Museo Ulpiano Checa

A 50 kilómetros de la Puerta del Sol se encuentra la localidad madrileña de Colmenar de Oreja, a que, para situarla debidamente en el mapa para aquellos que puedan demandar más exactitud, diremos que se encuentra a apenas cuatro kilómetros de uno de los objetivos turísticos más importantes de Madrid:Chinchón. Cuatro kilómetros de una gran recta que nos lleva a un lugar que guarda un gran patrimonio artístico y monumental. Su Plaza Mayor y su impresionante iglesia, junto con su gastronomía es un extraordinario imán para aquellos que buscan el descanso y el placer. Hemos iniciado nuestra vista con su cuadro «Venecia», donde se aprecia su dominio de la luz.

Otro cuadro, titulado «Paseo en calesa«, muestra su dominio de la luz. Pertenece a la colección del museo indispensable. Porque Colmenar de Oreja guarda una joya que es preciso conocer. Un museo que rivaliza con con que se encuentran en Madrid capital y que, sin embargo, carece de suficiente promoción y resulta un triste desconocido para los aficionados a la pintura y escultura. Nos referimos al museo de Ulpiano Checa.

Un museo que, por si mismo, debería ser visita obligada a Colmenar de Oreja. Del pintor, si tenemos que destacar por algún motivo al margen de su evidente arte, sería por su inspiración artística a las grandes producciones cinematográficas de Hollywood, como Ben Hur, Quo Vadis, y otras. Fruto de ello es esta «Carrera de caballos romanos», pintado en 1890 y que sirvió de inspiración para la película «Ben Hur». Es importante saber que otro cuadro del mismo tema se encuentra en la Casa Rosada, sede de la Presidencia de la República Argentina.

O este «Combate entre griegos y amazonas«, donde demuestra su maestría del movimiento de los caballos durante la batalla. O el siguiente, abajo, titulado «La invasión de los bárbaros«, obra de 1887.

Conozcamos, sin embargo, algunos detalles de su vida para como paso indispensable para conocer su obra. Será un repaso breve, pero que nos obligará a ir a la fuente misma del conocimiento: el propio museo dedicado a la obra del pintor.

Empecemos Ulpiano Checa y Saiz nación en Colmenar de Oreja el 3 de abril de 1860, falleciendo en la localidad francesa de de Dax el 5 de enero de 1916. Nació en el seno de una familia con suficientes medios para dotar a su hijo de estudios y evitar el trabajo en el campo. Siendo monaguillo de la iglesia, aquel niño se maravillaba de las pinturas que decoraban el altar mayor y soñaba, ya por entonces, con ser un gran pintor. El pintor siempre llevará a su pueblo en su corazón como el titulado «La huerta» o «El tren de Colmenar», en el que se aprecia la villa al fondo con la torre de la iglesia,

Una de las características de la obra de Checa es la sensación de movimiento y dinamismo. El cuadro Desafortunado encuentro es uno de los ejemplos. El tren alcanza al carro y su enorme ruido y vapor asustan a la caballería y amenaza la estabilidad del carro. Claro que este dramatismo de algunos de sus cuadros contrasta con el sosiego y la tranquilidad que transmiten otros, como esta «Conversación en el jardín«, donde dos mujeres charlan apaciblemente rodeados de una tupida vegetación.

Checa demostró desde niño su afición al dibujo y pintura y sus padres quedaban maravillados del talento que despertaba en su hijo, hasta el punto de mostrar los dibujos a un amigo de la familia gran aficionado al dibujo y a la pintura, un empresario madrileño casado con una natural de Colmenar y que regentaba un conocido café en el barrio de Malasaña, en Madrid.

Este no dudó en apadrinar a aquel pequeño artista en ciernes y se lo llevó a Madrid cuando Ulpiano apenas había cumplido trece años de edad para que iniciara estudios de bellas artes. Este benefactor era don José Ballester, a quien Ulpiano dedicó un enorme retrato de cuerpo entero y que nos saluda al entrar en el museo. El cuadro lo pintó con apenas 19 años. Ulpiano llegó finalmente a ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde, desde el principio, destacó en sus estudios. Otro de sus cuadros importantes es Caballos abrevando en el Tajo, un cuadro costumbrista de Checa donde muestra su inconfundible estilo.

Con una beca se fue a vivir a Roma, donde estudió en la Academia que España. Allí descubrió la pintura y el arte clásico de temática histórica como fuente de inspiración para su obra. Uno de los ejemplos de ello lo constituye este titulado «Los últimos días de Pompeya«, donde describe magistralmente el momento de la erupción del volcán y la destrucción de la ciudad.

El dramatismo del cuadro anterior contrasta con este titulado «Los enamorados de Pompeya«, donde dos amantes ajenos a lo que va a ocurrir parecen hablar de un futuro que no les llegará. En Roma el pintor empezó a destacar y se convirtió en un artista admirado y cotizado. Ulpiano Checa se convertía, desde entonces, en una pintor capaz de vivir de sus cuadros.

Aprovechando su éxito, Checa se fue a Argentina y Uruguay, donde los millonarios no dudaban en gastar sus fortunas en cuadros de pintores europeos. Y Checa se puso de moda y todos le encargaban retratos. Realizó un gran número de retratos por encargo, como este «Retrato de la Sra. Lulo de Sansinena«, realizado en 1902 y que corresponde a una de las mujeres más ricas del mundo por aquel entonces. Su fortuna se debía a la importación de carne argentina congelada.

Tras agotar el filón americano, Checa cumplió otro de sus deseos, encontrar en África una nueva fuente de inspiración. El desierto se convirtió en su mundo y los beduinos en sus nuevos héroes, rivalizando con los héroes romanos de antaño. Su inspiración le llevó a pintar cuadros protagonizados por su animal favorito: el caballo, en uno escenarios donde la paleta del pintor encontraba esa luz del desierto inigualable. El cuadro «Entre dos oasis» y el siguiente «Centinela a caballo» son buenos ejemplos de ello.

En el inicio de la Primera Guerra Mundial, Checa regresa a París. De allí este este cuadro dedicado a la «Place de la Concorde», pintado en 1890. O el siguiente «Día de lluvia en París».

En 1902 regresa a España, a su Colmenar de Oreja natal para concluir la decoración pictórica de la iglesia de Santa María la Mayor. Era su legado a la villa que le había visto nacer. En 1916 fallece en Dax. Sus restos, por expreso deseo del pintor serían enterrados en Colmenar de Oreja.

Multitud de premios han reconocido el arte de Ulpiano Checa. Y sus obras forman parte de museos tan importantes como El Prado y Thyssen Bornemisza, en Madrid. El cuadro de arriba «Le Crepuscule«, que forma parte de la colección del museo, es el más significativo de la temática mitológica del pintor pero, además, de la pintura española. Pintado en 1912 representa a la diosa Aurora anuncia la mañana cabalgando desnuda sobre su caballo blanco acompañada de su hermano Helios, el dios del sol, y de su hermana Selene, diosa de la luna. Otra vez el caballo. Otra vez, el movimiento.

Y es que sus cuadros más conocidos están protagonizados por escenas de batallas con caballos a galope y de gran dinamismo y movimiento. La luz sitúa el escenario de sus obras y definen su contenido. Claro que siempre podemos contemplar escenas donde hombre, en este caso mujer, caminan uno junto al otro de forma tranquila, como este «Regreso del mercado». Y terminamos esta colección con el cuadro titulado «La Herrería», otro cuadro costumbrista que muestra el dominio de la luz por parte del pintor.

.Hoy, en la antigua casa de los Siete Patios se encuentra este magnífico museo dedicado a la obra del pintor. Sin duda alguna,  uno de los mejores museos de pintura que hay en Madrid y sus alrededores.