El Murciélago de Valencia

La leyenda del murciélago está relacionada con la conquista del reino de Valencia y tenemos que viajar en nuestra máquina del tiempo hasta el atardecer del día anterior a la toma de Valencia, en septiembre de 1238, de las tropas de Jaime I, el Conquistador, tras dos meses de asedio. En aquel campo, entre Sagunto y Puzol, se encontraban las tropas cristianas con las armas y enseñas listas para el ataque.

De repente, un murciélago se posó en el mástil del pendón que estaba sobre la tienda del rey. Un símbolo de mal augurio para todos, hasta el punto que el rey Jaime tuvo que arengar a sus tropas para tranquilizarlas. Les explicó aquella profecía árabe que auguraba que mientras el murciélago pudiera volar todas las noches Valencia se mantendría en poder musulmán. Ahora ese murciélago posado sobre la tienda del rey auguraba el triunfo cristiano y debían dejarle tranquilo y no le asustasen. En realidad, el rey Jaime era consciente de la superioridad numérica de sus tropas y del deseo del príncipe Abul Zamalek en capitular y negociar  la rendición. Las palabras del rey tranquilizaron a sus soldados.

Una noche, el silencio del campamento fue roto de repente por un extraño ruido que despertó a los centinelas. La guardia  se dirige a avisar al rey y este ordena a sus capitanes que diesen orden de extremar la vigilancia. En ese momento se descubre que las tropas moras se hallan muy cerca a punto de atacar a las tropas de Jaime I por  sorpresa. Con toda rapidez, los soldados cristianos toman las armas y presentan batalla al ejército moro. Tras varias horas de lucha terrible, las bajas producidas entre los musulmanes les obligan a retirarse. El ataque sorpresa había sido rechazado por las tropas cristianas y el camino hacia Valencia quedaba  expedito para su conquista.

En medio de la euforia por el triunfo, el rey quiso premiar al que había dado la voz de alarma y preguntó cual había sido el origen de aquel ruido que había despertado a su ejército y le había permitido presentar batalla.  Nadie pudo contestar a su pregunta hasta que advirtieron que  había sido aquel murciélago que había anidado sobre la tienda del rey, el cual se había estado  golpeando estrepitosamente contra un tambor y arrojado al suelo algunas armas, produciendo aquel salvador ruido en mitad de la tranquila y silenciosa noche.  

Jaime I entró Valencia  el 28 de septiembre de 1238 y el reino pasó a manos cristianas. No hubo saqueos y la conquista se realizó de manera ordenada y pacífica. En la entrega simbólica de las llaves de la ciudad, el 9 de octubre del mismo año, por parte del rey Zayan, este pidió al rey cristiano que: “En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto a cristianos y judíos. Espero que sepa gobernarlos para que continúen viviendo en la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí, durante mi reinado, salían procesiones de Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, ya que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen. Espero que usted conceda el mismo trato a los musulmanes de Valencia”.

Escudo herádico de Valencia sobre el edificio del Ayuntamiento

Por motivos meramente políticos, Jaime I no anexionó Valencia al reino de Aragón, sino que respetó la identidad del reino de Valencia y le dotó de nuevos fueros, que Jaime I juró en 1261, haciendo ondear su propia bandera, formada por la cuatribarrada de Aragón, banda azul al asta y coronada y el rey ordenó colocar a un murciélago en la parte superior del escudo de la ciudad, en agradecimiento a aquel que había salvado sus vidas y había permitido la conquista de Valencia.

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