ALEGORÍA DE LA PRIMAVERA. Sandro Boticcelli. Galería Uffici. Florencia
Alegoría de la primavera, más conocido como La primavera, es un cuadro realizado por el pintor Sandro Botticelli y una de las obras maestras del artista renacentista italiano. Está realizado al temple sobre tabla y mide 203 cm de alto por 314 cm de ancho. Su fecha de realización fue probablemente entre 1477 y 1482. Se conserva en la Galería Uffizi, en Florencia. Esta obra fue encargada por Lorenzo di Pierfrancesco de Médici para adornar su palacio florentino.
En esta obra, de carácter mitológico, se representa una especie de rito pagano, que rompe con la pintura religiosa cristiana propia de la Edad Media. Los nueve personajes representados en el cuadro dan lugar a diferentes significados. En general, se interpreta que la figura central corresponde a Venus, o, Afrodita, la diosa del amor vestida con túnica blanca y un manto rojo, que levanta su brazo derecho en señal de saludo y de invitación a su jardín. Se trata Simonetta Vespucci, musa del artista y modelo de muchos de sus cuadros.
A la derecha del cuadro aparece Céfiro, dios del viento del oeste, en el momento en que rapta a la ninfa Cloris, vestida con una túnica transparente. En el momento del rapto Céfiro se enamora de la ninfa y la convierte en su esposa, por lo que esta se convierte en Flora, la diosa de las flores y los jardines, que es la figura que aparece junto a Venus, vestida con un traje decorado con flores. El instante de la transformación está simbolizado por el ramo de flores que surge de la boca de Cloris. Sobre Venus aparece Cupido, o Eros, lanzando sus flechas hacia las tres Gracias, que son las diosas del encanto, la belleza y la fertilidad: Castitas, Voluptas y Pulchritudo, que representan, respectivamente, la castidad, la voluptuosidad y la belleza, es decir, los tres estados de la mujer: la virgen, la esposa y la amante).
En el lado izquierdo del cuadro aparece Mercurio, el mensajero de los dioses, vestido con una túnica roja, con casco y daga y con sus típicas botas aladas. Con su brazo derecho sostiene un caduceo con el que ahuyenta unas nubes. Según la mitología, Cupido era hijo de Mercurio y Venus.
Como dios de la razón, Mercurio dirige la mentalidad humana hacia la divinidad. La interpretación más verosímil es la que señala el circuito del amor de lo material a lo espiritual: el amor llega como pasión con la figura de Céfiro y se convierte en contemplación con Mercurio. Cabe señalar que Cupido era hijo de Venus y Mercurio, y los tres personajes representan el amor. Según algunos estudios, este Mercurio situado representa a Giuliano de Médici, el hermano de Lorenzo el Magnífico, gobernante de Florencia y primo de Giuliano, y que la gracia que mira al dios, en el centro de las tres, representa a su amante, Semiramide Appiano.
Botticelli pinta este monumental cuadro con figuras de tamaño natural, y tal formato permite que veamos con gran detalle las piezas de orfebrería de los personajes, como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio, las cadenas y los broches de las Gracias, entre otros. Toda la escena se encuentra en un bosque de naranjos, pinos y laureles. Detrás de Venus hay un mirto, una planta sagrada para ella. En la parte se aprecian laureles doblados por el viento o por la fuerza creadora, una alusión a Lorenzo, en latín Laurentius. El suelo está formado por hierba muy oscura con flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo: margaritas, violetas, rosas, jazmines, jacintos, etc.
Botticelli representa el círculo del amor, desde el terrenal representado por Céfiro hasta el celestial simbolizado por Mercurio. Céfiro representaría el Amor, seduciendo a Cloris, la Castidad; mientras que Venus personifica la Belleza. En cuando a las tres Gracias, Castitas, la figura del centro, es la que recibe la flecha de Cupido; Voluptas, a su izquierda, refleja la pasión, mientras que Pulchritudo, es la más comedida.
PASAJERO 56 