Hervás

Vista general de Hervás. Foto: J.A. Padill

En medio del valle de Ambroz se encuentra la villa cacereña de Hervás, limítrofe con la provincia de Salamanca. Su situación geográfica le convierte en un pueblo de montaña en un entorno paradisiaco. Pero Hervás es famoso por su barrio judío al contar con una de las juderías de España mejor conservadas.

La Plaza con su fuente. Foto: J.A. Padilla

Y ello a pesar de que los judíos solo vivieron un siglo en Hervás. Llegaron en el año 1391 huyendo de las persecuciones cristiana y buscando el amparo del duque de Béjar y fueron expulsados por el decreto dictado por los Reyes Católicos en 1492.

Casa típica de la judería. Foto: J.A. Padilla

Durante ese tiempo, unas 45 familias judías se ubicaron en la parte baja de la ciudad, donde existía una sinagoga en la hoy llamada calle del Rabilero. Mientras, los cristianos vivían en la parte alta de la villa, en torno al castillo.

Calle Rabilero. Foto: J.A. Padilla

Tras su expulsión, algunas familias emigraron a Portugal mientras otras, unas 14 familias, se convirtieron al cristianismo. Hoy, las estrechas y sombrías calles son testigos de aquel tiempo. Sus casas encaladas esconden bellos rincones y plazuelas donde se pueden encontrar aún algunos artesanos herederos de aquellos que hace quinientos años vivieron en ellas. Los símbolos judíos de las calles y casas reivindican su pasado. Incluso los nombres de las calles, como la llamada Calle de la Amistad Judeo Cristiana, la cual hace esquina con la llamada calle de Abajo, uno de esos rincones de gran belleza.

Calle Abajo y Amistad Judeo-Cristiana. Foto: J.A. Padilla

La visita a Hervás tiene un punto neurálgico desde donde podemos comenzarla: la Plaza, una recoleta plaza donde se encuentra una antigua fuente. Esta plazuela es el punto de unión entre el barrio alto, que sube hacia la iglesia, a la que se ve en el horizonte; y la judería, en la parte baja. Este lugar era el punto de reunión entre cristianos y judíos y hoy es el punto de partida de nuestras rutas por la villa. Tomaremos el camino bajo, que termina en el río Ambroz. Una larga y pronunciada cuesta cuyo nombre es muy ilustrativo: calle Abajo.

Calle Rabilero. Foto: J.A. Padilla

La judería se encuentra en una pronunciada cuesta abajo y podeos recorrerla a través de la mencionada calle de Abajo. A mitad del recorrido, la calle se bifurca con otra, llamada calle Amistad Judeo-Cristiana, llegando ambas hasta el final de la judería, hasta el mismo margen del río Ambroz que marca el límite de la villa.

Foto: J.A. Padilla

Nuestro camino finalizará en el Puente de la Fuente Chiquita, del siglo XVI y construido en sillería granítica y un solo ojo. Este puente era el camino de acceso a la población desde la Vía de la Plata.

Puente de la Fuente chiquita. Foto: J.A. Padilla

Cruzando el puente y girando a la derecha encontramos un camino desde el cual podemos observar una hermosa vista panorámica de Hervás, con la iglesia-castillo coronando el horizonte, rodeada de un conjunto de viviendas perfectamente integradas en el entorno y construidas en adobe, madera, ladrillo, de dos o tres plantas y cubiertas con voladizo. La vista nos recuerda la necesidad de llegar hasta ese punto, el más alto de la villa, desde donde se observa una hermosa vista del pueblo y del Valle de Ambroz.

Lapida en el puente. Foto: J.A. Padilla

Pero fijémonos en el puente medieval de piedra y, especialmente, en la piedra que decora la parte izquierda del puente. En realidad es una lápida funeraria original del año 1395 correspondiente a un hidalgo benefactor del pueblo de Hervás, muy desgastada por el paso del tiempo y porque era el lugar donde los lugareños afiliaban sus cuchillos, navajas y  útiles de labranza.

Fuente Chiquita. Foto: J.A. Padilla

Ante él se encuentra la llamada Fuente Chiquita, donde uno puede saciar la sed con el fresco agua que mana de ella. Un lugar donde se origina una famosa leyenda, la de la princesa judía “Maruxa”. Lamentablemente, el idílico lugar se encuentra en una situación descuidada y merecería que se arreglara del modo que merece.

Calle Rabilero. Foto: J.A. Padilla

Siguiendo nuestro paseo por la judería, nos detenemos en la calle Rabilero, tal vez la más hermosa de todo este barrio. Sus casas y la decoración de flores y plantes le dan a esta calle un encanto especial. Entre el número 15 y 17 de esta calle se encontraba la antigua sinagoga, hoy desaparecida. De repente, mientras recorremos esta corta calle nos encontramos con la que dicen es la calle más estrecha de España, una callejuela, llamada Travesía del Morón, de apenas 50 centímetros de ancha no apta para personas voluminosas.

Travesía del Morón. Foto>: J.A. Padilla

Seguiremos nuestro pasea hacia la parte alta recorriendo las empinadas calles Collado, Corredera, Abajo, etc. con sus pasadizos y con sus tradicionales casas de vigas de castaño entramadas y sus huecos rellenos de adobe y cañizo con sus fachadas forradas de teja. En la calle del Vado, junto al río, se encontraba el antiguo hospital.

Calle del Vado. Foto: J.A. Padilla

Sigamos nuestro paseo hacia la parte más alta de la villa, donde se encuentran monumentos de gran importancia. La iglesia de Santa Maria de Aguas Vivas, del siglo XIII, está construida sobre un antiguo castillo. En su interior conserva un bello retablo mayor. Desde aquí podemos recorrer la muralla que la protege y disfrutar de las bellas vistas que mencionamos anteriormente.

Iglesia y Castillo. Foto: J.A. Padilla

La iglesia se encuentra sobre las ruinas de un castillo del siglo IX que perteneció al Temple. La torre, que culmina el campanario con los escudos de los Zúñigas y del obispo Plasencia, es de sillería cuadrada del siglo XIII. En su interior destaca la capilla de las Angustias, con un retablo Barroco.

Torre de la iglesia. Foto: J.A. Padilla

La iglesia actual ha sido objeto de varias modificaciones y  su elemento mas característico es la torre campanario, levantada sobre un arco, bajo el que se celebraban las primeras reuniones del concejo local.

Iglesia. Foto: J.A. Padilla

Desde aquí bajamos de nuevo a la pate baja de la villa, donde se encuentran monumentos de gran interés, como el Convento de los Trinitarios y la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVII, la cual tiene un hermoso retablo del siglo XVIII. Los trinitarios vivieron cerca de tres siglos en Hervás y en este convento, además de la vida religiosa, se enseñaron  estudios de Teología y Filosofía. En 1834 fue cerrada la iglesia, vendida la huerta y expulsados los frailes, quedando en el pueblo solo los ancianos que fueron recogidos por vecinos del lugar hasta su fallecimiento.

Iglesia de San Juan Bautista. Foto: J.A. Padilla

El convento fue utilizado desde entonces como escuela, hospital y Ayuntamiento. Hoy es una hospedería.

Iglesia y convento. Foto: J.A. Padilla

Desde entonces sus instalaciones sirvieron para escuelas públicas, hospital, cuartel de la Guardia Civil y Casa Ayuntamiento. Desde el 2001 es una hospedería de la Junta de Extremadura. Los franciscanos también regentaron un hospital, situado a la entrada del pueblo, hoy sede del Ayuntamiento.

Plaza de la Corredera. Foto: J.A. Padilla

Después de tanto andar, y especialmente por las cuestas que hemos subido y bajado, es preciso recuperar fuerzas. Para ello, la zona aledaña a la Plaza de la Corredera ofrece al viajero una buena oferta para el descanso y degustación de las otras riquezas de la villa. Se nota que este es el lugar favorito en donde los hervasenses se reúnen y celebran sus festividades más importante.

Valle de Ambroz desde la iglesia. Foto: J.A. Padilla