Albarracín

Vista general de Albarracín desde el castillo. Foto: J.A. Padilla

El estrecho desfiladero que transcurre entre los arboles nos lleva hacia uno de los más hermosos pueblos de España. Para muchos, el más bonito. Cuestión de gustos aparte, no hay duda de la belleza de este enclave en el que las casas parecen estar colgadas de la montaña, mientras el pequeño río Guadalaviar trascurre en la parte baja.

Foto: J.A. Padilla

Albarracín. Pocos saben que antes de la invasión musulmana los visigodos la llamaron Santa María de Oriente, y antes los romanos la llamaron Lobentum. Fue lugar de asentamiento de un grupo bereber de la tribu de los Aben-Racin, de cuyo nombre deriva. En el siglo XII Ibn Mardanis, más conocido como el rey Lobo, cedió Albarracín a Pedro Ruiz de Azagra, un caballero navarro que prestaba sus armas al servicio del rey musulmán. En 1300, el rey Jaime II de Aragón le dio a Albarracín título de ciudad.

Foto: J.A. Padilla

Al contemplar Albarracín desde el parque que hay junto al rio, nos vienen a la mente muchos adjetivos para definir la ciudad que se levanta ante nosotros, a 1.171 metros de altura. Luego, empezamos a subir las primeras cuestas y nos adentramos en su interior de calles estrechas y casas escalonadas en cuyas fachadas predomina el yeso rojizo.

Foto: J.A. Padilla

El paseo nos va conduciendo por callejuelas y pasajes, escalinatas y rejerías y descubriendo edificios singulares y monumentales, entre los que destacan la catedral y numerosas mansiones señoriales, algunas de las cuales desafían la ley de la gravedad.

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Testimonio de los árabes se conservan el torreón del Andador, la Alcazaba y la torre del Agua.

Catedral y Palacio Episcopal. Foto: J.A. Padilla

Del medievo, la muralla, cuyos restos más antiguos datan del siglo XI, y el castillo de El Andador. La Catedral de El Salvador se construyó en el siglo XIII en estilo gótico y se reformó en el siglo XVI. Junto a ella se encuentra el Palacio Episcopal cuya fachada de estilo barroco es del siglo XVII. La Catedral alberga en su interior un retablo de Cosme Damián Bas, obra del siglo XVI y un retablo de San Pedro, atribuido a Juan de Salas. El Museo Diocesano expone siete tapices de Bruselas del siglo XVI, que narran la historia de Gedeón, un curioso pez de cristal. Tsmbién existe un interesante colección de orfebrería.

Foto: J.A. Padilla

Durante la Edad Moderna, fruto del desarrollo económico de la ciudad se construyen  caserones y palacetes hoy conservados. Los más importantes se encuentran en torno a la plaza de Santa María, hoy plaza Mayor, como son la Casa Consistorial o la casa de Jun Gómez. De la plaza parte la calle de Azagra, en la que se disponen las denominadas «casas colgantes» y tres importantes casas señoriales: la casa de los Dolz de Espejo, el palacio de los Navarro de Arzuriaga y la casa de la Brigadiera, convertida hoy en hotel. En cuanto a arquitectura religiosa de este periodo destacan el monasterio de San Bruno y el de San Esteban.

Foto: J.A. Padilla

Entre los siglos XVII y XVIII se construyen además la iglesia de Santiago muy cerca de la Fuente medicinal del «Chorro» y la ermita de la Vega que conserva en su interior la talla de una Virgen románica. Aúnque tal vez el punto más característico de la ciudad sea la casa Julianeta, una de las más fotografiadas por su particular construcción y ubicación.

Casa de la Julianeta. Foto: J.A. Padilla

Desde este punto podemos ascender hacia el punto más alto y llegar hasta las torres de las murallas. En nuestro camino iremos contemplando una hermosa perspectiva de Albarracín, con la torre de la catedral siempre en primer plano. Es una visita obligada, aunque nos parezca ser algo dura por la cuesta pronunciada que encontramos. El final del camino lo marca la Torre del Andador, una torre musulmana del siglo X de planta rectangular.

Vista de la muralla, con la Torre del Andador al fondo. Foto: J.A. Padilla

Si el paseo lo hacemos hacia el atardecer, a las maravillas propias de la ciudad se unirá la maravilla de la naturaleza con su hermosa puesta de sol. Otro regalo más para nuestros sentidos.

Foto: J.A. Padilla
Según ascendemos, vamos contemplando el castillo, Ubicado en el casco antiguo y actualmente en proceso de restauración.  Fue alcázar musulmán de la familia bereber de los Banu-Razin, durante el reino de Taifas en el siglo XI, que dio nombre a la ciudad. Nos encontraremos con su Torre del homenaje y podremos coronarlo si nos atrevemos a subir el tramo de escaleras de piedra, que no tiene protección alguna. Desde aquí vemos la ciudad en todo su perfil, así como la mencionada Torre del Andador justo frente a nosotros.
Foto: J.A. Padilla

Con un espectacular y cuidado casco histórico, Albarracín nos espera a 1182 metros de altitud.  Considerada por muchos como el pueblo más bonito de España, y declarada Conjunto Histórico-Artístico desde 1961, nos encontramos transportados en el tiempo y podemos admirar la laberíntica y bien conservad estructura urbana, con unas casas que parecen colgada sobre el abismo, con el río Guadalaviar en el punto más bajo.

Foto: J.A. Padilla