El entierro del conde de Orgáz. El Greco

MUSEO VIRTUAL – PASAJERO 56

EL ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ. El Greco. Iglesia de Santo Tomé. Toledo

Toledo, la ciudad de las tres culturas, es una ciudad en la que podemos una gran cantidad de monumentos, recibiendo cada año millones de visitantes que se pierden entre sus estrechas y laberínticas calles descubriendo hermosos rincones y admirando su extraordinario patrimonio monumental. Pero sin duda alguna, uno de sus principales atractivos, por no decir el más importante, es la obra de un pintor nacido muy lejos de esta ciudad: Domenicos Theotocópuli, apodado “El Greco”, quien nació en Creta, una isla en la que convivían en aquel tiempo la población morisca y judía, lo que influyó notablemente en la vida del pintor adoptivo toledano. Domenicos vino a España con treinta y cinco años de edad, en el año 1573, buscando aquella corte presidida por el rey Felipe II, rey, en aquel momento, de una tierra “donde nunca se ponía el sol” y que se sentía atraído por el arte en general y religioso en particular. Sin embargo, el pinto cretense fue contratado para decorar el retablo de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. Y aquí fijará su residencia permaneciendo hasta su muerte en 1614 dejando un legado que dará fama a la ciudad. La obra de El Greco es tan enigmática como su vida. Personajes angustiados, sufrientes, en éxtasis, dentro de un paisaje y decorado oscuro son un misterio que ha llegado hasta nuestros días. Sus figuras alargadas y hasta desproporcionadas le han dado una fama inmortal y merecida por su misticismo. Algunos investigadores aseguran que el estilo pictórico de El Greco está provocado por padecer astigmatismo y miopía, lo que podría explicar el alargamiento de sus figuras, si bien se han encontrado bocetos de sus cuadros en los que estas figuras estaban representadas de forma normal. Otros, como el doctor Marañón, aseguran que el estilo de El Greco estuvo marcado por el sufrimiento de alguna enfermedad de tipo mental que le hacía ver alucinaciones.

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Una de sus obras más conocidas es “El entierro del Conde de Orgaz”, cuadro pintado en el año 1586 para la iglesia de Santo Tomé, donde actualmente se encuentra. Sus medidas son 7,70 x 4,70 m, y representa el milagro por el cual San Agustín y San Esteban se aparecen en el entierro del señor de Orgaz. En realidad, el cuadro hace alusión a una leyenda toledana, según la cual cuando el cuerpo de Don Gonzalo de Ruiz de Toledo, conde de Orgaz, fue enterrado en 1323, San Esteban y San Agustín bajaron del cielo para depositarlo delicadamente en su tumba.

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Además de su espectacularidad y técnica artística, en el cuadro se pueden observar algunas curiosidades. Así, todos los caballeros que aparecen en la composición son personalidades de la época, por lo cual muchos de ellos están identificados. El caballero de la izquierda, que nos mira directamente es el propio Greco, y el niño, su propio hijo. Del bolsillo asoma un pañuelo en el que aparece la fecha del nacimiento de éste, 1578.

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El cuadro, de medidas impresionantes, está dividido en dos escenas. La parte superior del cuadro representa La Gloria, el mundo celestial donde se encuentran aquellos que acompañan a Dios en el Paraíso. En él vemos, a la derecha del espectador, al rey Felipe II, con barba blanca, y al cardenal Tavera junto a él. Presidiendo el Cielo están Jesús, en lo más alto, flanqueado por Juan Bautista, a la derecha, y a la Virgen María, a la izquierda. Tras ella, con túnica amarilla se encuentra San Pedro con sus llaves. Lázaro que se levanta de su tumba se encuentra a la derecha, con su cayado. En el extremo izquierdo del cuadro, tras la Virgen, se encuentran David, Moisés y Noé. En el borde derecho se encuentran Santa María Magdalena y San Sebastián. En la parte inferior, que representa el mundo terrenal, están San Esteban y San Agustín, quienes sostienen el cuerpo exánime del Conde de Orgaz. Justo encima de los personajes terrenales se eleva un ángel con una túnica dorada que sostiene una forma humana que representa el alma del conde elevándose al cielo. En cuanto a la parte inferior del cuadro, que representa el mundo terrenal,  se pueden reconocer a los personajes que forman la comitiva del enterramiento. Todos ellos caballeros importantes y frailes conocidos en aquella época.

Sobre el encargo de este cuadro existe, además, una curiosa historia. En su testamento, el señor Ruiz de Toledo dejó por escrito que todos los años la Villa de Orgaz le pagara a la iglesia de Santo Tomé una renta para celebrar la fiesta de Santo Tomás y ayudar a los más pobres. La renta consistía en una cantidad fija de dinero y la donación de animales. Durante más de dos siglos el testamento se fue cumpliendo hasta que, repentinamente dejó de hacerlo. El párroco de la iglesia de Santo Tomé reclamó el cumplimiento del testamento, llevando el caso a los tribunales, los cuales le dieron la razón. Con el dinero recaudado, el párroco decidió hacer unas mejoras en la iglesia, encargándole a El Greco un gran cuadro para recordar el milagro del entierro del Señor de Orgaz y colocarlo encima de su tumba.