Castell de Guadalest

Panorámica de Castell de Guadalest. Foto: J.A. Padilla

Castell de Guadalest es un pueblo que merece una visita por si mismo, algo que no se puede dudar cuando se pasea por su pequeño casco urbano cuya mayor circunstancia es que esta excavado en la roca donde esta asentado. Y así es en la práctica, pero la fama de Castell de Guadalest está relacionada con el turismo de la Costa Blanca, su cercanía a Benidorm, Calpe y otras localidades costeras que animan a dedicar un día a disfrutar del turismo de naturaleza y cultura, principales características de Guadalest.

Foto: J.A. Padilla

El pequeño pueblo está situado en lo alto de un peñasco a 595 metros de altura con su calle principal y sus casas encajadas en la roca, un conjunto que empieza a verse visible desde la distancia, ya que la roca domina un extenso valle, enmarcado por las sierras de Xortà y Serrella al norte y la sierra Aitana al sur.

Castell de Guadalest, declarado conjunto histórico-artístico en 1974, está dividido en dos barrios claramente diferenciados: el del Castillo, colgado en lo alto de la peña y protegido por la antigua muralla, el cual conserva todo su sabor medieval; y, el del Arrabal, situado fura de la roca, formado con posterioridad.

Entrada a la villa. Foto: J.A. Padilla

Al barrio del Castillo se accede por una puerta, por la que se accede a un túnel excavado en la misma roca que sirve de entrada a la población. Ya antes de entrar, nos detenemos junto a un pequeño parque para observar la postal típica de la ciudad. Una postal que forman la escalinata de piedra que sube hasta la puerta de entrada y con el campanario exento de la iglesia parroquial sobre el punto más alto, de un blanco níveo que atrae inmediatamente las miradas como si en lugar de la campana tuviera un potente faro. Junto al campanario se observan los restos de una antigua fortificación conocida como la Alcozaiba, construida por los antiguos pobladores para defender la villa.

Castillo. Foto: J.A. Padilla

Luego, en la parte más alta de la ciudad encontraremos otra fortificación formada por los restos del castillo de San José, el cual fue conquistado a los musulmanes por Jaime I y fortificado posteriormente. Los terremotos y la Guerra de Sucesión fueron los culpables de su destrucción, aunque en la actualidad quedan en pie varios lienzos de muralla, la cisterna y la torre del homenaje.

Túnel y Casa de Orduña. Foto: J.A. Padilla

Una vez que atravesamos el túnel de entrada llegamos a la calle principal, y única, del barrio antiguo. El primer edificio que encontramos, a la derecha de nuestra marcha, es la casona señorial de los Orduña, con su escudo en la puerta. A su lado, se alza la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen, construida en el siglo XVIII.

Iglesia de la Asunción. Foto: J.A. Padilla

La calle, de apenas unas decenas de metros, contiene varios museos privados y tiendas de artesanía todo ello enclavados en casas de una sola planta, blancas y luminosas. Al final de esta calle llegamos a la Plaza Mayor se encuentra el edificio del Ayuntamiento que antiguamente fue también juzgado y prisión.

Plaza Mayor. Foto: J.A. Padilla

Desde este punto subimos hacia la fortaleza del siglo XI, construida por los musulmanes, la cual se encuentra situada sobre la roca en la parte más elevada del municipio. Esta fortaleza o castillo tuvo un papel muy importante a lo largo de la Edad Media gracias a su situación estratégica. Los terremotos de 1644 y 1748 y la voladura que sufrió en 1708 en la Guerra de Sucesión lo dejaron parcialmente destruido. Desde su mirador vemos la perspectiva de Castell. Frente a nosotros se levanta el Castillo de Alcozaiba, en realidad su torre, también obra de los musulmanes, sobre la Casa Orduña. Tras la torre, el campanario que es todo un símbolo de la ciudad. La Casa Orduña fue construida tras el terremoto de 1644 que destruyó el castillo, por la familia del mismo nombre, quienes vinieron al Reino de Valencia desde Navarra y gobernaron la ciudad por orden del conde de Guadalest.

La Alcozaiba y campanario. Foto: J.A. Padilla

Junto a la casa se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, levantada en el siglo XVIII, de estilo barroco, sobre el solar del primitivo templo que databa de los tiempos de la Reconquista, del siglo XIII. La iglesia fue incendiada y saqueada durante la Guerra Civil y fue nuevamente remodelada en 1962, acortándose su longitud y variando la planta, de la que desaparecieron el crucero y la cúpula. No podemos obviar en nuestra visita a Castell de Guadalest la hermosa vista que se contempla desde el mirador de la Plaza Mayor, desde donde se contempla el magnífico enclave que rodea la ciudad y, sobre todo, el pantano que lleva el nombre de la villa.

Pantano de Guadalest. Foto: J.A. Padilla

Por lo demás, Castell de Guadalest ofrece al visitante varios museos dedicadas a miniaturas, esculturas y cuadros y maquetas. También, junto al aparcamiento existente a la entrada de la ciudad podemos encontrar tiendas de artesanía que, aunque yo no conservan el antiguo esplendor, aún nos permite encontrar alguna pieza de cerámica local.

Foto: J.A. Padilla