Cercana a Aranda de Duero, de Camino a Soria, encontramos un pueblo considerado uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Burgos: Peñaranda de Duero. En efecto, aquí encontramos una villa medieval que esconde muchos tesoros sobre el adoquinado de sus calles. Sobre lo más alto, un castillo domina, desde el cerro que lo protege, todo el paisaje.
Lo primero que observamos al llegar a Peñaranda es que se trata de una villa rodeada por una muralla y que su centro histórico se encuentra intramuros. La muralla se construyó en el siglo XV y aún se conservan varias puertas.
Cuando se entra a la Plaza Mayor de Peñaranda de Duero nos encontramos con un paisaje que levanta admiración y emoción. La hermosa plaza, rodeada de extraordinarios edificios, el contraste entre el tipismo castellano con los palacios renacentistas con el castillo al fondo, varado en el horizonte, asomando por encima de la plaza nos parece estar en un sueño, en un paisaje inventado. Y sin embargo es real. Tan real que en 1931 todo ese conjunto arquitectónico, castillo incluido, fue declarado Monumento Histórico Artístico.
En la plaza encontramos imponentes edificios que convierten a la plaza en un lugar verdaderamente mágico. A la izquierda, el Palacio de los Condes de Miranda, o Palacio de Avellaneda, un edificio renacentista del siglo XVI, construido por Francisco de Zúñiga y Velasco, tercer conde de Miranda del Castañar.
Encontramos Rollo Jurisdiccional, que ocupa el centro de la plaza, de estilo gótico, considerado el mejor conservado de la provincia. También se encuentra la imponente Iglesia de Santa Ana, que preside la Plaza Mayor con su majestuosa fachada. Fue Colegiata Abacial gracias a la Bula Pontificia concedida por Paulo V en 1605. Su construcción se debe a doña María Enríquez de Cárdenas, viuda de Francisco de Zúñiga, y su hijo, y se prolongó desde 1540 hasta principios del siglo XVII.
Su trazado primitivo es de Rodrigo Gil de Hontañón y de Pedro de Resines y combinan el estilo gótico, barroco y neoclásico, en cuya portada aparece la imagen de Santa Ana y los escudos de los Zúñiga y Avellaneda. En su interior sobresale el retablo neoclásico que preside el altar mayor diseñado por Ventura Rodríguez en 1783, con un altorrelieve dedicado a Santa Ana.
Desde la plaza salimos a la calle Real, donde observamos la tipología típica de la vivienda de Peñaranda y su trazado urbano.
En el final de esta calle se observa una de las puertas de la muralla, llamado Arco de las Monjas, llamado así por dar a un convento. Es un sencillo arco de medio punto construido de canto y coronado de almenas.
Hemos ido dejando atrás, y las que encontraremos en adelante, casonas nobles y viviendas tradicionales de piedra y adobe junto con resto de una antigua muralla, mientras en lo más alto siempre vigila el castillo. No cabe duda que estamos ante una de las poblaciones más bellas de la provincia de Burgos. Lo que no es poco.
Ahora vayamos al castillo, al que hemos tenido presenta a lo largo de nuestra visita. Antes hemos de decir que al principio de la calle Real se encuentra la calle Botica, llamada así porque aquí se encuentra la Botica Ximeno, farmacia que funciona desde el siglo XVII y que hasta nuestros días sigue prestando sus servicios gracias a sus ocho generaciones de boticarios. Cuenta con todo lo necesario: botica, rebotica, laboratorio y jardín de plantas medicinales.
El castillo. Su aspecto actual debe atribuirse al primer conde de Miranda, entre mediados y finales del siglo XV. Su aspecto es similar al castillo de Peñafiel. Su planta alargada se adapta a la roca sobre el que se asienta, la Peña de Aranda. Su construcción original data del siglo X por orden del infante Fernán González, y cuyo fin fue frenar el avance de los árabes en plena Reconquista. En el centro, se levanta la torre del homenaje, de planta cuadrada, que cuenta con cuatro pisos de vigas de madera. La antigua muralla, de la que se conservan unos pocos metros, protegía el castillo y el pueblo.
Peñaranda de Duero está situada en una tierra plagada de historia, de cultura y de grandes monumentos. Pero, a pesar de ello, Peñaranda destaca por si sola al contar con todos los elementos necesarios para convertirse en una de las ciudades medievales mejor conservadas de Castilla.
Las viviendas están construidas con adobe y entramado de madera, con dos plantas, más un espacio abuhardillado llamado sobrado. La planta baja se destinaba a lagar, mientras que la superior albergaba la cocina y los dormitorios. También contaba con sótano para instalar las bodegas subterráneas que se distribuyen por todo el espacio urbano. En la fachada principal era muy común la existencia de balcones de madera, algunos de gran tamaño, a modo de solanas.
En uno de los extremos de la Plaza Mayor existe una antigua fuente, del siglo XVI, por la que sigue manando agua.
Peñaranda es un pueblo fácil y rápido de visitar, pero no debemos ser tentados por la prisa, sino que merece la pena dedicarle todo el tiempo que no sea posible. Porque aquí, una vez más, el tiempo parece detenerse, lo que es de agradecer. Merece la pena desviarse en nuestro camino y venir a pueblos como este, donde la vida palpita de un modo diferente. Dicen que Peñaranda es un pueblo mágico. Y, en efecto, lo es.