La ermita de San Isidro

Foto: J.A. Padilla

Era 1528 cuando la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I ordena la construcción de una ermita en el lugar donde manaba un manantial del cual brotaba agua milagrosa. Tan milagrosa que había sanado a su hijo, el príncipe Felipe, futuro rey Felipe II de unas fiebres. Aquella ermita primitiva fue reedificada en el año 1725 y fue financiada por el Virrey de Nueva España, Baltasar de Zúñiga y que hoy podemos contemplar en el llamado Paseo de la Ermita, al final del Paseo 15 de Mayo, un lugar inmortalizado por Goya, ya que en las inmediaciones de la ermita se celebraba, y sigue celebrándose, la romería de San Isidro. Precisamente le lugar desde el genial pintor aragonés inmortalizó su famoso cuadro se encuentra frente a la ermita y un busto suyo señala el lugar exacto. En este lugar también situó Goya su retiro de la Corte, en la llamada Quinta del Sordo, hoy desaparecida, cuyas paredes el pintor decoró con las pinturas negra. Así, pues, a este lugar no le falta simbolismo de cualquier tipo.

En este lugar estuvieron ubicadas las tierras de labranza pertenecientes a Iván de Vargas, para cuyo servicio trabajó Isidro como pocero y labrador, quien acudía todos los días desde la casa de Vargas, situada en la calle de San Justo, junto a la iglesia de San Andrés, en el llamado Madrid de los Austrias.

El milagro del manantial

El manantial data del siglo XII y su nacimiento constituye uno de los milagros atribuidos a San isidro. En un día de intenso calor n un año de gran sequía. Iván de Vargas se encontraba agotado por la sed. Fue entonces cuando Isidro clavó su cayado en el suelo y surgió el manantial de aguas cristalinas, en tanta cantidad que no solo sació la sed de su amo, sino la de todo Madrid. Cosas de la leyendas. En ese lugar se construyó un pozo y aquel a aquel agua, como otras de Madrid, se le empezaron pronto a atribuir propiedades medicinales y milagrosas.

Ya entonces, en tiempos anteriores a la construcción de la ermita, las propiedades del agua provocaron las primeras romerías para beber de aquel agua que, según decían, curaba algunas enfermedades. Los romeros bebían el agua y descansaban en la pradera cercana. Aquellas propiedades curativas de aquel agua, y su fama, perduraron en el tiempo, y su fama llegaron a conocimiento de Isabel de Portugal, quien estaba muy preocupada por unas graves fiebres que padecía su hijo y que amenazan gravemente su salud. Sin otra esperanza, la reina envió para recoger agua de aquel pozo milagroso. El efecto producido por el agua en la salud del príncipe fue inmediato y las fiebres bajaron inmediatamente. Pocos días después, la salud de Felipe era excelente. Todos atribuyeron su milagrosa recuperación al efecto, también milagroso, del agua del pozo de Iván de Vargas. Como consecuencia de ello la reina ordenó la construcción de la ermita junto al manantial, una especie de santuario dedicado al ya santo Isidro.

Ermita de San Isidro, de Francisco de Goya

Esta primitiva ermita era muy modesta en cuanto a proporciones y edificación, razón por la cual en 1725, en época del rey Felipe V, Baltasar de Zúñiga, duque de Arión y marqués de Valero, ordenó la reconstrucción de la misma, que la que actualmente conocemos. Para facilitar el acceso de los romeros, ordenó también la construcción de un puente de barcas sobre el río Manzanares, llamado Pontón de San Isidro, en el lugar donde hoy se encuentra el Puente de San Isidro.

Altar Mayor. Foto: J.A. Padilla

La planta de la ermita es rectangular, en el centro se alza una cúpula sobre pechinas y sin tambor. Destaca el púlpito que se encuentra al lado del Evangelio. Las bóvedas son de cañón y se encuentran sujetas por fajones. Se aprecian varias imágenes de San Isidro, su esposa, Santa María de la Cabeza, y San Pedro Apóstol. El retablo mayor representa un relieve de San Isidro haciendo el milagro de la fuente. Junto a él se encuentra su amo Juan de Vargas arrodillado. Junto al retablo se encuentran las tallas en madera de San Isidro y Santa María de la Cabeza. El conjunto está firmado por Enrique Cuartero Huerta en 1941. El exterior de la ermita es simple y elegante, de la que destaca una fachada a modo de espadaña-campanario rematada con frontón triangular.

Foto: J.A. Padilla

Junto a la ermita se encuentra el Cementerio de San Isidro. Este cementerio fue construido en el año 1811 como consecuencia la epidemia de peste que azotó Madrid y que aconsejaban la ubicación de los cementerios en las afueras de las ciudades. Su ubicación, junto a la ermita se consideró idónea en aquel tiempo.

La ermita fue incendiada durante le Guerra Civil, resultando gravemente dañados los retablos de su interior. La ermita estaba ubicada a escasos kilómetros del del frente de batalla. Fue reconstruida posteriormente con el empleo de altares neobarrocos. en su interior.

El manantial,  como hemos dicho, del siglo XII, momento en el que su agua empieza a valorar sus propiedades curativas. Posteriormente, sobre el mismo se construyó una fuente, la llamada Fuente de San Isidro.

Fuente de San isidro. Foto: J.A. Padilla

Sobre el caño de la Fuente existen placas de mármol con inscripciones. En el punto más alto contemplamos en relieve en estuco del siglo XVIII que es una copia del cuadro de Carreño realizado para la Capilla de San Isidro que representa el milagro de la Fuente. Bajo éste, inscripciones alusivas a los milagros obrados por el agua de la Fuente:

“Oh ahijada tan divina como el milagro enseña pues sacas agua de peña milagrosa y cristalina. El labio al raudalse inclina y bebe de su dulzura, que Isidro asegura que si con fe la bebieres y calentura trajeres, volverás sin calentura”.

Existe otra placa con unos versos de Lope de Vega:

-Bebe Ivan dulce cristal e Isidro lágrimas bebe. Dura la fuente, a quien debe Madrid salud celestial; pierde el río su caudal con estar juntos los dos, y ella, perenne por vos, dice que milagro fue, que como es fuente de Fe no puede faltarle Dios.

Cada año se celebra la tradicional romería de San Isidro en honor al patrón de Madrid, coincidiendo con la festividad del 15 de mayo. Los primeros datos que conocemos de celebración de una romería junto a la ermita datan del año 1575. El 29 de abril de 1607 se acuerda celebrar una procesión anual a la Ermita, en la cual convergen los cortesanos procedentes de la iglesia de San André y los labradores que proceden de la parroquia de San Sebastián de Carabanchel. En la pradera junto a la ermita se crea un lugar de encuentro entre personas de diferentes clases sociales. El 15 de mayo de 1623 acudió el propio rey Felipe IV a la romería de San Isidro. La construcción de la nueva Ermita en 1725 hizo que aumentase la afluencia, siendo hoy uno de los elementos más importantes de la fiesta de San Isidro.