Cazorla

Foto: J.A. Padilla

La villa de Cazorla es actualmente la puerta de entrada al Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, un enorme santuario natural situado en Jaén y que alberga , entre otras muchas maravillas, el nacimiento del río Guadalquivir. Cazorla es hoy, pues un punto de partida y de encuentro gracias a su ubicación, como en la antigüedad fue ciudad fronteriza entre moros de cristianos, entre Jaén y Granada. Pero, además, Cazorla posee una historia y un patrimonio histórico artístico que merecen una visita por si misma, porque no nos faltarán detalles ni rincones que no nos llamen la atención.

Castillo de La Yedra. Foto: J.A. Padilla

Pero antes debemos avisar de algo que no es baladí. Cazorla parece un lugar fácil de pasear, vertebrada a partir de sus tres plazas principales, y con el castillo de la Yedra siempre en el horizonte, como un faro que guía nuestro paseo. Pero no es fácil caminar en Cazorla y a veces nos puede suponer un importante esfuerzo que pondrá en evidencia nuestras piernas. Porque las calles de Cazorla son estrechas, muy estrechas. Y las calles de Cazorla son empinadas, muy empinadas.

Plaza de la Corredera. Foto: J.A. Padilla

Por ello, vamos a recomendar que nuestra visita se haga de norte a sur, iniciándola en la Plaza de la Constitución, continuando por la llana calle del Doctor Muñoz para llegar a la Plaza de la Corredera, punto neurálgico de la villa, para seguir por la calle La Nubla o Gómez Calderón y llegar al Balcón del Pintor Zabaleta, donde haremos una las estampas típicas, no solo de Cazorla, sino de toda Andalucía y, por qué no decirlo, de España.

Vista de Cazorla desde el Mirador. Foto: J.A. Padilla

Ya desde aquí bajamos por la estrecha calle José Salcedo Cano, con cuidado de los coches que suben y bajan, y llegamos a otro punto importante de Cazorla: la plaza de Santa María, donde, además de admirar las impresionantes ruinas de la Iglesia de Santa María podremos darnos un descanso y recuperar algunas fuerzas para lo que nos queda. Hemos elegido este trayecto por ser más liviano, puesto que lo hemos recorrido de arriba abajo, del punto más alto al más bajo.

Iglesia de Santa María. Foto: J.A. Padilla

Ya desde aquí podemos optar por subir hacia el punto más alto de Cazorla y llegar al castillo dela Yedra, o bajar hacia el paseo fluvial del río Cerezuelo,  un paseo relajante entre las pequeñas cascadas del río y los sauces del cauce.

Casa de las Cadenas. Foto: J.A. Padilla

Hagamos ahora una relación de los edificios monumentales que hemos visitado y conocido en nuestro paseo. Iniciemos el repaso desde el origen mismo. Junto a la Plaza de la Constitución se encuentra la Casa de las Cadenas, cuyo origen se sitúa en el siglo XVI para los Marqueses de Camarasa, según reza en una placa de piedra situada en el muro de piedra exterior del jardín. La actual fachada se divide en tres cuerpos con vanos enmarcados de medio punto y antepechos. Se accede al edificio por un arco de medio punto que conserva un escudo de armas perteneciente a la familia Godoy, primeros propietarios de la Casa.

Luego cruzamos la plaza y nos encontramos en la zona comercial por excelencia de la villa, desde tiendas de souvenirs a moda, zapaterías y tiendas de todo tipo. Llegamos a la Plaza de la Corredera, lugar de encuentro y con un encanto especial. A la izquierda se encuentra la Iglesia de San José. La iglesia es la sede de la Parroquia de Santa María y antiguamente, junta a ella se encontraba el convento de las Agustinas Recoletas en la segunda mitad del siglo XVII, formando un conjunto conventual que llegaba hasta la calle del Carmen. El convento desapareció tras las leyes desamortizadoras del siglo XIX y el edificio se secularizó y el solar actualmente está ocupado por un hotel.

Detalle de la cúpula de la Iglesia de San José. Foto: J.A. Padilla

De fachada muy sencilla, posee una planta de una sola nave, capillas laterales y presbiterio rectangular. Su bóveda es de medio cañón apoyada en pilares y sobre el altar una gran cúpula sostenida por pechinas. Los únicos elementos decorativos son copias de escenas religiosas de pinturas del Greco, obras de Rafael del Real. También en su interior y al lado del altar, destaca la capilla del Sagrario, cubierta con una cúpula decorada barrocamente.

Ayuntamiento. Foto: J.A. Padilla

Algo más arriba se encuentra el edificio del Ayuntamiento y el Teatro de la Merced, con su característica Torre del Reloj. Ambos forman un conjunto cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando acogía la antigua Casa de La Merced, la cual estaba dividida en convento e iglesia. Conserva la planta cuadrada con patio con doble galería realizada en ladrillo de estilo renacentista. La fachada fue reconstruida en el siglo XX dentro del estilo mudéjar. La torre mide unos 30 metros y alberga el reloj y sobre éste un cuerpo de campana. La antigua iglesia es en la actualidad el teatro. Su fachada principal es de estilo neoclásico.

Iglesia de San Francisco. Foto: J.A. Padilla

Siguiendo nuestro camino hacia la parte baja de Cazorla llegaremos al Balcón del Pintor Zabaleta, no sin antes hacer una pequeña visita a la iglesia de San Francisco, la cual fue levantada en el siglo XVII sobre un solar ocupado anteriormente por otro templo, también de la Orden Franciscana. El templo es de planta rectangular, de tres naves divididas lateralmente en tres tramos, con bóveda de medio cañón sostenida por arcos fajones sobre pilares, y ábside plano. En su cabecera, sobre el crucero, se eleva una cúpula sobre pechinas con pinturas alegóricas de los Cuatro Evangelistas.

Cristo del Consuelo. Foto: J.A. Padilla

El coro se alza sobre sus pies. Posee, además, un rico retablo, de mediados de nuestro siglo, recubierto de finas láminas de oro, que presenta en su parte central el lienzo del Cristo del Consuelo, Patrón de la ciudad, y a cada uno de sus dos lados otros tantos cuadros de Alfonso Grosso con escenas de la Pasión. El cuerpo superior queda coronado por tres pinturas de Juan Miguel Sánchez alusivas al fundador de la Orden. Su fachada, construida en toba entre hileras horizontales de ladrillos, es de estilo renacentista. Junto a ella, adosada a su lado oeste, se levanta la torre del campanario.

Foto: J.A. Padilla

Llegamos al Balcón del Pintor Zabaleta, en honor al pintor Rafael Zabaleta, nacido en la cercana villa de Quesada en 1907, cuya pintura recuerda mucho a Picasso. Sin duda alguna es el punto más visitado por todos los turistas por sus impresionantes vistas del Castillo de La Yedra que se levanta entre las montañas que rodean Cazorla, como la Peña de los Halcones, el Cerro de Salvatierra, donde se encuentran los restos del torreón del Castillo de las Cinco Esquinas, y todo el barrio viejo de Cazorla, a los pies del Castillo, con el torreón de la casa que perteneció a Ava Gadner e incluso asoman las Ruinas de Santa María a la izquierda.

Calle José Salcedo. Foto: J.A. Padilla

Sin recuperarnos del todo de la intensa emoción de las vistas del balcón, bajamos por la calle José Salcedo Cano y llegamos a la Plaza Vieja o Plaza de Santa María. Como la plaza de La Corredera, estamos en un punto de encuentro, en un punto neurálgico. Una plaza rodeada de bares y restaurantes, con el sonido al fondo de las aguas del río Corredera y en cuyo lado norte se encuentra las impresionantes ruinas de la Iglesia de Santa María. Cuando nos encaminamos hacia su escalinata observamos, de repente, una fuente situada a la derecha de la iglesia. Es la Fuente de las Cadenas, de estilo renacentista, levantada en el año 1606 en memoria del rey Felipe II, que había fallecido unos años antes, en 1598.

Fuente de las Cadenas. Foto: J.A. Padilla

La fuente está decorada con un relieve que representa el escudo de la ciudad y en su pila encontramos una larga cadena labrada en la piedra, que da nombre de la fuente. Está formada por una pila y un lienzo de tres caños que muestra una leyenda alusiva a la toma de posesión del Adelantamiento por el Cardenal Bernardo de Sandoval en 1606.

Foto: J.A. Padilla

Regresamos nuestra atención a las ruinas de la Iglesia. Lo primero que deberíamos decir es que se trata de una iglesia nunca acabada y tres veces destruida. También debemos saber que el proyecto original contemplaba la construcción de esta iglesia de una gran plaza a esta parte de la ciudad. Para ello se precisaba canalizar el río Cerezuelo que cruza longitudinalmente esta plaza. Para ello se construyó una gran bóveda sobre el río que unía sus dos márgenes. Una obra vanguardista en la época que hoy puede visitarse y recorrerse de extremo a extremo por una pasarela metálica de 125 metros de longitud suspendida sobre el río durante todo el recorrido.

Bóveda bajo la plaza. Foto: J.A. Padilla

El problema surgió cuando el 2 de junio del año 1694 tuvo lugar una fuerte tormenta, conocida como «el diluvio», que arrasó la ciudad de Cazorla en poco más de una hora. Las fuertes lluvias arrastraron piedras, árboles y maleza por el río Cerezuelo que formó un dique en la entrada de la bóveda construida bajo la cabecera de la iglesia y la taponó. El agua empezó embalsarse y a subir de nivel hasta una altura tal que destruyó parte de la iglesia y el pueblo, en donde apenas quedó una casa habitable, algo imaginable cuando vemos la orografía de la villa.

Iglesia de Santa María. Foto: J.A. Padilla

Sobre los detalles de la construcción de esta iglesia hay poca documentación desaparición de material escrito. Sin embargo, debido a las características arquitectónicas, se atribuye su construcción a Andrés de Vandelvira, autor de la catedral de Jaén o el Convento de San Francisco de Úbeda, entre otros. Su construcción fue ordenada por Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos I. De los Cobos era un hombre muy importante y muy poderoso, política y económicamente y decidió modernizar el urbanismo de la villa con la construcción de una plaza y un gran templo, pero se encontró con un inconveniente muy importante. En aquel momento, esta zona sólo era el castillo y pocas casas alrededor, con un gran barranco por el que fluía el río Cerezuelo y que hacía la urbanización de la zona imposible.

Foto: J.A. Padilla

Pero Francisco de los Cobos disponía de los mejores arquitectos e ingenieros, entre ellos Andrés de Vandelvira, al que encargó la construcción de una gran bóveda de medio cañón que se adaptara a la orografía del río y permitiera la construcción sobre ella de un gran espacio donde se situaran, además de la Iglesia de Santa María y las nuevas dependencias públicas. Según las fechas que aparecen en la fachada de la iglesia, los años de construcción fueron 1580-83-89, aunque la iglesia nunca se terminó de construir.

Plaza Vieja o de Santa María. Foto: J.A. Padilla

A la construcción de la iglesia se unió otra dificultad más y es que había que picar en la misma roca de la montaña para ganar espacio. En la zona sur del edificio así se hizo, siendo la única zona que se terminó de construir: el correspondiente al crucero. El resto de la iglesia, las tres naves, la torre del campanario y la fachada principal nunca se terminaron, debido a los continuos desprendimientos de piedras de la montaña y a las crecidas del río Cerezuelo, así como a los acontecimientos políticos religiosos del momento con el Arzobispado de Toledo. Los restos que se observan corresponden, pues, a un apunte de crucero, el presbiterio, la sacristía y una pequeña capilla dedicada en su momento al Cristo del Consuelo, patrón de Cazorla. De las dos torres proyectadas en la cara norte del templo sólo se construyó una de espacio rectangular en su interior. También se conservan un pequeño altar y los restos de una pila bautismal. La iglesia está coronada por una bóveda hecha en un material poco común, llamado toba, un material orgánico fosilizado formado de restos de moluscos y plantas que con el paso del tiempo se petrificaron. Adosada a esta torre se encuentra la escalera de caracol, de 64 peldaños, que da acceso a la parte superior desde donde se contemplan unas hermosas vistas de Cazorla.

Más tarde, durante la invasión francesa y ante la negativa del pueblo de Cazorla de apoyar a José Bonaparte, las tropas napoleónicas incendiaron parcialmente la iglesia, algo que repitieron meses más tarde,  esta vez por completo, desapareciendo así toda su cubierta con su bello artesonado. Pero como no hay mal que por bien no venga, al quemar los retablos barrocos de la capilla del Cristo del Consuelo, aparecieron debajo unos frescos del s XVI; por lo que se supo que en su momento la capilla estuvo dedicada a San Cristobalón, también aparece una representación del sueño de Jacob y del milagro de los panes y los peces, por desgracia la pintura está tan degradada que no se puede reconstruir.

Foto: J.A. Padilla

La pequeña capilla está coronada con una bóveda baída simulando un doble círculo y cuatro ménsulas entre ellos y debió estar pintada en su totalidad. Hoy en día y después de muchos trabajos de restauración se emplea como auditorio y se representan obras de teatro.

Foto: J.A. Padilla

Tomemos un refrigerio y dispongámonos a continuar nuestra visita hacia el castillo de la Yecla. Nos espera una larga, pero amena caminata. La rampa de subida se hace dura al principio, pero a medida que vamos ganando altura, también lo hacemos en perspectiva. Llegado al punto intermedio de la cuesta existe un desvío que nos lleva a la Ermita de San Miguel Arcángel y San José, construida entre los siglos XVI-XVIII.

Ermita de San Miguel Arcángel y San José. Foto: J.A. Padilla

Originalmente, el templo era una construcción abierta asentada sobre cuatro grandes pilares y cubierta por una bóveda. Más tarde se cubrió y se convirtió en una ermita bajo la advocación del Arcángel San Miguel, y se construyó el pequeño campanario. En el interior se encuentra la imagen de San José con el niño y en un lateral San Miguel Arcángel. La vista de la ermita, con las montañas cerrando el valle es impresionante.

Foto: J.A. Padilla

Tras la pequeña parada, seguimos la subida hacia el castillo, llamado también castillo de las Cuatro Esquinas, para diferenciarlo de otro cercano llamado de las Cinco Esquinas. El castillo de la Yedra sirvió en la Edad Media como sede del Adelantamiento de Cazorla, gracias a su perfecta ubicación y a su protección por la serranía. La primera fortificación fue árabe y se remonta a los siglos XI y XII, pero la imagen que hasta nosotros ha llegado del castillo de la Yedra se corresponde más bien con la construcción castellana de los siglos XIII y sobre todo XIV, durante el pontificado de don Pedro Tenorio. El castillo conserva elementos de ambas civilizaciones que sucesivamente lo ocuparon y conformaron su perfil y sus defensas. En él se pueden distinguir tres recintos sucesivos: alcázar, recinto y albacara.

Foto: J.A. Padilla

El alcázar, mandado levantar por los arzobispos toledanos a finales del siglo XIV, coincide con la actual entrada del castillo, y consta de Torre del Homenaje y un reducido patio de armas, que la rodea. La torre del Homenaje tiene planta cuadrada con una altura de treinta metros y consta de tres niveles superpuestos. La puerta del castillo es de mampostería encuadrada con sillares y ladrillo. La entrada es de herradura apuntada cubierta por arco de descarga de medio punto sobre el que campea el escudo de armas de Sandoval y Rojas. La albacara o recinto exterior, parcialmente destruida, es obra castellana de la segunda mitad del siglo XIII, en la que el tapial alterna con la mampostería y la cantería.  El castillo actualmente alberga el Museo de Artes y Costumbres «Alto Guadalquivir”. Desde aquí se aprecia la inmensidad y la belleza de Cazorla, cuyas casas se arraciman y se adaptan al entorno natural, a las montañas que la rodean.

Paseo fluvial. Foto: J.A. Padilla

Podemos terminar nuestra visita paseando por el paseo fluvial del río Cerezuela, un agradable y refrescante paseo que pondrá punto final a la visita. Un punto final que no debería olvidar otras sorpresas que podemos encontrar en Cazorla, en este caso gastronómicas, como las gachamigas, el Rin-Ran o la carne de caz o las truchas, manjares que serán el punto final a esta visita. Sin olvidar su gran riqueza: el aceite de oliva, amo y señor de las mesas españolas. El oro líquido de nuestra gastronomía. Cazorla, para disfrutar.