Calatayud

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Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

La villa aragonesa de Calatayud se encuentra de camino entre Madrid y Zaragoza, junto a la carretera nacional, en un lugar privilegiado. Desde la distancia, se nos aparece ante nosotros la villa de Calatayud coronada por lo que queda de su imponente castillo, y se comprende la importancia estratégica de la antigua Bilbilis Augusta. Luego, según nos acercamos a ella, esta importancia se acentúa al contemplarse la silueta de una urbe monumental formada por la fusión de varios estilos arquitectónicos y de varias culturas, como la romana, la musulmana y la mudéjar. También los árabes se establecieron en este lugar y como testigo privilegiado de ello es el castillo de Ayub, situado en el punto más alto del barrio árabe. Es precisamente la cutara árabe la que ha dejado la seña de identidad de Calatayud, gracias sus huellas mudéjares de sus monumentos más importantes. En también esta época  cuando se produce la construcción del recinto fortificado que dará nombre a la ciudad: Qal`a y Ayyüb.

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Castillo de Ayub. Foto: J.A. Padilla

Sería Alfonso I el Batallador quien la conquistó en 1120 y la otorgó el Fuero de Calatayud en 1131 y que la concedía privilegios propios de la importancia de la villa. Más tarde, en el siglo XV, tuvo lugar coronación de Fernando II como rey de Aragón en 1461, y la firma, en 1481, de la Carta de Calatayud  por la que los reinos canarios se incorporaban a la Corona de Castilla. En realidad, la antigua Bilbilis era la ciudad fortificada situada sobre el cerro que domina la actual villa y el valle del río Jalón. Esta antigua ciudad era de gran importancia y poseía foro, teatro, villas, termas, viviendas dentro del recinto amurallado construido en el siglo IX.

Hoy, de aquella antigua ciudad solo quedan las ruinas que atestiguan su pasado histórico. Pero, dentro de la nueva villa encontramos importantes monumentos que llaman la atención del visitante. Es por ello que pasear por Calatayud supone contemplar un agradable catálogo de monumentos y edificios, casi endémicos, y que convierten a esta villa en una referencia en el arte mudéjar, algunos Patrimonio de la Humanidad, como la magnífica Colegiata de Santa María.

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Puerta de Terrer. Foto: J.A. Padilla

Así, pues, comencemos nuestra visita. Y tal vez la forma más adecuada sea hacerlo por la Puerta de Terrer,  denominada antiguamente puerta del Matador, con su fuente de los Ocho Caños, terminada en el siglo XVI  de estio de arquitectura renacentista.  Consta de dos torreones de planta cilíndrica unidos por un arco rebajado y adornada con los blasones de Calatayud y de los Austrias. En la actualidad alberga la sede del centro de estudios bilbilitanos. Junto a ella se encuentra la Fuente de los ocho caños construida en la misma época. Hasta hace bien poco, finales del siglo pasado, la carretera nacional pasaba junto a ella.

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Fuente de los ocho caños. Foto: J.A. Padilla

Siguiendo nustro camino, encontramos en nuestro camino la iglesia de San Juan el Real, de estilo barroco de los siglos XVII y XVIII, antiguo Colegio de la Compañía de Jesús. Atesora varias obras de interés artístico, aunque su patrimonio más valioso lo integran los óleos que cubren las cuatro pechinas bajo la cúpula central realizados  Francisco de Goya.

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San Juan el Real. Foto: J.A. Padilla

Se tratan de pinturas al óleo sobre lienzo pintadas por Francisco de Goya en 1766, cuando contaba veinte años de edad y representan los cuatro Padres de la Iglesia cristiana: San Agustín y San Ambrosio, San Jerónimo y el papa San Gregorio, el Magno.

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Pinturas de Goya. Foto: J.A. Padilla

En  realidad era Francisco Bayeu, cuñado de Goya, a quien se e encargaron estas pinturas en 1762, pero este tuvo que trasladarse a Madrid con su familia. Bayeu entonces le traspasa el encargo al joven Goya, quien realizará una de las mejoras obras de su vida, ya que, sin lugar a duda, deben considerarse como la primera obra maestra del genial pintor. Unas pinturas que han pasado durante muchos años hasta que una reciente restauración ha permitido conocerlas.

Detalle de la cúpula. Foto: J.A. Padilla

Muy cercana a esta iglesia se encuentra la Plaza del Mecado, uno de los principales lugares de reunión de los bilbitanos. Preside la plaza el edificio antiguo del Ayuntamiento, del siglo XVI, reformado en el XIX. La mayoría de las casas de la plaza son de los siglos XVII y XVIII. Aparece a la entrada el célebre callejón de la Flecha que se dice abastecía de contrabando a los comercios de la plaza.

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Antiguo Ayuntamieto. Foto: J.A. Padilla

 Esta plaza es de origen medieval aunque las casas que poseen soportales de columnas datan del siglo XVI. Como muchas plazas españolas, fue un antiguo zoco árabe, y en ella se han celebrado todo tipo de actos, desde mercados hasta festejos taurinos.

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Foto: J.A. Padilla

Las casas de la plaza podían vender con “derecho de servidumbre de paso”, lo que significaba que los propietarios de las mismas  mantenían un derecho a seguir utilizando la balconada, para ver los actos que se celebraban en la plaza. De ahí los ventanucos que se observan en el mismo balcón utilizados por los nuevos dueños.

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Iglesia de San Andrés. Foto: J.A. Padilla

Desde la plaza del Mercado llegamos a otra: la del Plaza del Santo Sepulcro, donde se encuentra la Colegiata del mismo nombre y la Iglesia del San Andrés. La basílica original del siglo XIII se derribó en el año 1605, aunque se mantiene el claustro original. La fachada es muy sencilla, de ladrillo, y flanqueada por dos torres. Su interior está formado por tres naves. En este templo perteneció a la Orden del Santo Sepulcro de España.

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Puerta de Zaragoza.

Casi junto a esta iglesia se encuentra otra puerta de entrada a la villa: la Puerta de Zaragoza, reconstruida en el siglo XVII. Esta franqueada por dos torreones de planta cuadrada. Hoy forma parte de una vivienda particular.

Desde aquí nos dirigiremos a uno de los monumentos más importante de Calatayud: la Colegiata de Santa María la Mayor. Para llegar a ella, sin embargo, cruzaremos el antiguo barrio judío. Es importante saber que en el siglo XV, justo antes de que los Reyes Católicos decretaran la expulsión de los sefardíes, la Judería de Calatayud abarcaba dos plazas y tenía cuatro sinagogas públicas y otras seis privadas, además de tres academias rabínicas.

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Judería. Foto: J.A. Padilla

Los judíos disponían de sus propios órganos de gobierno y entre las infraestructuras que gestionaban de forma directa figuraban dos castillos, dos cementerios y edificios públicos como carnicerías, hospital, una posada, cárcel, un horno y una taberna, llegando a contar con más de mil habitantes, un 20% de la población total de la villa.

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En nuestro camino encontramos, por ejemplo, el Mesón y Museo de la Dolores, dedicado al personaje mítico más importante de Calatayud. El museo se ubica en las caballerizas y bodega del mesón. El edificio, del siglo XV, es uno de los edificios civiles más antiguo que se conserva en Calatayud. Aquí podemos conocer la biografía que dio fama a un personaje que se popularizó por toda España gracias a la música, la pintura, la novela, la poesía e incluso el cine. La Dolores fue una mujer que se ganaba la vida en este mesón y de la que varios personajes quedaron perdidamente enamorados.

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Casa natal de José Muñoz Román. Foto: J.A. Padilla

Encontramos también el Palacio de los Sesé o la casa donde nació José Muñoz Román, el autor de las letras de canciones como “Por la calle de Alcalá”, “Las Leandras”, etc.

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Iglesia de San Andrés. Foto: J.A. Padilla

Antes de llegar a la Colegiata de Santa María nos topamos con la Iglesia de San Andrés, que originalmente era una iglesia gótico-mudéjar de los siglos XIV y XV con tres naves. En el siglo XVI se amplió la nave central, se sustituyó la cabecera recta por un ábside poligonal, se reformó el crucero y se construyó la torre que se alza. No sería difícil confundir esta torre con la de Santa María, ya que tiene la misma forma y estructura que la de la Colegiata, pero, aparte de ser de menor tamaño, muestra notables diferencias en la decoración.

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Torre de San Andrés. Foto: J.A. Padilla

La Iglesia de San Andrés era, originalmente, una iglesia gótico-mudéjar construida en los siglos XIV y XV y tiene tres naves con tres tramos cada una. Esta iglesia es la más antigua de Calatayud, siendo construida justo después de la Reconquista sobre una antigua  mezquita.

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San Andrés. Foto: J.A. Padilla

Y llegamos a la Colegiata de Santa María la Mayor, declarada Patrimonio de la Humanidad, construida entre los siglos XIV al XVI, de la que llama la atención la torre octogonal decorada con motivos geométricos de ladrillo, que no puede esconder su pasado árabe como alminar. Su silueta, de planta octogonal, se ha convertido en uno de los símbolos de Calatayud, tanto por sus 70 metros de altura, como por su riqueza monumental.  La iglesia presenta una portada renacentista está elaborada con alabastro.

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Santa María la Mayor. Foto: J.A. Padilla

El templo está construido sobre una antigua mezquita a partir del año 1120. Al estar situada en mitad de la villa medieval, se la llamó Santa María de Mediavilla. El templo actual es de principios del siglo XVII. Su monumental torre, es uno de los principales ejemplos del mudéjar aragonés. Es de planta octogonal, presenta contrafuertes en las aristas.

P1040860_tonemapped La iglesia sustituye a la mezquita tras la conquista cristiana de Calatayud por parte del rey Alfonso I el Batallador. Posteriormente fue elevada a la categoría de Colegiata, en la cual fue se constituyeron los primeras Cortes de Calatayud en tiempo del rey Pedro IV, jurando en ella los fueros de la ciudad el emperador Carlos y el rey Felipe III. En 1391, Juan I intenta transformar la colegiata en iglesia catedral, pero la Santa Sede negó tal petición.

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Foto: J.A. Padilla

Del templo mudéjar original se conserva la torre, el claustro y el ábside. La torre de Santa María  es el elemento identificativo del perfil de Calatayud. Desde lejos se ve su silueta, aunque para verla entera hay que colocarse en su base, ya que la estrechez de las calles no permite verla desde lejos. Tiene planta octogonal y está edificada en distintas etapas, ya que pasaron al menos dos siglos desde su comienzo hasta su terminación.

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Tras la visita a la basílica, nos dirigimos al castillo de Ayyub. Se observan los restos de la muralla que rodeaba la ciudad antigua de Calatayud, y que unía cinco castillos situados sobre sendos cerros unidos por casi cuatro kilómetros de murallas. Uno de esos castillos es el castillo de Ayyub,  situado en la parte más alta. Está construido sobre una meseta  yesífera y consta de dos recintos; el más alto y más antiguo de cara a la ciudad, y el más bajo, orientado al norte y que constituye una ampliación del castillo primitivo. Como decimos al principio, la antigua villa estaba rodeada de una muralla de cuatro kilómetros que unía cinco castillos situados sobre sendos cerros unidos. Uno de esos castillos es el Castillo de Ayyub, en la parte mas alta y visible de la ciudad.

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Foto: J.A.Padilla

En Calatayud hay muchas cosas tiene por descubrir y entre sus calles y plazas se esconden un montón de tesoros y sobre todo, las huellas de su esplendoroso pasado. Un lugar idóneo para una buena escapada.