Atienza

 

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Castillo de Atienza. Foto: J.A. Padilla

Situada en la Serranía Norte de Guadalajara, Atienza puede presumir de pertenecer a dos importantes rutas, como es la del Cid y la del Quijote. Al aproximarnos a ella nos fijamos en su castillo, del siglo XIII, que se yerge en el punto más alto de la ciudad y del que se aprecia su inconfundible origen islámico. En efecto el castillo fue construido por los árabes y reconstruido por los cristianos tras la Reconquista.

Castillo. Foto: J.A. Padilla

Encaramado sobre una roca, de él apenas queda la torre del homenaje, una muralla que rodea el patio de armas y dos aljibes abiertos sobre la misma roca. Desde la planta baja del castillo salían unos túneles excavados sobre la roca que comunicaban con las iglesias de la villa. Estos túneles están actualmente cegados.

Foto: J.A. Padilla

Entre sus monumentos religiosos destacan el Monasterio de San Francisco, de estilo gótico,  cuyo ábside es lo único que queda tras el saqueo francés. San Bartolomé, levantada en el siglo XIII, reformada y ampliada en el siglo XVI. Santa María del Val, San Juan del Mercado, la iglesia de la Santísima Trinidad o Santa María del Rey, esta última construido por orden de Alfonso I el Batallador en 1112 para conmemorar la victoria cristiana.

La iglesia de la Santísima Trinidad es una iglesia románica del siglo XII, muy modificada en el siglo XVI, que conserva partes significativas de su pasado medieval como su hermoso ábside. Éste cuenta con tres ventanales con arcos de medio punto sostenidos por bellos capiteles con motivos vegetales. En la actualidad acoge el museo de arte Sacro-Religioso y el museo de la Cofradía de La Caballada, en los que se pueden encontrar piezas curiosas como espinas de la Corona de Cristo, una pila bautismal románica y  un Cristo románico, también, del siglo XII.

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Iglesia Santísima Trinidad. Foto: J.A. Padilla

En la Iglesia de San Gil, de estilo románico, se encuentra el Museo de Arte Religioso de Atienza. Es de planta semicircular, adornado de delgadas columnas adosadas que terminan en capiteles de decoración foliácea. De su planta primitiva solo se conserva el ábside, ya que el resto del templo fue reconstruido en el siglo XVI. Frente a ella se encuentra una fuente romana del siglo II.

Fuente romana e Iglesia de San Gil. Foto: J.A. Padilla

La Iglesia de San Juan del Mercado, renacentista, del siglo XVI, en la que resalta en su interior el retablo de su Altar mayor, barroco, del siglo XVII. Esta última Iglesia preside la conocida como Plaza del Trigo o del Mercado, una de las más bellas plazas castellanas existentes en la actualidad.

Plaza del Trigo. Foto: J.A. Padilla

En un costado de la Plaza del Trigo se alza la iglesia de San Juan, obra del siglo XVI, mientras el resto de la plaza está formada por edificaciones tradicionales, apoyadas en soportales de madera o piedra, con entramados de madera y revocos de yeso.  En este lugar antiguamente  se celebraba el Mercado de la villa  y mantiene el sabor medieval y tradicional de la arquitectura popular. Esta Plaza se comunica con la Plaza de España a través de una estrecha calleja en fuerte cuesta, y pasando a ella por el arco de Arrebatacapas.

Arco de Arrebatacapas. Foto: J.A. Padilla

Dos plazas importantes encontramos en Atienza, ambas separadas por el Arco de Arrebatacapas: La Plaza del Trigo, magnífico ejemplo de plaza castellana; y la Plaza de España, con su forma triangular y decorada con la fuente de los delfines del siglo XVIII.

Plaza de España. Foto: J.A. Padilla

Cruzando el Arco, bajamos hacia una plaza en forma triangular, y en fuerte cuesta, y muestra en dos de sus costados soportales. Destaca el palacio del siglo XVI y su gran arco adovelado semicircular escudo heráldico de piedra, correspondiente a los apellidos de Bravo de Lagunas, Medrano y Mendoza.

Ayuntamiento. Foto: J.A. Padilla

El  edificio del Ayuntamiento con su torrecilla del reloj y el  gran escudo en la fachada. En el centro de esta plaza resalta una bellísima fuente del siglo XVIII también, con diversas figuras de peces talladas y un enorme pilón bien trabajado.

 

Foto: J.A. Padilla

El mencionado Arco de Arrebatacapa forma parte de la antigua muralla de la villa. Su nombre se debe al hecho de que el viento arrebata las capas de los cofrades de la hermandad cuando lo atraviesan el día de la Caballada.

Arco de Arrebatacapas. Foto: J.A. Padilla

Atienza se ubica en la falda de un empinado cerro bajo la espectacular e imponente silueta de su castillo roquero,  enclave estratégico desde tiempos inmemoriales, pues la villa se emplaza en un importante enclave como zona de paso entre la meseta castellana y el camino hacia Aragón. Hoy, esta ruta ya no se utiliza, lo que no puede ser una excusa para visitar la villa. Hoy ya no es necesaria, pero si obligada.

Fuente de los Delfines. Foto: J.A. Padilla

Desde la Plaza de Trigo podemos recorrer las calles que componen el centro histórico, todo con un característico aire medieval. Entre sus empedradas calles podemos admirar la arquitectura típica de la villa y descubrir las distintas casas señoriales que forman parte del rico patrimonio  monumental de Atienza.

Foto: J. A. Padilla

Desde el castillo roquero podemos observar una vista panorámica del casco urbano de Atienza, en la cual destaca la plaza de toros y, junto a ella, la iglesia de la Trinidad. Atienza tiene una gran tradición taurina. Sin embargo, no posee una plaza de toros estable y la existente data de 1982, cuando se adquiere una plaza de toros portátil al torero y empresario taurino Paco Camino. Antiguamente se celebraron festejos taurinos en otros lugares de la villa, como la Plaza Mayor que, al estar inclinada, obligó a trasladarlos a la Plaza del Trigo o Plaza Alta, para después hacerlo en la Plaza Nueva. 

Foto: J.A. Padilla

El Castillo es, sin duda, el símbolo de Atienza. Como si de un vigía  tratara, se encuentra en el punto más alto de la villa. Desafiando la ley de la gravedad, se mantiene en lo más alto de una robusta roca y constituye el   punto desde  cual se observan las mejores vistas, tanto del pueblo como de los alrededores.

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Foto: J.A. Padilla

Tras la Reconquista,  fue ocupado varias veces entre los siglos IX y XI por Alfonso III,  Almanzor y por Sancho García, entre otros, para ser definitivamente conquistado por Alfonso I de Aragón, Rey consorte de Castilla por su matrimonio con Urraca I. En El Cantar de Mío Cid aparece este castillo, denominándosele “peña muy fuerte”.

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Castillo e Iglesia de Santa María del Rey. Foto: J.A. Padilla

No podemos abandonar Atienza sin mencionar la fiesta tradicional más importan, no solo de la villa, sino de toda España:: La Caballada, que se celebra el domingo de Pentecostés recordando un hecho histórico ocurrido en 1162, cuando Alfonso VIII, siendo aún un niño, era rey de Castilla y su tío, Fernando II de León, pretendía la corona castellana aprovechándose de la minoría de edad de Alfonso.  Las familias nobiliarias castellanas más importantes de la época, la de los Lara y la de los Castro, estaban divididas. Mientras los Lara apoyaban a Alfonso, los Castro lo hacían a Fernando. Los Lara condujeron a Alfonso hasta Atienza, por entonces amurallada. Los leoneses  sometieron entonces a la villa a un asedio, que se prolongó en el tiempo, hasta que la mañana de Pentecostés de 1162, la cofradía de arrieros existente entonces en Atienza planeó una estrategia para librar a la villa. Solicitaron a los sitiadores permiso para romper el cerco para realizar una romería a la cercana ermita de la Virgen de la Estrella.  Mientras, el rey Alfonso abandonaba el sitio para dirigirse a Ávila. De esta manera Alfonso VIII pudo conservar la corona castellana independiente de la de León.

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Foto: J.A. Padilla