Frigiliana

Foto: J.A. Padilla

Frigiliana. Dicen que es pueblo más bonito de la comarca de la Axarquia, cosa que no dudamos en absoluto. Pero lo más atrevidos y viajados llegan a asegurar que es el pueblo más bonito de la provincia de Málaga. Lo que tampoco dudaríamos. Ya en la entrada del pueblo nos saluda su carnet de identidad que le señala como uno de los pueblos más bonitos de España.

Foto: J.A. Padilla

Lo primero que hacemos al llegar a Frigiliana es dejar nuestro coche en el aparcamiento subterráneo habilitado justo a la entrada del pueblo para, desde allí, empezar nuestra visita. Ante nosotros se abre un impresionante pueblo blanco abrazado a la montaña, anunciándonos un buen reto para nuestras piernas, pero también para nuestros sentidos.

Fabrica de miel de caña. Foto: J.A. Padilla

En Frigiliana todo parece posible. Entre sus estrechas calles descubriremos interesantes rincones. Aquí se encuentra, por ejemplo, la única fábrica de miel de caña de toda Europa, una miel que, desde aquí, llega a todos los rincones de Andalucía. Su fábrica ya nos saluda desde el comienzo de nuestra visita.

Calle Real. Foto: J.A. Padilla

Un buen punto de partida para perderse por las callejuelas de la localidad, donde todo parece nuevo, como si hubieran abierto ayer el pueblo, con calles absolutamente limpias, casas recién blanqueadas y las macetas coloreando cualquier rincón y sus puertas y ventanas pintadas de azul o verde, contrastando con las blanquísimas fachadas. Es como si estuviéramos paseando por un escenario cinematográfico. El tipismo de Frigiliana llega a su máxima expresión cuando, de repente, nos encontramos con una mula, un animal de enorme utilidad para moverse por las estrechas y escalonadas calles.

Foto: J.A. Padilla

Pero además, las estrechas calles contienen numerosas tiendas de artesanía y de productos típicos de la tierra, y bares. Además, podemos pagar con una moneda local, llamada Axarcos, aunque recomendamos el uso de la divisa normal, el euro, aunque también es posible que le acepten alguna otra divisa porque en Frigiliana conviven nacionalidades de todo tipo.

Foto: J.A. Padilla

Dijimos antes que la visita normalmente se inicia, o se termina según se mire, en el llamado Ingenio, la fábrica de miel de caña de Nuestra Señora del Carmen, uno de los lugares de mayor valor histórico y artístico de Frigiliana. Actualmente en la planta baja se aprovechan para distribuir las necesidades de la producción de la miel de caña. En otros tiempos sus usos fueron distintos, así, la sala a la derecha de la entrada principal, que hoy es almacén, fue antes capilla, en la que, con autorización del papa Clemente X, se dio misa desde 1662. Llama la atención en la fachada del Ingenio la decoración de pinturas y los motivos geométricos. También quedan en la misma dos hornacinas que albergaron en su día las esculturas de la Virgen del Carmen y San Raimundo, además de al menos dos relojes solares.

Foto: J.A. Padilla

Desde aquí enfilamos hacia el interior del pueblo. Al iniciarse la cuesta encontramos los Reales Pósitos, antiguo silo construido en 1767 donde se almacenaba el excedente de grano en los años de buena cosecha para repartirlos en los malos tiempos. Actualmente son viviendas privadas, conservándose de su antigua estructura tan sólo las arcadas de ladrillo de su alzado principal y sus sótanos.

Pósito Real. Foto J.A. Padilla

De inmediato nuestro camino se divide en dos y nos obliga a elegir nuestro itinerario. El centro histórico de Frigiliana se llama Barribarto, declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 2014.

Foto: J.A. Padilla

Por el camino de la derecha se inicia la cuesta que nos lleva al Fuerte, el cerro desde el que se puede ver una bonita perspectiva de Frigiliana y, afondo, el mar Mediterráneo. Este cerro se eleva hasta casi los mil metros y cuentan que durante la conquista cristiana en 1569, los árabes se lanzaban al vacío desde este lugar para evitar su captura.

Calle Real. Foto: J.A. Padilla

Optamos por el camino de la izquierda y dejamos para el final la subida o, por mejor decir, la bajada. De inmediato empezamos a encontrar las riendas de productos típicos ya mencionadas y el contraste entre la decoración del suelo, las casas blancas y el azul del cielo. En nuestro camino encontramos la herencia morisca de sus calles, tan estrechas, que solo pueden circular coches por la calle Real.

Iglesia de San Antonio de Padua. Foto: J.A. Padilla

De inmediato, encontramos la iglesia de San Antonio de Padua, levantada en 1676 y reformada un siglo más tarde. Es de estilo renacentista casi en su totalidad y presenta una planta de cruz latina dividida en tres naves separadas por arcos de medio punto. La fachada principal se abre a un atrio con verja de hierro. Sobre su portada compuesta por un arco de medio punto sobre pilastras, puede verse un escudo del obispo Fray Alonso de Santo Tomás.

El Torreón. Foto: J.A. Padilla

Otro edificio característico de Frigiliana, y de los más antiguos, es El Torreón. Los musulmanes lo utilizaron como acuartelamiento y como torre vigía durante más de seis siglos al formar parte de la muralla que rodeaba a Frigiliana.

Plaza de la Fuente Vieja. Foto: J.A. Padilla

Un poco más abajo encontramos, casi escondida, la Plaza de la Fuente Vieja, donde se encuentra la Fuente Vieja, levantada por Iñigo Manrique de Lara, Señor de Frigiliana, en 1640, colocando en la misma su escudo de armas. Esta adosada al alzado posterior de una vivienda y fue utilizada para abastecimiento de la población y abrevadero de animales.

Foto: J.A. Padilla

Podemos continuar la visita regresando por el barrio morisco, formado por el mismo entramado urbano que el que hemos encontrado hasta ahora, pero con un cambio significativo. Solo por la calle Real es posible la circulación de coches. Las callejas del barrio morisco  están jalonadas de pasadizos y escalinatas, por lo que la circulación entre ellas solo es posible a pie o por medio de alguna mula. En este barrio también podemos encontrar azulejos sobre  su historia medieval, recordando la famosa Batalla del Peñón de Frigiliana, que tuvieron como principal escenario estas callejas. Hasta 16 azulejos encontraremos este recordatorio de su historia.

Foto: J.A. Padilla

También encontraremos varios miradores desde donde poder admirar la perspectiva de la ciudad. Y por supuesto, seguir disfrutando de los maravillosos rincones y casas que forman parte de un pueblo que, quizá sea el más bonito de la Axarquía. De Málaga. O de Andalucía. Con permiso de los demás.

Foto: J.A. Padilla