El Museo Thyssen esencial

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es una pinacoteca de maestros antiguos y modernos ubicada en Madrid, cuya existencia se debe a un Acuerdo de cesión realizado con el Gobierno de España en el año 1988 y cuya colección fue posteriormente adquirida en 1993. La colección está formada por la colección privada reunida durante décadas por la familia Thyssen-Bornemisza y que supone un catálogo de pintura de extraordinaria importancia, ya que los cuadros que los más de 700 que la componen datan desde el gótico de los siglos XIV y XV hasta finales del siglo XX. Actualmente, el museo está gestionado por una Fundación, y esta a su vez por un Patronato bajo control del Estado.

La sede del museo es el Palacio de Villahermosa,  situado en el paseo del Prado, esquina con la carrera de San Jerónimo. Este palacio antiguamente sirvió como residencia del duque de Angulema, entonces al mando de los Cien Mil Hijos de San Luis y posteriormente fue sede de un Liceo Artístico y Literario en el decenio 1846-56.

Se hace muy complicado establecer un catálogo con las mejores obras del museo, por lo que el presente trabajo recoge, casi, las indispensables.

Retrato de un joven caballero. Vittore Carpaccio

Museo Thyssen- Bornemisza
CARPACCIO, Vittore. Retrato de un joven caballero en un paisaje

Iniciamos este trabajo con uno de los cuadros más representativos e icónicos del museo Thyssen, como es este Retrato de un joven caballero, cuadro pintado en 1510 por el pintor veneciano Vittore Carpaccio.

Este cuadro está considerado como el primer retrato de cuerpo entero que se pintó en Europa, en este caso el caballero Francesco María de la Roverre, duque de Urbino, sobrino del papa Julio II, aunque otros sostienen que se trata del militar veneciano Marco Gabriel si atendemos al lema que aparece a la derecha del personaje “Malo mori quam foedari / Mejor la muerte que el deshonor”, bajo el cual se encuentra un armiño blanco, lo que, junto a los colores del paje a caballo da a entender que el caballero corresponde a la napolitana Orden del Armiño.

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De ser así, el motivo del cuadro sería reivindicar el honor del caballero, el cual fue acusado de cobardía durante el asedio otomano de Modona en el año 1500, siendo el único superviviente y prisionero del mismo, siendo decapitado posteriormente en Estambul un año más tarde.

En el cuadro aparecen multitud de símbolos que harían referencia al caballero en cuestión. Los perros de caza como símbolo de fidelidad (uno tras el caballero y otro con el jinete); el conejo blanco, semioculto en la parte lateral, representa la pureza y la astucia como cazador; en el cielo hay gorriones y palomas, que simbolizan la fe y, junto al agua, hay una garza, la distinción) y un ciervo, el poder mientras en la transparencia de las aguas aparece reflejada la sinceridad. El jinete a espaldas del caballero también porta simbolismos: el amarillo con que se viste era el color del Papa y cabalga un corcel oscuro con la cabeza gacha para resaltar su humildad. La pica que lleva es un típico elemento de la escuela de Flandes que inspiraba al autor y sobre su yelmo hay posado un pavo real que alude a la inmortalidad.

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Este cuadro fue atribuido a Durero durante mucho tiempo hasta que fue descubierto, tras una operación de limpieza y restauración del cuadro, un cartelito prendido de una rama que hay a la derecha que nos indica su autor y la fecha que fue realizado: «VICTOR CARPATHIUS / FINXIT / M.D.X.» Vittore Carpaccio, 1510.

Retrato de Giovanna Tornabuoni. Domenico Ghirlandaio

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Este cuadro es otro de los iconos del museo. El Retrato de Giovanna Tornabuoni es una pintura del pintor italiano renacentista Domenico Ghirlandaio que data del año 1488. Giovanna degli Albizzi, era una mujer de la nobleza florentina que se casó con Lorenzo Tornabuoni y que murió dando a luz en 1488, con apenas 20 años, mismo año en el que se pinto el cuadro. En el cuadro, la noble dama aparece como una mujer joven de lado, llevando un elegante vestido, llamado gamurra, típico del siglo XV y que llegaba hasta los pies. A la derecha, detrás de ella, está colgado un collar de coral un libro parcialmente cerrado y una inscripción latina, tomada de un poema satírico del poeta del siglo I d.C. Marco Valerio Marcial.

Arlequín con espejo. Pablo Picasso

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Otro cuadro icónico del museo Thyssen es el Arlequín con espejo, un óleo sobre lienzo pintado en 1923. Picasso quiso con este cuadro hacer un homenaje al mundo circense y, en concreto, a la Commedia dell`arte al tiempo que quería hacer un autorretrato. El estilo de la pintura es clasicista, a imagen y semejanza de las representaciones pictóricas de la antigüedad, pero Picasso, que ya había descubierto el uso del cubismo para reinterpretar la pintura y darla una perspectiva personal y nueva, lo manifiesta claramente en esta obra. Admirador del mundo circense nos presenta un arlequín, si atendemos al sombrero de su protagonista, vestido de acróbata, si bien Picasso sintió una atracción especial por el personaje de Pierrot, quien observa su melancólico rostro en el espejo, un personaje surgido de la comedia italiana y francesa y que y que es el prototipo del payaso triste muy alejado de la imagen festiva del payaso de circo, Pierrot es el “payaso de la cara blanca”, un personaje que esconde bajo su maquillaje su tristeza por un amor no correspondido de Colombina, herido de amor y obligado a hacer feliz a los demás. Picasso se sentía identificado con este personaje, según dicen, por su amor frustrado con una americana. Arlequín con espejo fue el final de la era clasicista de Picasso al iniciarse en los bodegones y culminarse con el surrealismo.

Habitación de hotel. Edward Hopper

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Decíamos al principio que la colección del museo comprende obras de los últimos 500 años, desde la edad  media hasta finales del siglo XX. Este cuadro, fechado en 1931, es un buen ejemplo del arte moderno y de la utilización de la pintura como denuncia social o de las amenazas que acosan al hombre. En este caso representa la soledad, el aislamiento y la soledad del ser humano en un escenario tan impersonal como la habitación de un hotel. Esa soledad y frialdad que el artista nos ha mostrado en otros cuadros de su catálogo.

Encontramos a una muchacha semidesnuda en el interior de una sencilla habitación de un hotel que, por su escasa decoración y detalle, parece ser bastante modesto. Ni siquiera le ha dado tiempo a abrir su equipaje y la joven se encuentra sentada sobre la cama leyendo un papel, aunque más bien parece estar sumida en sus propios pensamientos. El aspecto tranquilo de la muchacha contrasta con la frialdad de la estancia, también desnuda e impersonal.

Muchacha cosiendo a máquina. Edward Hopper

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No abandonaremos a Hopper y mostraremos otro ejemplo del realismo de este pintor que ya hemos visto en el anterior cuadro. Este es anterior, fechado en 1921 y nos muestra el interior de una habitación a una joven que cosiendo con una máquina junto a una ventana. Su larga melena morena oculta su rostro, lo que incide en la impersonalidad del personaje. La acción transcurre en un día claro y soleado y los rayos entran con hacia el interior, proyectando un reflejo sobre la pared encarnada del fondo, resaltando la figura de la muchacha al reflejarse la luz sobre su vestido blanco. De nuevo la soledad como protagonista y la impersonalidad de la escena.

La Anunciación. El Greco

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Cambiamos de registro artístico y saltamos en el tiempo hasta el siglo XVI, un viaje que es posible hacerlo en este museo. Encontramos así La Anunciación, una obra del pintor Doménikos Theotokópoulos, El Greco, realizada en 1575. En el cuadro se aprecia a la Virgen María vestida de azul y sentada en un reclinatorio, con la cabeza girada hacia el Arcángel Gabriel y la paloma que representa al Espíritu Santo. Al fondo se distingue un grupo de querubines. El Greco pintó varios cuadros sobre este tema, lo que mostró con detalle el desarrollo pictórico del pintor. Como en otros cuadros religiosos, el pintor divide en diagonal el espacio en dos mitades que dividen el mundo real y el celestial. La Vírgen acepta el mensaje del ángel mientras, en señal de veneración, cruza sobre el pecho uno de sus brazos mientras un haz de luz desciende con la paloma del Espíritu Santo.

Santa Catalina de Alejandría. Caravaggio

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Seguimos en el mismo siglo que el anterior cuadro de El Greco. Santa Catalina de Alejandría es un cuadro del pintor milanés Michelangelo Merisi da Caravaggio fechada en el año 1598. El mismo le fue encargada en Roma por el cardenal Francesco Maria del Monte, mecenas del pintor. Santa Catalina nos aparece en este cuadro ricamente vestida, como corresponde a una dama de familia noble de Alejandría del siglo III, mostrándose arrodillada sobre un cojín y mirando al espectador. En la escena se aprecian también la rueda con los cuchillos, la espada con la que fue decapitada y la palma. Caravaggio destaca su figura incidiendo sobre ella toda la luz, creando los claroscuros que han caracterizado la obra del pintor. Catalina estaba dotada de una gran inteligencia. Una noche se le apareció Cristo y decidió, desde ese momento, consagrarle su vida, en una especie de matrimonio místico muy común en el Mediterráneo oriental y en la espiritualidad católica.

El emperador Majencio acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó que todos los súbditos hicieran sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo, pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz mientras reivindicaba al emperador la figura de Cristo como único y verdadero Dios. El emperador la hizo detener y obligarla a adjurar de su fe, pero ella se mantuvo firme en su creencia. El emperador ordenó entonces que la torturaran utilizando para ello una máquina formada por unas ruedas con cuchillas afiladas, las cuales se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa, aunque finalmente fue decapitada. No obstante, varios autores han puesto en duda la realidad de esta historia, al no existir pruebas de la existencia de la propia Catalina y su figura surgió como contrapunto a la de la filósofa pagana Hipatia de Alejandría. Sea como sea, el cuadro y la leyenda merecen la pena.

La Piedad. José de Ribera

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José de Ribera, fue un pintor y dibujante del siglo XVII nacido en Játiva que desarrolló toda su carrera en Roma y en Nápoles. Fue también conocido por  el apodo Lo Spagnoletto El Españolito») debido a su baja estatura y a su origen. Aquí podemos contemplar La Piedad, un cuadro pintado al óleo sobre lienzo  datado en 1633. La tela está firmada sobre la roca del ángulo inferior derecho según solía hacerlo el pintor: “Jusepe de Ribera español 1633”.

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La Piedad fue un tema que el pintor lo trató en numerosas ocasiones. Aquí vemos el cuerpo de Cristo acostado acompañado, a la derecha, por Juan el Apóstol, que sujeta la espalda del yacente mientras que a sus pies, María Magdalena se los besa con devoción. En el centro se encuentra María mirando al cielo mientras ruega una plegaria mirando al cielo. Al fondo, a la derecha y en penumbra, se aprecia el rostro de José de Arimatea. La luz se centra sobre el cuerpo de Cristo y transmite de manera magistral el dolor físico de sus heridas y de su rostro.

Campesino catalán con guitarra. Joan Miró

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Volvamos otra vez a viajar en el tiempo y volvamos al siglo XX. Joan Miró, como otros muchos artistas e intelectuales españoles, se sintió fascinado por la cultura francesa y su obra se vio muy influenciada por ella.  Campesino catalán con guitarra, pintado en 1924, es el fruto de su relación con el dadaísmo y surrealismo francés. Un cuadro, como la mayoría de su obra, en la que Miró crea un estilo y lenguaje muy personal. Aquí vemos a un campesino catalán, un payés, con la típica barretina, que se puede ver en lo más alto del cuadro dentro del intenso fondo azul que domina la obra.

La plaza de San Marcos en Venecia. Canaletto

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El museo contiene un extraordinario catálogo de cuadros de Giovanni Antonio Canal “Canaletto”, un pintor que dedicó su obra al más puro paisajismo y que retrató la Venecia del siglo XVIII con un estilo personal y de gran realismo. Su perspectiva y su luz son sus señas de identidad.

Empezamos por el más representativo. En La plaza de San Marcos en Venecia, Canaletto nos presenta una imagen de la plaza más famosa de Venecia tomada desde el antiguo emplazamiento de la iglesia de San Geminiano. La obra presenta una de las imágenes más características de la ciudad italiana, la plaza de San Marcos con la basílica de San Marcos al fondo, junto al Campanile. Se pueden ver además a la izquierda el Procuratie Vecchie y a la derecha el Procuratie Nuove. En la realización destaca la figura del campanario, el cual recorre ocupa casi todo el ancho del cuadro. Canaletto nos ofrece un gran realismo en su perspectiva y refleja el ambiento de la época en la ciudad, todo ello envuelto en una luz espectacular.

Gran Canal, vista Este desde el Campo San Vio, Venecia. Canaletto

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Seguimos con nuestra corta visita por Venecia de la mano de Canaletto. En cuanto al Gran Canal desde San Vio ,Venecia, la perspectiva se dirige hacia San Marcos, y se abre a la derecha con el palacio Barbarigo, donde una mujer se asoma por una de sus ventanas y un hombre limpia una de las chimeneas, dando ese toque de cotidianeidad a la escena.

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Esta misma fachada del edificio que da al Campo, donde se observan a varias personas, se encuentra decorada con el dibujo de una barca y una inscripción. En este lado del canal podemos observar la cúpula de la Salute y la Punta di Dogana, mientras, al otro lado, observamos el palacio Corner della Ca’Grande. La luz que nos presenta Canletto nos transmite el colorido de las aguas, cuyo matiz verdoso contrasta con el azul del cielo.

El Bucintoro. Canaletto

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Siguiendo en Venecia. Canaletto nos muestra ahora la Fiesta de Bucintodo, un evento festivo que trataron varios pintores, entre ellos, como no, el propio Canaletto. La fiesta congrega a una multitud de personas, tal y como se aprecia con gran detalle en el cuadro y goza de gran popularidad. El Bucintoro es el nombre de la galera del dux de Venecia, que en el cuadro aparece atracada, entre góndolas y otras embarcaciones, en la Piazzetta. Este gran barco, decorado en rojo y oro, símbolo de la Serenísima, era utilizado para agasajar a huéspedes ilustres y para conmemorar los esponsales del día de la Ascensión. Este día festivo, el dux, acompañado por las autoridades, se dirigía al Lido, donde el patriarca de San Pietro le esperaba para bendecir un anillo que después era arrojado por el dux al mar, simbolizando así los esponsales de la ciudad de Venecia con el Adriático. La galera solo navegaba ese día. La palabra Bucintoro tiene su origen en la expresión veneciana buzino d’oro («barca de oro»).

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Porta Portello en Padua. Camaletto

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Canaleto nos traslada ahora hasta Padua, donde contemplamos la Porta Portello, acceso principal a la ciudad de Padua para quienes entraban en ella desde Venecia. De nuevo, la perspectiva, la luz y el realismo del pintor italiano nos transporta hasta el lugar, en un nuevo ejercicio extraordinario de técnica pictórica.

Jesús entre los doctores. Alberto Durero

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No abandonamos Venecia porque el cuadro Jesús entre los doctores fue pintado por el pintor alemán Alberto Durero durante su segundo viaje a Venecia. ​ Representa a Jesús a la edad de doce años disputando con los doctores del Templo. Este cuadro se encontraba en el palacio Barberini y Benito Mussolini autorizó su salida de Italia, concretamente a Suiza. El cuadro se atribuía a Giovanni Bellini, aunque más tarde se descubrió la firma de Durero en el cuadro.

En la obra se observa a seis doctores que forman un círculo en cuyo centro, se encuentra Jesús. Resulta llamativo que la mirada del espectador se dirija al lugar en el que se cruzan las manos de uno de los rabinos y Jesús, contrastando la vejez y la fealdad del rabino y la juventud y belleza con el que Durero retrata a Jesús. El Nuevo Testamento cuenta como l Virgen y San José encuentran a Jesús, con apenas doce años de edad, después de estar tres días perdido y lo encuentran en el Templo de Jerusalén junto a los doctores a los que preguntaba y escuchaba y a los que dejó sorprendidos por sus propias respuestas. Jesús emplea gesto de contar sus argumentos con los dedos, un recurso empleado en las disputas teológicas.

San Jerónimo penitente. Tiziano

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Un cuadro y una temática muy del estilo de Tiziano, quien ya pinto un San Jerónimo penitente muy similar para Felipe II y que se conserva en el museo del Prado, así como otro en el museo del Louvre de París.  Es los mencionados, como en el del museo Thyssen, San Jerónimo aparece parcialmente desnudo, en pleno trance penitente  con una piedra en su mano en su mano derecha, mientras la mano izquierda se apoya en las Sagradas Escrituras objeto de su meditación mientras su mirada se dirige al crucifijo que se alza sobre una larga rama. A sus pies encontramos el león, cuya cabeza ocupa el ángulo inferior derecho. El motivo por el cual se le representa con un león se explica porque, un día que se encontraba meditando en la orilla del río Jordán, apareció un león arrastrándose con una pata atravesada por una enorme espina. San Jerónimo le socorrió y le curó la pata. Por otra parte, la piedra es el símbolo de la penitencia. San Jerónimo mantuvo una vida de anacoreta y de adoración a Cristo que llevó a cabo en el desierto.

Los segadores. Pablo Picasso

Segadores

Regresemos de nuevo a Picasso. El malagueño Pablo Ruiz Picasso está considerado como uno de los mayores pintores del siglo XX y uno de los que ejercieron una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Sus trabajos están presentes en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Con apenas 11 años, en 1900, la pintura de Pablo Picasso ya destaca en sus pinturas y dibujos.  Los inicios del siglo XX son años de precariedad para el artista, que por entonces vive en Barcelona, donde se relaciona con los intelectuales y artistas.  Al año siguiente viaja a París y queda deslumbrado por el Museo del Louvre y por los trabajos de pintores como Toulouse-Lautrec o Degas, entre otros. Ese mismo año tiene lugar su primera exposición en la capital francesa; en los tres siguientes crea las obras pertenecientes a la Etapa Azul. Posteriormente, sus pinturas empiezan a adquirir matices rosados, rojizos y anaranjados, cálidos, dando lugar a la Etapa Rosa de su pintura, y que abarca los años entre 1904 y 1906. Entre 1906 y 1907 el pintor malagueño pinto varios de sus cuadros más importantes, entre los que se encontraban Los segadores.

Corrida de toros. Picasso

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Picasso, además de un pintor genial, era un gran aficionado a los toros. Según cuentan,  cuando era pequeño, para ir a los toros le obligaban antes a ir a misa. Y Picasso respondía que iría a comulgar veinte veces si hiciera falta para poder ir a los toros. Y este amor por la tauromaquia se acrecentó durante su exilio en Francia. Picasso coleccionaba las entradas de las corridas a las que asistía y todos cuantos recuerdos le recordaban a su afición. Fue por ello por lo que dedicó varios cuadros a ensalzar la tauromaquia. El tema taurino está presente en toda su obra. Y el presenta cuadro «La corrida de toros» es uno de los más importantes».

Vasos y frutas. Pablo Picasso

Museo Thyssen- Bornemisza
PICASSO, Pablo Ruiz_Vasos y frutas, 1908_708 (1978.75)

Otro cuadro de Picasso presente en el museo, en este caso un bodegón del genial pintor malagueño. Hasta diez bodegones llegó a pintar Picasso en el otoño de 1908.

Cabeza de hombre. Picasso

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Entre 1912 y 1914, Picasso se encuentra en plena etapa del cubismo, en el cual pintó numerosos retratos, como esta Cabeza de hombre,  realizada a finales de 1913. En el retrato vemos como está compuesto por varias capas superpuestas, sin  profundidad alguna, pero perfectamente reconocible por los elementos que lo componen; ojos bigote, cabello, etc.

Hombre con clarinete. Pablo Picasso

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Este Hombre con clarinete es una obra maestra del cubismo y fue pintado por Picasso en 1911. De composición piramidal, nos muestra a un hombre portando un instrumento musical que parece ser un clarinete. Tanto el personaje como su instrumento han sido pintados con una amplia gama de ocres y grises y con pinceladas que han proporcionado el volumen necesario.

Mujer sentada. Juan Gris

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Continuaremos con nuestra visita al museo siguiendo con el pinto madrileño Juan Gris, un destacado pintor cubista que Trabajó como ilustrador en las revistas Blanco y Negro y Madrid Cómico. En 1906 viajó a París, donde conoció a Picasso, entre otros, influenciando enormemente en su pintura. . Entre sus obras más destacadas hay se encuentra esta Mujer sentada, pintado en 1917. Este cuadro es, en realidad, un retrato de su compañera Josette Gris, la cual sirvió de modelo para pintar este cuadro. Esta se encuentra sentada en una silla y apenas unas finas líneas blancas permiten resaltar las cejas, nariz, ojos y boca de la mujer.  Como en otros cuadros de Juan Gris, La paleta de colores es escasa: blanco, gris, negro, ocre y violeta, aunque por la variedad de los tonos de estos pueda parecer lo contrario.

Casa giratoria. Paul Klee

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En el museo encontramos este cuadro del pintor alemán nacido en Suiza, Paul Klee, cuyo estilo varía, como vemos, entre el surrealismo, el expresionismo y la abstracción. Interpretar a Klee es complicado para un profano porque además, sus cuadros suelen contener muchos mensajes.  Con esta reflexión, Klee crea una casa que se proyecta hacia todos los lados. Presenta su visión de la ciudad a través de una serie de edificios dispuestos alrededor de un eje central imaginario, en torno al cual parecen girar.

El Paraíso. Tintoretto

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En un nuevo salto en el tiempo, regresemos al siglo XVI. Encontramos a uno de los cuadros más grandes del museo, Un óleo sobre lienzo de 169,5×494, «El Paraíso», pintado en 1588 por Jacopo Comin, «Tintoretto».

En 1577 el Palacio de la Señoría de Venecia sufrió un incendio que afectó tanto a la estructura del edificio como a gran parte de la decoración. Una de las dependencias dañadas fue la sala del Gran Consejo, un espacio de enormes proporciones donde se reunían sus numerosos miembros, todos ellos grandes personalidades venecianas, ya que el Gran Consejo decidía todas las cuestiones legislativas que afectaban a la ciudad. La tribuna de dicha sala estaba decorada con un fresco que el artista paduano Guariento había pintado hacia 1365 y, debido a su deterioro, se organizó un concurso para sustituirlo por una nueva pintura, cuyo tema tenía que estar dedicado a la Gloria y la Coronación de la Virgen.

A la convocatoria se presentaron los artistas venecianos más sobresalientes, entre ellos Tintoretto con el lienzo El Paraíso que se conserva en el Museo del Louvre, con el cual ganó el concurso. Tintoretto presentó como boceto de ese cuadro el que se encuentra actualmente en el museo Thyssem, de proporciones muy más modestas que el de París. Tintoretto pinta este cuadro cuando contaba ya 70 años de edad, por lo que la madurez del artista, biológica y artística, es total.

La composición de la Coronación de la Virgen, inspirada en el Paraíso de Dante, se organiza en torno al momento en el que la Virgen es coronada por su Hijo., mientras se encuentran rodeados por los ángeles y los bienaventurados. Por encima de ellos sobrevuela la paloma que representa el Espíritu Santo.

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Retrato de una joven dama con rosario. Peter Paul Rubens

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Peter Paul Rubens fue un pintor del siglo XVI nacido en Alemania y uno de los mayores representantes de la escuela flamenca. Fue el pintor favorito del rey Felipe IV de España, quien le encargó decenas de obras para decorar sus palacios. Como consecuencia de esto, la mayor colección de obras de Rubens se conserva hoy en el Museo del Prado, con unos noventa cuadros.

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Este cuadro se aparta algo de la temática principal del pintor flamenco, como era el tema mitológico y las mujeres exuberantes que los componían. Este Retrato de una dama, de la que se desconoce su identidad, está pintado entre 1609 y 1610, cuando Rubens estaba establecido en Amberes tras su regreso de Italia y siendo ya pintor oficial de los archiduques Alberto e Isabel. En esta época ejerció como pintor de la corte y ejecutó una serie de retratos dela realeza, entre el que podría estar este cuadro. El retrato trata de forma minuciosa todos los elementos del mismo, entre los que destaca la peineta, el corpiño y el rosario.

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Paisaje al atardecer. Van Gogh

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El pintor holandés Vincent Van Gogh fue uno de los máximos representantes del impresionismo del siglo XIX. Un pinto que siempre se sintió atraído por las luces nocturnas y el atardecer y que transmitió a algunos de sus cuadros, como el que nos ocupa. Este paisaje fue pintado en Neuen, donde Van Gogh vivió en la casa familiar, ya que su padre se hizo cargo de la parroquia del pueblo a finales del siglo XIX. La composición está dividida en dos partes separadas por el horizonte. La parte inferior, más oscura, está dominada por la presencia central del riachuelo, que transmite la escasa luz que viene de la parte superior, el cielo y el tono anaranjado del sol que sse prepara para desaparecer.

El barrio Vessenots en Auvers. Van Gogh

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Vincent van Gogh estuvo internado en el hospital para enfermos mentales de Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy-de-Provence, entre mayo de 1889 y mayo de 1890, donde tenía un estudio propio y realizó unos 100 dibujos y 150 pinturas. A mediados de mayo de 1890 el pintor decide abandonar el sanatorio se traslada a un pueblecito cercano a París donde vivía el doctor Gachet, pintor aficionado y amigo de Pissarro que cuidaría de él. En los dos meses que estuvo en Auvers trabajó obsesivamente, casi de sol a sol, realizando más de 80 cuadros, entre ellos este sobre El barrio de Vessenots en Auvers, donde vivía el doctor. Sus pinceladas cobran una luz luminosa y colorista, una circunstancia que se produjo durante esta etapa de su vida, talvez inspirado por la libertad de la que gozaba,

En este paisaje de «Les Vessenots», Van Gogh se centra en el campo y representa las pequeñas casas en la zona superior de la composición en la que priman los colores verdes y amarillos. Van Gogh vivía entre la alegría de vivir fuera del sanatorio y la melancolía de no querer vivir y su obra estuvo muy influenciada por esta circunstancia. Una duda que acabó con su vida en julio de 1890 cuando el pintor decidió suicidarse de un disparo en el pecho.

El duque de Orléans mostrando a su amante. Delacroix

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La obra está basada en una historia que cuenta que Louis de Valois, duque de Orléans tenía una amante llamada Marietta d`Enghien, esposa de su antiguo chambelán, Aubert le Flamenc. El duque muestra al esposo el cuerpo desnudo de su amante ocultándolo medio cuerpo tras una sábana para mofarse de él. El marido, evidentemente, no reconoce el cuerpo de su esposa y se siente complacido ante lo que ve. Mientras tanto, la esposa y amante acepta el juego y permite la broma del conde, con gesto de sumisión como objeto del juego del conde. El cuadro de Van Gogh es pequeño, apenas 35×35 cm, pero lo suficientemente grande para apreciar la técnica pictórica de Delacroix.

Misa de peregrinos. Jaume Huguet

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Aunque no se conoce con exactitud el autor de esta Misa de peregrinos, se atribuye al pintor gótico catalán Jaime Huguet o alguien de su entorno artístico. Será en el siglo XV cuando este pintor alcanza su plenitud artística y su taller fue una fuente de obras que continuó en funcionamiento aún después de la muerte del pintor. Todo ello ha llevado a considerar a Huguet el pintor más representativo del estilo hispano-flamenco de la escuela catalana.

Misa de peregrinos es una tabla de 83×72 que representa a dos grupos de personas claramente diferenciados. En primer plano, un sacerdote celebra una misa en la capilla, acompañado de dos acólitos y un donante frente al altar que contiene un calvario. En segundo plano, un santo subido en un altillo reparte limosna a dos pobres peregrinos.

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El primero de ellos, a la izquierda del cuadro, lo vemos vestido con harapos recibiendo una moneda del donante, mientras, en segundo plano, otro peregrino espera su turno para recibir la limosna del santo. Este segundo peregrino aparece con una enfermedad visual propia de la ceguera o de alguna enfermedad de sus ojos, un elemento que ha sido objeto de análisis dentro del campo de la medicina, algo nuevo porque durante siglos la ceguera ha sido tratada en la pintura de forma genérica, sin entrar en la causa de la misma.

Retrato de Enrique VIII. Holbein el Joven

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Retrato de Enrique VIII fue un retrato pintado por Hans Holbein el Joven del rey Enrique VIII de Inglaterra que destruido por el fuego en 1698, y de la que quedaron copias. Hans Holbein el Joven fue nombrado pintor del Rey inglés en 1536 y el retrato original fue pintado para adornar la cámara privada de Enrique del Palacio de Whitehall. En la corte del rey inglés Holbein pintará a la nobleza inglesa con retratos de gran precisión y mostrando detalles de su personalidad. Aquí aparece Enrique VII, imponente, sobre fondo azul, sin ninguna otra referencia que no sea el rostro que llena todo el cuadro. El rey aparece expresando toda la grandeza de su poder. Pero no necesita más atributos que su gesto, su mirada, la ostentación de poder que transmite.

Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar . Salvador Dalí

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Tras el enigmático y largo título de este cuadro, Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar se encuentra la genialidad del gran pintor catalán Salvador Dalí, pintado en 1944. Dalí introdujo en varios de sus cuadros sus fantasías oníricas y el surrealismo de estas, escondiendo, además, mensajes subliminales.

En el cuadro se ve a Gala, mujer y musa de Salvador Dalí, que levita dormida sobre una roca en un paisaje marino en calma. Junto a su cuerpo desnudo flota una granada  sobre la que vuela una abeja. El zumbido de la abeja provoca un sueño en Gala, que vemos en la mitad superior del cuadro. De una granada abierta surge un pez de cuya boca, a su vez, surgen dos enfurecidos tigres y carabina con bayoneta,  a punto de clavarse en el brazo de Gala y despertarla. Sobre todo ello, un elefante con largas patas de flamenco lleva sobre su espalda un obelisco que simboliza el poder del Papa. El cuadro lo pintó Dalí como consecuencia de un sueño que tuvo Gala sobre una abeja que volaba en torno a una granada. Esta, que pierde sus granos en el mar, simboliza el amor, la resurrección la vida eterna. El pez que aparece en el cuadro es un cabracho, una especie mediterránea, que suele alimentarse por la noche, suele permanecer inmóvil y luego atacar a sus presas de improviso lo que impide que puedan reaccionar y las engulle con su gran boca.  Mientras Gala duermen plácidamente, los tigres rugen, pero lo que la despertará será la bayoneta que actuará como el aguijón de abeja y la casará de su sueño.

 Bailarina basculando. Edgar Degas

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Edgar Degas nació en París en 1834, en el seno de una acaudalada familia. No dudó en abandonar sus estudios de Derecho para dedicarse de lleno a la pintura, su vocación. Está considerado como uno de los máximos representantes del movimiento impresionista. Su pintura gira en torno a escenas de cafés y teatros y, especialmente, al mundo de la danza.

En Bailarina basculando, el artista nos ofrece en un primer plano el cuerpo de una bailarina, de cuerpo entero, vestida de verde y ejecutando un giro, rodeada de otras bailarinas.

Mujer con sombrilla en un jardín. Renoir

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El pintor francés Pierre Augusto Renoir fue uno de los máximos representantes de la pintura expresionista. En su obra manifiesta la relación del hombre con la naturaleza, con colores vivos, cuadros de flores con mujeres y niños. Esta Mujer con sombrilla en un jardín pasea por un paisaje lleno de flores. Junto a ella, una persona se agacha para recoger una flor, para la mujer. Al parecer, el jardín pertenecía a su casa de París, en el barrio de Montmartre. El cuadro representa uno de los mejores ejemplos del carácter impresionista de Renoir.

MARC CHAGALL. La Virgen de la aldea

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El pintor bielorruso nació en el seno de una familia de origen judío y ya en su juventud se inició en el arte de la pintura, que continuará luego en San Petesburgo, París y Berlín.

En La Virgen de la Aldea, lo primero que llama la atención es el intenso colorido. Chagall inició este cuadro en 1938 en su aldea natal y la concluyó en París cuatro años más tarde en Nueva York tras huir por la persecución nazi de los judíos. La Virgen de la Aldea es una Virgen blanca, con el niño en brazos, rodeada de ángeles músicos Mientras, en la parte inferior del cuadro, vemos su aldea natal Vitersk, con sus casas, sus iglesias, su río y su puente.

Hombre sentado. Paul Cézanne

Museo Thyssen- Bornemisza

Hombre sentado pertenece a un conjunto de retratos al aire libre que Paul Cézanne pintó en Aix-en-Provence al final de su vida. Su rostro es indefinido, aunque podría tratarse de un autorretrato, ya que el artista posaba a veces ante el espejo cuando no tenía modelo alguno. El hombre aparece desdibujado y se confunde con el fondo, fusionándose hombre y naturaleza.

Autorretrato con gorra y dos cadenas. Rembrandt

Museo Thyssen- Bornemisza

En el siglo XVII, Amsterdam era una de las ciudades más prósperas de Europa gracias al comercio y la liberación de la economía. El lugar donde la burguesía liberal encontraba todo aquello que quería. Y esta Amsterdam llegó Rembrandt Harmenszoon van Rijn en 1630 llevando en su maleta muchas ilusiones. Todavía no era un pintor muy reconocido pero sabía que en la urbe se precisaban retratistas, pese a que él no había pintado nunca uno.

Y aquel recién llegado, con apenas 25 años, pronto se hizo un hueco en aquel mercado. Su estilo como retratista empezaba a ser único y del gusto de los clientes. Y él mismo pintó unos 40 autorretratos, entre ellos Autorretrato con gorra y dos cadenas, pintado en 1642. Un cuadro que refleja la extraordinaria técnica retratista del pintor holandés, jugando con la luz y con los claroscuros, en un estilo único y personal.

Retrato de Asensio Juliá. Goya

Francisco_de_Goya_-_Retrato_de_Asensio_Julià

Terminamos nuestra visita esencial al Museo Thyssen Bornemisza con un retrato de Francisco de Goya, imprescindible en todo catálogo museístico que se precie. De Goya conocemos todo, por lo que nos centraremos en el retratado.

Asensio Juliá, Conocido como “El Pescadoret” por pertenecer a una familia de pescadores, nació en Valencia de 1760 fue un pintor y grabador que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue colaborador de Goya en la ermita de San Antonio de la Florida. En el cuadro, Juliá aparece retratado en una estancia en la que se aprecia, a su derecha, una mesa de trabajo, mientras unos pinceles aparecen en el suelo a la izquierda del mismo. Va vestido con una bata de pintor en tono oscuro ribeteada en color azul y unas zapatillas adornadas con lazos. El artista tiene un gesto serio y parece concentrado en su trabajo. Sobre el suelo, en la parte inferior izquierda del cuadro se encuentra la firma y la dedicatoria de Goya.

Museo Thyssen- Bornemisza