El entorno natural de Ribadesella es espectacular. El lugar elegido por el río Sella para acabar su recorrido en el mar Cantábrico desde los cercanos Picos de Europa. Y en este entorno se ha desarrollado esta villa marinera adaptada a la montaña, al río y al mar. Un desarrollo nacido desde la misma prehistoria, como lo demuestra la cueva de Tito Bustillo, uno de los santuarios del arte prehistórico más importantes del mundo. Y no solo el hombre. También los dinosaurios se pasearon por este lugar, por estos acantilados y dejaron sus huellas en la piedra.
Para tener una vista general de Ribadesella, podemos subir hasta la Ermita de Guía, situada en lo más alto del Monte Corberu. a la que se llega por un paseo que parte desde la lonja de pescadores. Desde este punto vemos la desembocadura del río Serra y como este dibuja las dos partes de la villa y la inmensa playa de Santa Marina.
Bajando hasta la lonja llegamos al casco histórico de Ribadesella, donde encontramos auténticas joyas arquitectónicas como la Casa de los Ardines, la Iglesia de Santa María Magdalena, el Palacio de Prieto Cutre, actual edificio del Ayuntamiento, la casona del Escudo, etc. La villa se debe a su expansión marítima hacia ultramar y fruto de ello son las casonas o las viviendas de indianos que encontramos a lo largo de toda Ribadesella.
La iglesia de Santa María de la Magdalena, situada en el centro del casco urbano alberga la obra monumental de tres artistas los Hermanos Uría Aza. En el interior del templo encontramos cuatro grandes murales que se iniciaban en la Segunda República y concluían en la postguerra. Paz, Culpa, Delito y Admonición son los títulos de los cuatro grandes murales, los cuales se tardaron casi 20 años en concluirlos.
También merece nuestra atención el antiguo palacio de Prieto Cutre, actual Ayuntamiento, obra del siglo XVI, de la que destaca su fachada plateresca. Fue propiedad de la familia Prieto y posteriormente de los Cutre. La fachada, de sillares de buena calidad e impecable escuadrado, posee bajo y tres pisos separados por líneas de imposta. El piso inferior tiene una portada en arco de medio punto de grandes dovelas, desplazada hacia un lado.
O la Torre de la Atalaya, toda ella tupida de verde, del siglo XIX. Fue construida en el siglo XIX, sobre los restos de una antigua torre defensiva medieval. Es una torre de planta cuadrada realizada en mampostería y rematada por almenas. Hoy es una vivienda particular. Tras la torre se encuentra la Playa de la Atalaya, una playa de rocas y acantilados.
Pero además, existe en Ribadesella una importante colección de casas de indianos, que eran aquellos que viajaron a las tierras de América e hicieron una gran fortuna, lo que les permitió, a su regreso, construirse grandes casonas y palacetes frente al mar, especialmente en la playa de Santa Marina. A destacar Villa Rosario, hoy hotel, y el palacio de los hermanos Uría-Aza, con colección de esculturas al aire libre.
Y, por supuesto, hay que hacer mención a otro de sus monumentos, el espectacular puente que atraviesa el estuario del río Sella. Puente que sirve de línea de llegada al famoso Descenso Internacional del Sella que se celebra el primer sábado después del día 2 de agosto.
El río Sella, que se convierte en ría al entrar en el corazón de la villa, marca la vida y el paisaje de este emblemático pueblo marinero, que tradicionalmente ha vivido de la pesca, tanto marítima como fluvial. Ribadesella cuenta con un paseo marítimo que lleva el nombre de Princesa Letizia,
Es en la ría donde se encuentra el puerto pesquero, junto al casco histórico, y el puerto deportivo, al otro lado de la ría.
Pero además, la villa invita a pasear. A pasear por sus calles estrechas y llenas de sorpresas en cada esquina, con bonitos rincones.
O bien podemos pasear por sus largos paseos, como el mencionado de la Princesa Letizia o el que lleva directamente a la Ermita de La Guía, desde cuyo mirador podemos ver unas perspectivas de Ribadesella espectaculares. El paseo se inicia desde la torre de La Atalaya y nos va subiendo hasta el final mismo del monte Corvero. En el camino podemos observar varias casas desafiando la ley de la gravedad, construidas junto al camino.
Una vez disfrutado del paisaje bajamos por una empinada cuesta que nos lleva al Paseo de la Grúa y, desde aquí, regresamos al centro de Ribadesella, donde podemos descansar y recupera de la subida y bajada porque lugares hay para ello, y muchos.
Claro que también podemos elegir otro paseo más relajado, como es el paseo marítimo de la Playa de Santa Marina, situada al otro lado de Ribadesella, cruzando el puente. Es también un largo paseo en que contemplaremos las impresionantes casonas de los indianos. El paseo termina en la Punta’l Pozu, donde ya encontramos el mar abierto y los acantilados sobre, los que dicen, se encuentran algunas huellas de dinosaurios.
Ribadesella, un paraíso natural.