vida muy duras, cuya historia podemos verla en la Oficina de Turismo.

Fachada del Castillo. Foto: J.A. Padilla

El marqués de Villena mandó reconstruir el castillo sobre una fortaleza árabe. Durante casi tres siglos, la fortaleza fue usada como prisión, motivo por el cual presenta su actual forma. Aquella prisión albergó históricos personajes como César Borja, hijo del famoso papa Alejando Borgia, al que se le atribuyó el asesinato de su hermano, el Duque de Gandía. Posteriormente sirvió de cuartel durante la Guerra de Sucesión Española y para las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia Española.

Foto: J.A. Padilla

Está construido en piedra, empleándose mampostería en los muros, y sillares en el resto de elementos. Este castillo es el símbolo de Chinchilla de Montearagón y la razón principal de nuestra visita. Aunque, como hemos visto, no han faltado otros motivos que la justifiquen.